Ciento uno.

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Las notas del periódico y los reportajes de televisión no le hicieron justicia a lo acontecido. Una noche después de los hechos salió la primera nota, pero nunca hablaron a profundidad sobre lo que pasó. En ninguna televisora mencionaron a los cuatro hombres y la chica sobrevivientes. Nadie habló de que uno de ellos salió del tunel cargando el cuerpo sin vida de uno de sus compañeros. No se mencionó lo sucios, apestosos, golpeados y llenos de sangre que se encontraban. Nadie habló de esos desconocidos que de haber salido a la luz habrían causado un revuelo nacional aún más grande y mediático del que se fermentó hasta meses después de la apreesion de Frederic Müller.

No hubo cámaras.

Nadie grabó el momento en el que uno de los chicos, con las manos devastadas y supurando mucho líquido se desmayó ante la mirada atónita de todos. Los telediarios retrataron el arresto de Frederic Müller, alias Johnson custodiado entre un grupo interminable de policias. Detenido por posesion de armas de forma ilegal, lavado de dinero, contrabando, asesinato y sobre todo por levantar una cortina de humo en torno a su asociación para convertirla en una empresa que manejaba, vendía y compraba hombres con el propósito de entrenarlos y rentarlos a quien pudiera pagar por ello.

Todo el país se enteró de la verdad. Una verdad donde nosotros existimos, pero nadie nos reconoció el haber sobrevivido.

Lo primero que veo al abrir el elevador es un cuarto negro. Hay una luz de emergencia encendida. Las paredes lucen verdosas llenas de moho, hay cucarachas merodendo por el piso y ese olor penetrante a retrete sucio sigue contaminando la habitación. Le tiendo la mano a Wilson y le sirvo de apoyo para que pueda caminar. Griffin vuelve a cargar entre sus brazos a Jackson y Luis que se mantiene de pie por sí mismo toma la delantera dándonos un panorama completo del lugar.

-Está libre-. Nos confirma.

-¿Hacia donde vamos ahora?-. Pregunta Griffin mirando a todos lados.

-Hay una puerta al fondo-. Susurro mirando en una esquina lejana, donde la luz aún pega lo sificiente.

Caminamos despacio, desechos, destrozados.

-Preciosa- murmura Wilson. Le veo sacar mi zapatilla-. Perdiste tu zapatilla ¿Verdad, princesa?

Sonrío.

-Gracias-. Le digo honestamente.

Parece a punto de pronuncia algo más cuando vemos a Luis destrabar la virja puerta de madera. Hace un esfuerzo impresionante y le veo llorar un poco cuando termina de girar una manilla oxidada.

-Déjame ayudarte-. Le dice Griffin.

-Tu no sueltes a Jackson-responde Luis-. Ya hicieron bastante por mí.

Sentimos correr aire fresco cuando abre la puerta, a continuación vemos una rampa que sube de forma inclinada.

-¿Realmente hay una salida de este lugar?-. Inquiero casi sin esperanzas.

-No pierdas la fé, preciosa-. Me dice Wilson.

Caminamos con trabajo por toda la rampa hasta una segunda puerta. Hay ruido del otro lado, el viento se cuela por los resquejos.

-¿Alguien tiene armas disponibles? -. Pregunta Griffin tratando de mirar por las ranuras de la puerta.

No hay que ser adivino para darnos cuenta que hay posibles policias al otro lado. Luces azules y rojas se cuelan de a poco, se escucha un bullicio silencioso. Temo que vayan a meternos a la cárcel por estar aquí.

Wilson me quita ka que traigo cargando en la mano junto con el tacón.

-Yo tengo una.

-Yo tengo otra en mi bolsillo -murmura-. No sabemos quienes son los que estan del otro lado. Cuando cuente tres necesito que levantes tu arma, Alexander. Taylor, sostenlo con fuerza.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora