Cien.

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Jackson se mantiene inmovil con la mano en alto. El relicario brilla potentemente como si de algún diamante precioso se tratase. No le veo el rostro, pero lo imagino con la frente ceñida, tosca, fuerte. Demostrando que realmente no tiene miedo.

Wilson se aferra a mí con fuerza. Me detiene ágilmente cuando intento dar un paso al frente.

-Que no se te ocurra, preciosa-me susurra entre dientes-. Mientras más cerca estemos, más probabilidades tendremos de morir.

Se me hace un nudo en la garganta. Siento ese vaivén doloroso en la boca del estomago. La espalda de Jackson se mantiene firme, los musculos le marcan el brazo que levanta en alto.

-¡Vamos!-pronuncia con potencia-.¡ Abran la puerta!

Nadie se atreve a mover un pie. Griffin sigue tirado en el piso negro, en una especie de shock porque no parece poder creer que su mejor amigo le haya puesto la pistola de frente. Amenazando de forma frontal.

Los guardias no bajan las armas. Le apuntan desde el andamio fijo por encima de nuestras cabezas. Desconozco cuales sean las órdenes que tienen, pero ya podrían habernos matado a todos. Seguramente esperaban que estuviésemos lo suficientemente cerca para poder acribillarnos.

-Por favor-pide Jackson aún buscando entablar un diálogo pacífico-. No dejen que Johnson nos arrebate todo lo que tenemos. No somos malas personas ¡ No matamos por gusto! Lo hemos hecho par asobrevivir.

Uno de los muchachos baja su arma un poco, levanta la vista por encima de su mirilla y se gira a mirar a su colega al lado. Este le mira de reojo y ambos asienten. Bajan sus armas lentamente. Después el resto les imita con mucho tiento. Por un segundo tengo la esperanza de que todo va a salir bien, conforme al plan de Shane. Repentinamente todos los guardias vuelven a elevar las armas apuntando al frente. Me arrepiento de tener esperanza. Van a matarnos.

Entonces, el andamio sobre el que están todos se ve opacado por un sonido seco e inesperado que me deja más tieza de lo que ya estaba. El guardia delantero es derribado con una bala que le pega directo en la cabeza. Veo casi en cámara lenta su cuerpo. Recibe el impacto sobrepasando su guardia. Suelta el arma, sus brazos se abren en un santiamén y cae produciendo un golpe tosco, su cuerpo pega contra la pared, hay sangre embarrada en el metal mientras el hombre sucumbe lentamente. Todo esto parece una eternidad, pero solo pasan segundos hasta que miro atrás y vemos el pelotón que viene por nosotros.
Los guardias en realidad buscan defenderse de ellos, no levantaron sus armas en contra nuestra.

Siento el tirón de la mano de Wilson en mi brazo. Me levanto tambaleando, con el tacón pegado a mí.

-¡No se muevan!-. Nos ordena Jackson mientras se pone pecho tierra.

Atrás los hombres de Frederic avanzan con prontitud, todos armados, corren apuntando a las órdenes del que parece ser el jefe. Un hombre a la cabeza con la mejor puntería. Él es quien descuenta a todos los que puede de un tiro en la frente. Flaco, de un color enfermizo. Al fondo de una camioneta descapotable se levanta Frederic, mirando como todos los hombres del andamio son masacrados.

-¡Hay que correr! -grito-. Nos van a acribillar aquí.

Wilson parece no escucharme. Me mantiene sujeta del brazo con fuerza.

-No voy a soltarte, Maddison- me dice convencido-. Mientras estés conmigo no van a tocarte. No voy a permitirlo.

-Pero los chicos- mascullo-. Griffin, Jackson.

-Ellos pueden defenderse solos. A mí solo me importas tú, preciosa.

La pena me sube el rostro, enrojecido a causa de todos los acontecimientos. Quiero correr, escapar. Cavar un hoyo profundo en el suelo negro y desaparecer. Pero no puedo.

SANGRE RUDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora