Veinte

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Mi andar resuena en los pasillos y en mi pecho mientras voy de salida. Estoy harta, el director me ha expulsado cinco días, no por el incidente con la loca de Vanesy, sino por la pelea con Thomas. Esto apesta. El rostro me duele, tengo el labio inferior hinchado y una pequeña heridita en la barbilla. Y a hora tendré que permanecer alejada durante cinco días. En otras circunstancias lo habría tomado como un respiro, pero con tantos trabajos, proyectos y exámenes esto solo va a atrasarme mucho.

El director me ha advertido que cualquier materia reprobada y me quita la beca y con ella la oportunidad de seguir estudiando en Washington. Estoy en el filo de la navaja ¿Qué voy a hacer durante cinco días?

El lugar huele a cloro y un poco de naftalina, algo poco usual porque, aunque los pisos siempre están limpios, si cierro los ojos ahora podría jurar que estoy en un hospital. Una puerta se abre metros adelante y me detengo. Antuan sale cerrando antes la puerta por fuera, luego comienza a caminar sin voltear atrás. Parece no haberme visto.

Camina con paso firme y acompasado, pero cauteloso, espalda erguida y el pelo perfectamente peinado. Es atractivo de un modo intelectual, aunque bastante peligroso, tal parece. Decido caminar tras él y me convenzo de que no lo estoy espiando. Da vuelta por el pasillo de la derecha y hago lo mismo manteniendo una distancia prudente para que no me vea. Pasa por el gimnasio, el laboratorio y el salón de artes visuales. Sé a dónde se dirige.

La sangre me hierve al instante. Es tan sínico que va al área de cómputo mientras todos están en clases. ¿Qué se propone ahora? Tuerzo el ceño y me detengo recordando que Wilson y yo prometimos avisarnos antes de hacer algo peligroso y estúpido, y es justo lo que voy a hacer. Reflexiono. Estoy dispuesta a seguir a Antuan e interrogarlo para que al fin suelte la sopa, pero es exactamente lo que Wilson hizo con el tal Bill en el arenal, lo interrogó sin siquiera pensar en avisarme y yo le armé un tango.

"Esta es una situación completamente diferente". Me digo mientras veo escondida en el recodo de un pasillo como Antuan entra en el área de cómputo. "Claro que no, es exactamente lo mismo". Me grita la conciencia.

Si no le digo va a lincharme cuando se entere y posiblemente pierda su ayuda; y por mucho que me cueste aceptarlo lo necesito.

"Me odia porque cree que besé a su novia". Esa es otra posibilidad. Quizá no quiere hablar conmigo, quizá debo hacer esto sola, quizá estoy perdiendo tiempo valioso y Antuan saldrá en cualquier momento. Me decido al fin. Wilson debe estar en clase ahora, justo la clase de la dilatada profesora Salazar. No tengo opción, si no quiere escucharme será cosa suya.

Me alejo de la pared después de comprobar que Antuan no ha salido y echo a correr por los pasillos como alma que lleva el diablo, con paso ligero para que mis deportivas no resuenen por doquier. Los pasillos solitarios me facilitan el recorrido, derrapo cuando me detengo; en menos de cuarenta segundos ya estoy frente a la puerta de la clase de ciencias sociales. Me aliso el cabello para no delatar que he estado corriendo y toco con los nudillos. Giro la manilla de la puerta, asomando la cabeza. Toda la clase me presta una atención incómoda.

-Pase señorita, Taylor-me invita la maestra con una sonrisa-. Creí que se saltaría la clase de nuevo.

Me adentro en el aula. Ahí está Hannah, con los ojos rojos por haber llorado y la mirada expectante. Mi asiento vacío yace entre Hannah y Wilson que me mira igual que los demás. Thomas no está, así que supongo que después de su curación corrió con la misma suerte que yo.

Me acerco al oído de la profesora que se mantiene de pie y susurro muy bajito:

-No puedo quedarme, me han suspendido. El director me pidió que Wilson Graham se presente en la dirección ahora.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora