XXIV

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"Uno con el mundo"

En otra parte de la tierra media, exactamente en aquel muelle donde los enanos conocieron al insólito barquero, se encontraba Tauriel armada con su arco. Recorría el lugar en busca de algo.

Una presencia cercana la tomo por sorpresa, pero no lo demostró. Rápida y sin dudarlo, giro su cuerpo sujetando el arco apunto de disparar en dirección de la presencia. Se alegró de saber de quién se trataba.
Aquél príncipe elfo estaba a tan solo unos metros de ella en la misma posición.

- Creí que eras un orco - le hablo en élfico

- Si yo fuera un orco, tú estarías muerta - le respondió en la misma lengua

Tauriel sonrió ante el comentario de su subordinado. Bajo el arco y volvió a fijar su mirada hacia la ciudad del lago.

- Tauriel no puedes cazar a treinta orcos tu sola - dijo Legolas

- Pero no vengó sola - recalcó y miro con una sonrisa de orgullo al elfo que le sonrió de la misma forma

- Sabías que vendría -

Ella agrando su sonrisa.

- El rey está molestó Tauriel - aseguró Legolas - Mi padre te ha protegido por 6 siglos. Te favoreció. Traicionaste su confianza. Desafiaste sus órdenes

Tauriel solo se limitaba a mirarle seria.

- Regresa conmigo, él te perdonará - hablo en élfico

- Pero yo no. Si vuelvo yo no me lo perdonaré - dijo ella también en élfico - El rey jamás ha dejado que los orcos pisen nuestras tierras, pero dejo que este grupo cruzará la frontera y atacará a los prisioneros - volvió a hablar en lengua común

- Está no es nuestra pelea -

- Si es nuestra pelea. Esto no se queda aquí. Con cada victoria esa maldad va creciendo. Si obedecemos a tu padre no haremos nada más que ocultarnos tras los muros, vivir la vida apartados de la luz y la oscuridad descenderá - explico ella

Legolas sabía que ella tenía razón. Su rostro lo delataba pero era claro que no se iba a dejar convencer, al menos no tan fácilmente como ella hubiera esperado.

- ¿No somos parte del mundo? - cuestionó recibiendo la mirada dudosa del elfo - Dime ¿Cuando dejamos que el mal fuera más fuerte que nosotros?

Legolas seguía sin estar convencido. Dirigía su mirada a la ciudad del lago tratando de asimilar las palabras dichas por la elfa. Bajo la vista unos momentos y dio media vuelta decidido a regresar pero se detuvo al instante. En suelo, lo que parecía ser una tela ensangrentada le sorprendió. Se agachó y tomo la misma inspeccionándola y de pronto un olor en ella le pareció familiar.

- ¿Aquí estuvieron Fideth y los otros prisioneros? - cuestionó él angustiado

- Si y los orcos igual - respondió ella extrañada

Legolas se mostró un tanto asustado y preocupado cuando volvió a mirar la ciudad del lago.

- ¿Que es lo que ocurre? - cuestionaba más preocupada

- Tenemos que encontrarla ahora - dijo y corrió en dirección del caballo que llevaba consigo seguido de Tauriel

Al estar ambos sobre el lomo del equino salieron a toda prisa hacia la ciudad esperando que no fuera demasiado tarde.

De nuevo con la compañía.

La mayoría de ellos estaban terminando de almorzar, otros se encontraban dando vueltas en círculos impacientes por la noche y otros pocos hablaban entre sí para matar el aburrimiento.
Pero Fideth mejor se apartó de ellos. Ella estaba en el piso de abajo de la casa de Bardo, sentada y pensativa mientras veía la montaña solitaria. Imaginaba como sería el interior de la misma y los grandes salones, cámaras y habitaciones que alguna vez estuvieron bañadas de luz dorada. Imaginaba todo aquello que creía posible solo en las historias contadas por los libros, su madre y abuela.

Puente Entre los MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora