Ochenta y cuatro

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Ahí está el chico, sosteniendo con el índice y el pulgar el pequeño cuadrado invisible por el que tanto nos hemos desgastado. La laminilla trasparente permite el paso completo de la luz, a simple vista, pareciera que Terrance no tiene nada entre los dedos.

-Les presento la más alta y avanzada tecnología en rastreadores personales-muestra profesando por primera vez un sentimiento genuino: orgullo-. Esto que ven aquí es el tan anhelado objetivo. Su objetivo.

Ya hemos repasado el plan cientos de veces. La fase uno es la infiltración. Si logramos meternos en la reunión pasando desapercibidos, tendremos parte del plan en la bolsa. No importa si es una mínima fracción, cada momento cuenta.

-El rastreador emite una señal que nos permitirá ubicar sin problema a quien lo porte. Lo único que tienen que hacer es tomarlo y pegarlo en el objetivo. La parte trasera del rastreador tiene una especie de succión corporal-Terrance mueve el cuadrito invisible y lo coloca en la palma de su mano. Al menos eso es lo que nos vende-. Una vez puesto solo deben aplastarlo sobre alguna superficie. El potente adhesivo hará el resto del trabajo. No podrán desprenderse de él hasta dentro de setenta y dos horas. Eso nos dará el tiempo suficiente para ubicar a Frederic y saber en dónde tiene a tu madre, Taylor.

Asiento mostrando toda la satisfacción que puedo. Wilson luce tan concentrado como yo. Ni siquiera las clases escolares tenían tanta atención suya.

-Ahora vayamos a los puntos importantes. El micro chip es invisible, pero por ningún motivo intenten pegarlo a la piel humana, porque tiene la textura suficiente para que lo noten. Pueden buscar adherirlo a alguna prenda, a la carrocería de un coche o a alguna pared sin ningún problema. Tienen que cuidarlo porque solo tenemos uno.

-Lo que significa, una sola oportunidad ¿No es así? -. Pregunta Wilson.

-Así es. Imaginen este proyecto como una cámara desechable. Solo pueden hacer todo esto una vez. Si se descuidan, cometen un error, o dejan pasar la oportunidad; probablemente no puedan salir de ahí si quiera. No hablemos de intentarlo de nuevo. ¿Taylor, estás bien?

Miro a Terrance que me escruta levemente.

-Solo estoy algo nerviosa. Es todo.

Decir eso es poco. Estoy aterrada.

-Bien. Necesito saber quién va a llevarlo-. Pregunta el chico de los ojos rasgados.

-Hay un silencio momentáneo. Después los dos soltamos al mismo tiempo:

-Yo lo llevo.

Nos miramos en desacuerdo.

-Ponerlo en Frederic será un acto arriesgado, yo lo llevaré-. Me dice Wilson.

-Es mi responsabilidad-contesto-. Es por mi madre por la que vamos, así que yo lo llevo.

-Al diablo-suelta Wilson-. Ni en un millón de años te dejo. Yo me encargaré de ponerlo. Si algo me pasa, tú la encuentras.

Me quedo sin palabras, mirándole. Sabe lo arriesgado que será acercarse tanto a Frederic. Probablemente tenga que estar mirándolo a los ojos cuando le pegue el rastreador en la ropa. Quiere que, si lo descubren a él, yo pueda seguir buscando a mi madre

- ¿Crees que voy a dejar que hagas tal cosa por mí? -. Le suelto a la cara con molestia. No quiero deberle la vida de mi madre también. Ya le debo la mía.

-Es lo mínimo que puedes hacer por mí-. Dice con altanería.

-No puedes hacerte el héroe de esa forma-. Gruño.

-Yo seré quien lo decida-nos interrumpe Terrance tronando los dedos-. Esto no se trata de ver quien es valiente o no. El objetivo es llevar a cabo la misión con éxito.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora