Noventa.

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Al final termino por aceptar nuestra penosa situación. Wilson se pasa largo rato en el otro extremo de la habitación. Con su nariz roja y los ojos pegados a un punto por encima de mi cabeza, o al menos eso es lo que trato de imaginar. No quiero tener que cruzar miradas con él. Yo me quedo sentada, la ropa sigue mojada y con el paso de las horas, el frío aumenta sigilosamente. Aprieto los dientes evitando el castañeo momentáneo, pero, sé que en algún momento dejara de funcionar.
No sé cuánto tiempo más pasa hasta que se vuelven a escuchar pasos ligeros. Wilson se pone de pie, yo ya no tengo ni la fuerza ni las ganas de hacerlo. Con todo esto solo deseo una larga siesta en una cómoda y calentita cama. Hay un sonido metálico cuando alguien corre una pequeña ranura del acero. Es de un compartimento implementado en la puerta. Empujan una charola que corre libre por el suelo y la vuelven a cerrar del otro lado.
-Oye- dice Wilson sin saber a quién-. ¡Oye, amigo! Quien sea, no te vayas. ¡Ayúdanos!
-Es inútil-contesto yo-. Saben lo que están haciendo. Trabajan para Frederic. Probablemente sea quien nos mate después, así que no empatices con él.
Wilson se estira todo lo que las cadenas le permiten. Afortunadamente el tipo ha aventado la charola con bastante fuerza, de otra manera las puntas de sus dedos nunca le habrían permitido alcanzarla.
-¿Crees que esté envenenada ?-. Pregunta cuando ya la tiene en las manos.
-Ni siquiera sabemos si es comida-. Respondo.
La charola es de una especie de unicel prensado, lo suficientemente resistente para soportar el peso del interior. Así desde fuera, parece una inofensiva cajita blanca. Cuando la destapa encontramos otros contenedores pequeños. En uno hay sopa espesa que impregna el ambiente al instante. Siento mi boca salivar con locura. El siguiente contenedor plástico tiene jugosos trozos de carne y una porción de lechuga, espinaca y jitomate. Pasta, rodajas de pan, una bolsa con galletas de nuez y al final una botella con agua.
Ambos quedamos atónitos. Está claro que Wilson también está enloqueciendo del hambre, los ojos le brillan sin control.
-¿Y si quieren matarnos con ella?-. Pregunta incómodo.
-Lo dudo-reviso el interior de la caja, hay una nota de papel doblada cuidadosamente. Después de leerla declaro-. Esta comida es para ti.
Levanto el papel en alto. La nota dice:

Alexander Müller. Disfruta tu comida.
Frederic.
Wilson chasquea la lengua con enfado.
-Siempre me prometí que nunca recibiría nada de ese hombre. Pero, estoy que me muero.

-Adelante-. Le aliento.

-No te vas a quedar mirando. Es de ambos. Los dos tenemos hambre- segura Wilson-. Voy a probar la carne. Si no me causa reacción alguna comerás conmigo.
Da una mordida a uno de los trozos. Mastica lento, saboreando más que con alivio, con precaución. Buscando sabores alarmantes. Me da el visto bueno acercando el recipiente hasta mí.
-No, no puedo.
-Vamos, Madd. No me hagas esto. Tenemos que comer. Anda.
Su rostro de preocupación me tienta, pero me siento tan mal. Sucumbo cuando insiste por segunda ocasión y me arrepiento casi al instante de haber esperado. Ese pequeño bocado me regresa el ánimo y tomo sin pensarlo una rebanada de pan para complementar.
Wilson ríe un poco.
-Sabía que te gustaría. Tienes buen diente.
-Mejor calla y come- digo con la boca medio llena-, que como dejes, me lo acabo.
Wilson empieza a comer con más primor, hasta que de la nada suelta un grito doloroso.
Los músculos se me tensan ante el inminente peligro de morir a causa de la comida.
-¿Que tienes? -. Inquiero asustada.
Se lleva una mano a la boca y con cuidado pronuncia casi a un grito.
-¡mi lengua, me he mordido!
-Ten más cuidado, come con calma-le pido relajándome-. Si sigues así no solo será tu lengua. Al rato volverás todo en un rincón y el cuarto se va a apestar.
Me mira con una especie de dolor en el rostro.
-Lo dices por experiencia ¿cierto?
No respondo. Sigo masticado.

-Con todo lo que ha pasado, nunca tuve tiempo de hablar contigo sobre eso. Sobre el encierro en la celda.

-No quiero hablar de ello.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora