Noventa y tres.

6 2 2
                                    

Nunca un sentimiento de culpa y arrepentimiento me invadió de manera tan grande. ¿Es que a caso todo lo que hago es tomar malas decidiones? La verdad no lo sé y a estas alturas ya no me importa, aunque lastimosamente y para mi propio castigo siempre digo lo mismo.

Ahí está, sentado frente a mí sin quitarme  los ojos de encima porque debo parecer una plálida moribunda. Siempre sí resultó ser un idiota , y peor aún: un mentiroso. ¿Cuanto tiempo no compartí a su lado pensando que sería honesto conmigo? Lo sopeso. Mi mente se niega aún, pensando que a pesar de todo, hizo tantas cosas buenas por mí, pero una parte de mi corazon se niega, no puede aceptarlo; porque el simple hecho de ocultar mentiras me parece inaceptable en nuestra situación.  ¿Que puedo hacer? No sé, probablemente nada.

Poco a poco me tranquilizo. Ya no soporto esto, pero al menos toda esta basura ha distraido un poco mi mente para no pensar en mamá. Prefiero concentrar mi odio en Wilson que tener que aceptar una realidad tan dolorosa.

El aire frío me sienta bien y lo hara hasta que comencemos a congelarnos de nuevo. Me llevo la mano por encima del labio superior. Algo me hace cosquillas. Me tallo y cuando regreso a mi mano a su posición me doy cuenta que me está escurriendo sangre de la nariz.

-Limpié la primera gota- oigo decir a Wilson. Seguro está mirando mi cara de incredulidad-, no lo he intentado de nuevo porque temí por mi vida luego de que me arrugaras la ropa.

Le miro sin mucha expresión, no quisiera tener que mirarlo si quiera.

No recuerdo que alguna vez en la vida me haya sucedido algo parecido, ni siquiera cuando entrenaba hasta casi desfallecer. ¿Qué me está pasando?  Será que mi cuerpo ya no resiste más de todo esto? Debe ser alguna especie de señal. Será que está a punto de darme un paro? Quisiera solo poder dormir y ya no despertar nunca. Sería una manera bastante noble de dejar este mundo, pero por lo que sé, no todos son lo suficientemente afortunados. Nunca podré perdonarme por tanto. Todo parece ser un sueño con ciclos, que empieza nuevamente cuando estoy a punto de abrir los ojos.

Esta vez las malas noticias llegan sin avisar. Abren la puerta de un golpe sin hacer mucho ruido. Me levanto justo a tiempo para mirar a los ojos a Hannah, quien entra de manera cuantiosa con un bolso negro al hombro y luego de unos instantes pide al igual que Frederic, que los guardias de queden afuera. Wilson tambien se encuentra de pie, en estos instantes no parece que hemos sido apaleados en diferentes formas.
La Hannah desconocida suspira mirandonos con cierto interés.

-Debo decir que estoy impresionada-articula punteando sus pasos lentos con los talones-. 115 horas y contando. Nunca nadie había estado en esta habitación más de cuatro días y hubo sobrevivido, o se había visto demasiado cuerdo. Al menos eso dice mi padre. Oh, Tay ¿Te encuentras bien?-pronuncia al mirar el manchón mal limpiado de mi nariz-. Esto seguro no te está sentando nada bien ¿ Necesitas algo en específico?

-Largarme de aquí.

-Conoces la manera, Maddison-agudiza la mirada-. De hecho, por eso es que he vuelto. No sabes cuanto detesto escuchar a mi padre murmurar lo impresionado que está contigo. No me lo tomes a mal, pero, quiero que él me admire a mi también.  ¿Como haces para aguantar tanto dolor? ¿ Tantos golpes, tanta hambre y sed? Has podido ver a tu madre descuartizada y ... sigues de pie -. Parpadea dos veces con poca emoción. Cada cosa que sucede suena actuada.

La sangre vuelve a golpearme con fuerza hasta la punta de los cabellos, siento como si la batería se encendiera y me diera la potencia que necesito para poder golpearla. ¿ Como osa hablar de mamá de esa manera?

-No respondas-me susurra Wilson por lo bajo. Luego le dice a ella en voz alta-.No te atrevas a decir eso de nuevo.
-Tuve una madre que me dejaba sola en casa desde que tenía seis años. Un día se fue y crecí sola -digo sin quitarle la mirada de encima a la chica-. Estuve en un lugar donde nos golpeaban aún sin cometer errores, donde nos mataban de hambre y miedo. Me acostumbré a sentir dolor-. Miento descaradamente.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora