Treinta y nueve

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- ¡Mamá!

La puerta de la entrada esta entre abierta. Miro hacia la calle cuesta abajo, no hay nadie en kilómetros, todo se ve oscuro y desolado. Entro a trompicones y enciendo la luz, la escena que aparece ante mi es escandalizadora y alarmante. Todo está revuelto. El contenedor con palomitas está volcado sobre la alfombra color crema, con las palomitas esparcidas por todos lados. Veo restos de lo que fueron platos de cerámica estrellados en el piso, hay utensilios de cocina regados por todas partes. Lo que realmente me alarma es la sangre que hay en el sofá. Me acerco lentamente aspirando el olor metálico, está fresca.

- ¡Mamá! -. Vuelvo a gritar.

Las heridas del cuerpo me arden cuando me muevo. Me digo una y otra vez que por más moribunda que me sienta no voy a detenerme. No puedo. Abro puertas, azoto las ventanas. No hay nadie en casa, se han llevado a mi madre. Frederic se la llevó, de eso estoy segura. Respiro con dificultad a causa del odio que me consume.

No pude hacer nada. Todo era una trampa si lo pienso, me sacaron de la casa para poder llevársela a ella y ahora no sé dónde está. ¡Ese maldito asesino la tiene!

Desesperada me llevo las manos al cabello apretando con fuerza, tomo el contenedor de las palomitas y lo azoto contra el televisor. Grito, caigo de rodillas, quiero descargar mi odio en algo, en alguien. De una patada termino de destrozar el televisor ¿de qué me sirve el maldito aparato si ya no tengo nada? No tengo familia. De que me sirve esta maldita pocilga si ahora me he quedado sola. Quiero destrozar todo. Quedo tendida boca arriba, respirando, tratando de contenerme. Por la cabeza me pasan las palabras que me dijo Den antes de dejarme a unas cuadras de mi casa.

- Ve a buscar a tu madre y váyanse de Nueva Ángeles. No pueden seguir viviendo aquí.

Me dejo las manos sobre la frente, mantengo los ojos cerrados. Hace apenas unas horas estaba aquí, bien, feliz. Tengo que hacer algo, tengo que encontrar a mi madre. Pero para eso necesito tranquilizarme. Sin querer imagino que Shane me abraza y me dice que todo va a estar bien. Él habría sabido que hacer, pero ahora está lejos. Se ha olvidado de su madre, de mí, de Nueva Ángeles. Como todos los que se van. Nunca respondió el mensaje de voz que le dejé. Que tonta fui al creer que realmente le importaba. Me froto los ojos, no pienso llorar por él, lastimosamente el dolor es tan intenso en mi pecho que es imposible contener el llanto.

El techo me parece tan alto que no creo poder levantarme de nuevo. Pienso en Wilson, él puede llevarme hasta mi madre; conoce a Frederic, es su padre. Debe saber algo que nadie más sabe, debe saber su dirección. Quizá el maldito llevó a mi madre a su casa. Wilson tiene que ayudarme. Es lo único que me queda, mi última esperanza. Sollozo un poco más hasta que siento que algo vibra en mi bolsillo, saco el móvil; es Wilson.

- Taylor ...

- Wilson ...- decimos al mismo tiempo. No lo dejo proseguir, lo mío es más importante-. Wilson ...mi madre. Frederic se la llevó, también tiene a Hannah. Ya no tengo nada - no aguanto y me limpio los ojos-. Era una trampa para sacarme de la casa. Wilson, no sé qué hacer. Me lo han quitado todo...

- Todavía me tienes a mí-. Susurra.

Trago lentamente al oír sus palabras.

- Escucha, yo nunca te he pedido nada y jamás creí que lo haría, pero...- suelto casi sin aliento - te necesito. Necesito que me ayudes a encontrar a mi madre, a salvar a Hannah. Ella no puede pagar por algo que no hizo. Por favor, es tu padre, lo conoces mejor que nadie. Tienes que ayudarme-. Me aferro al móvil mientras espero su respuesta.

- Yo ... Ron me delató - dice con voz cansina - lo escuché hablar en su oficina sobre mi hoy. Debió ver uno de los anuncios míos en internet y quiere el dinero. No puedo quedarme, la gente de Frederic ya debe estar buscándome. Les dio la dirección del gimnasio para que me atrapen, pero no puedo arriesgarme a que descubran donde vivo. De todas formas, ya saben que estoy aquí.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora