XLIV

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"

Lo bueno de perderlo todo....es que ya no tienes nada que perder"

....

"Siento frío...ahora siento calor, el clima se comporta raro... pero porque escucho mi voz como si estuviera hablando sin siquiera mover mis labios"

Los ojos color esmeralda de la joven mestiza se abrían con lentitud y dificultad. La luz que emanaba de aquel lugar era tal que podía dejarte ciego si la mirabas directamente. Fideth, con ayuda de su mano, tapaba la entrada de luz que daba a sus ojos, lentamente se fue levantando del suelo y cuando la luz fue disminuyendo pudo lograr divisar mejor lo que había a su alrededor.

La luz que casi la dejaba ciega era en realidad la luna llena que se alzaba en medio de ella. Pero era su brillo el que le mostró el lugar. Una pradera llena de flores de colores y pastos que soltaban un aroma delicioso, pero que a la vez le era familiar a Fideth. Las aves volando con rapidez hacia sus nidos mientras silbaban haciendo de ese lugar un paraíso mágico, digno de un cuento de hadas, y aquellos árboles y colinas sentía que las conocía como la palma de su mano. Pero era extraño, incluso siendo de noche, no recordaba haber estado ahí ¿O si?

Completamente de pie, se percato de que su ropa era diferente. Llevaba puesto un vestido largo de un color azul zafiro, su cabello recogido en una coleta, y las heridas que alguna vez tuvo, habían desaparecido como por arte de magia. Se miro confuso unos segundos, y luego, percato un olor que le estremeció el corazón. Fue avanzando, no había nada mas que pasto verdoso y mas árboles, hasta que un sendero de tierra iluminado por varias luciérnagas y repleta de pisadas de caballos y otros animales apareció delante suyo, lo siguió y mientras más avanzaba, más incrementaban los latidos de su corazón y sentía como sus piernas desesperadas rogaban por correr. Se extraño claramente, aun sentía la sensación de conocer esas praderas, esos árboles y esos olores. Y finalmente, a lo lejos, diviso puntos amarillos, como si fuesen antorchas, además del olor de la leña recién quemada. Corrió a toda velocidad sin detenerse, hasta que estuvo en la punta de la colina lo vio... y fue entonces que las lágrimas brotaron sin previo aviso.

Una aldea de hombres se encontraba repleta de niños, jóvenes, adultos y ancianos, y todos ellos andaban de un lado a otro felices y festejando mientras bailaban y cantaban. Fideth miraba esa aldea con una expresión de asombro, nostalgia y felicidad mientras las lágrimas salían a cántaros. Pero aun tenía la incógnita del motivo de sus sentimientos. Se adentro entonces en la aldea, quizás allí encontraría la respuesta.

La gente la ignoraba, tal vez le daban más importancia al festejo que a ella y eso lo agradecía. Miraba a todos los rincones sin reconocer a nadie, pero las casas y esos olores... no podía dejar de pensar que las conocía desde hacia años.

Y puede que tuviera razón.

Se detuvo en seco al escuchar la voz de una mujer. El canto de una voz delicada y suave que le trajo recuerdos... una voz que conocía a la perfección.

La noche se asoma
Deja ver a la luna
Que muestra su alma
Y forma una pequeña cuna

Giro y miro en dirección de la voz encontrándose con una mujer joven, de cabellos castaños y lacios, de piel casi blanca y suave que le daba la espalda. Se cerco a ella lentamente mientras la admiraba bailar y cantar descalza alrededor de una fogata con una bebé en brazos.

Mostrándose entre las más bellas
Con su brillo resplandeciente
Esa luz que ahuyenta la oscuridad
Y las pesadillas
Esa luna creciente
Que se alza en el cielo
Trayendo consigo esa felicidad

Puente Entre los MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora