XXII

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"Dime quién fuiste y te diré quién soy...pero dime qué eres y te diré quien fuí"

Después de un largo rato por el río, finalmente la compañía había logrado dejar atrás a los orcos. Bueno, al menos por un tiempo.

- ¿Alguien nos persigue? - cuestionaba Thorin

- Yo no veo nada - aseguro Balin

Se veía el cansancio en los enanos, la fuerza en sus brazos se debilitaba y casi se ahogaban. En los mismos barriles había agua que casi los terminaba por dejar inconscientes. Se notó cuando Bofur salio a la superficie a escupir el agua en su boca, luego de haberse ocultado dentro del barril.

- Creo que perdimos a los orcos - dijo Bofur

- No por mucho, no hay corriente - afirmo Thorin

- Bombur está mal - advirtió Dwalin

- Remen a la orilla - ordenó Thorin de nuevo - ¡Rápido acá!

Los enanos remaron como pudieron hasta la orilla. Algunos se les dificultaba por lo mencionado anteriormente.
Al final estos lograron llegar a la orilla con bien. Dwalin ayudaba entonces a sacar del agua al resto de los enanos. Algunos se apartaron ya sea para tomar aire o para descansar después de aquella aventura.
Por otra parte, Kili estaba adolorido y sus quejidos resonaban por toda la zona. Trataba de asimilar que todo estaba en orden, pero aún con eso Fili y otros le auxiliaron.

Fideth se había ido a otro rincón, apartada de los enanos. Sentía un dolor en el brazo y no quería preocupar a los otros. Una herida, un roce de una flecha había originado una pequeña herida. Tal vez durante el ataque algún elfo o uno de los mismos orcos fue el responsable de esa marca. No estaba segura de quién había sido y eso le preocupaba.
Si la flecha que había rozado con su brazo era la misma que recibió Kili no sería una buena señal. Después de haber inspeccionado la herida, limpió la misma con agua del río y la ropa, que por cierto tenía sangre.
Regreso unos momentos después con los enanos. Ninguno de le prestó atención debido a Kili y eso lo agradecía.

- Hay que avanzar - dijo Thorin desesperado

- ¿A dónde? - cuestionó Balin

- A la montaña, está muy cerca - dijo Bilbo

- Hay un lago entre nosotros y esa montaña. No hay forma de cruzar - aseguró Balin

- Solo hay que rodearlo - sugirió Bilbo casi desesperado

- Los orcos nos alcanzarán, de eso no hay duda. Y no tenemos armas para defendernos - dijo Dwalin

- Venden su pierna ahora - ordenó Thorin refiriéndose a Kili - Tienen dos minutos

Los otros enanos se concentraron en descansar y recuperar fuerzas. Algunos trataban de secarse y retirar el agua de sus botas, tal era el caso de Ori quién estaba sentado a la orilla del río. De pronto una figura alta y armada con un arco apareció de pronto alarmando a los enanos.
Dwalin iba a atacar con la ayuda de una rama pero el hombre fue más rápido y lanzo una flecha a el arma del enano. Kili intento lastimarle con una piedra pero, de nuevo, el tipo fue más rápido y volvió a arrojar una flecha a la piedra.

- Están muertos, si continúan - amenazo con su arco el hombre

Los enanos no dijeron o hicieron más. Estaban perplejos por lo sucedido y preferían hacer caso a la advertencia del hombre misterioso.
La mirada del hombre repentinamente se posó en Fideth que también le miraba atónita y tiritaba del frío.
Balin notó que detrás de este hombre había una barcaza, supuso que era proveniente de una ciudad cercana al lago.

Puente Entre los MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora