Diecisiete

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Caminamos hasta la parada de autobuses en completo silencio. Después de un rato Wilson me suelta y me permite caminar a mi propio ritmo. Es común que a esta hora el transporte esté vació, así que me conformo cuando veo a una anciana sentada en la parte trasera del autobús, está tejiendo con un par de ganchos y no nos presta atención.

Recargo la cabeza en el cristal, miro a Wilson de reojo cuando se sienta en uno de los asientos del otro lado. Es tan incómodo como nos miramos de soslayo y luego fingimos que no nos estamos viendo. Termino por ignorarlo, hasta que lo escucho suspirar con cansancio y lo veo levantarse de su lugar. Me hundo en mi asiento cuando se acomoda a mi lado y guarda el resto del dinero que le quitamos al vago del callejón. Deberíamos agradecerle en algún momento, su valiosa aportación nos ha servido el autobús.

Mis ojos se pierden en el paisaje, las noches dejan de ser tan frías y la carretera yace obscura, rodeada de viejos edificios. Poco a poco Nueva Ángeles se pierde en el tiempo. Todos se olvidan de este lugar. Los que se van no regresan y los que se quedan terminan perdidos en las marañas del tiempo. Aquí los años no parecen pasar a prisa mientras la gente vive atrapada en la época noventera; escuchando música retro y mirando películas viejas.

Me gusta aquí, no solo por el hecho de que el ambiente en las calles tiene sabor familiar, sino porque es lo único que conozco.

-Acepto que estés molesta, no te culpo. Eso no quita que tenga que recordarte que no tenemos opción-. Dice Wilson en un susurro leve.

Las luces amarillas del transporte nos iluminan dándonos un tono de piel extraño. Noto el pómulo hinchado de Wilson, le veo marcas de dedos en el cuello. Parece que Marck también intentó asfixiarlo. Trato de limpiarme las manos, la sangre se ha pegado. Vuelvo a mirar por la ventana, evitando tener que mirarlo.

-Nací sola y sola me voy a morir. No necesito que me cuides -. Mascullo en voz baja.

Se encoje de hombros, exhausto.

-Yo no quiero hacerlo...

- ¡Entonces no lo hagas!

El conductor nos echa una mirada por el espejo al escucharme, la anciana no parece notarlo. Tal vez está sorda.

-A veces simplemente tenemos que hacerlo, Taylor-su voz se torna suave-. Porque va más allá de nosotros mismos, de nuestra voluntad. Es una fuerza que nos domina y nos obliga a hacer lo correcto, aunque no estemos de acuerdo con ello ¿Nunca lo has sentido? ¿Esa voz en tu cabeza que te repite una y otra vez que debes o no hacer tal cosa?

Me le quedo mirando como si él fuera el ebrio con el corazón roto y yo el cantinero. El ambiente es tan silencioso que incluso me duele. No se escucha más que el leve sonido del motor mientras el autobús marcha, y un rechinido cada vez que frena.

Me trago todo el coraje y dejo que las cosas fluyan. Después de todo, lo que Wilson dice no suena tan descabellado, incluso puede que tenga razón.

-Dime que nunca has escuchado esa voz susurrante.

- Claro que la he escuchado-aseguro-, me habla todo el maldito tiempo; pero no dejo que me controle.

-Tengo algo importante que decirte -. Susurra cerca de mi oído.

Le doy un empujón para que se aparte y recobra la postura.

-Que.

-Yo solo fui a buscarte porque vi algo inquietante. En realidad, no sabía que Marck estaba en tu casa.

- ¿Y qué es eso tan inquietante que viste?

Se toma unos segundos antes de responder:

-Antuan está tras el incendio.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora