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Un paisaje repleto de sangre y muerte. Los enanos de las Colinas de Hierro y los elfos del Bosque Negro seguían en combate contra el ejército de su oponente, Azog, quien solo observaba desde lo lejos su obra maestra. Estaban acorralados y sus fuerzas se debilitaban, y Dain lo sabia, ordenando a sus tropas replegarse hacia la montaña.

- Ahora se acerca su fin - decía a los suyos Azog - ¡Preparen el asalto final!

Y de nuevo la corneta de los orcos se hizo escuchar. Los orcos combatientes se prepararon en filas rodeando la montaña entera, sin dejarle escapatoria a ninguno de los enanos.

No habría manera de ganar, incluso la compañía de Thorin lo sabia de antemano, algunos yacían sentados con la mirada baja, pensativos en realidad. Otros caminaban de un lado a otro inquietos, con ansias de desafiar las ordenes de su rey y saltar la montaña para ayudar a los suyos en esa dura pelea.

Pero no fue hasta que, en el pasillo que era iluminado por una luz amarillo brillante, divisaron la figura de aquel enano Fuentes de Plata, vestido de manera diferente y con una espada en mano, caminando en dirección de ellos. Todos le observaron detenidamente, pero fue Kili el que actuó poniéndose de pie y aproximándose a su tío.

- ¡No me voy a ocultar detrás de un muro de piedra, mientras otros pelean nuestras batallas por nosotros! - le reclamo con furia y tristeza - Eso no esta en mis venas Thorin

Thorin, se detuvo cuando estuvo frente a frente de su sobrino, mirándolo con ojos cristalinos.

- No, no lo esta - dijo tranquilo, desconcertando levemente a Kili - Somos hijos de Durin, y la gente de Durin, nunca huye de una pelea

Ahora en ambos se veía reflejada una sonrisa, una sonrisa que expresaba alivio y sinceridad. Finalmente, el Thorin que conocían y su rey, había recapacitado y vuelto a la realidad. Era tanta la emoción que Kili intentaba evitar las lágrimas, Thorin lo noto y simplemente lo tomo con suavidad de la nuca y apoyo su frente con la ajena. Al separarse, Thorin se dirigió hacia los demás.

- No tengo derecho a exigirle esto a ninguno - hablo serio y claro - Pero por última vez ¿Me seguirían?

Y entonces fue así como toda la compañía empuño sus armas y escudos, dispuestos a pelear una última vez, junto a su rey. Y todo esto mientras que a las afueras de la montaña, justo en Dale y mas allá, los elfos y hombres peleaban aun contra los orcos restantes. Además de que eran acompañados de un mago y un hobbit que no se dejaban vencer con facilidad.

- ¡Aun no! Esperen... - ordeno Azog antes de lanzar su último ataque - Esperen...

Los orcos se impacientaban y solo gruñían y rugían por pelear y acabar de una vez por todas con los enanos. Y Azog lo dedujo.

- Ataquen ¡Ahora! -

Entonces la corneta de los orcos volvió a escucharse por todo el reino, haciendo que los ejércitos avanzaran a paso lento hacia la entrada de Erebor, sin imaginar lo que ocurriría después. 

Justo encima del muro se hallaba Bombur sosteniendo una trompeta, misma que hizo sonar y retumbar las tierras atrayendo la atención de todos, incluso las de un par de elfos y una mestiza.

- Thorin - susurraron Bilbo y Fideth

Y cuando la trompeta callo, el muro fue derrumbado por una gigantesca campana dorada que resonó con ese golpeteo, abriéndoles el paso a Thorin y compañía, quienes iban a toda prisa con sus armas en mano, y con su rey dirigiéndoles.

Los orcos dieron un paso atrás con cierto temor, mientras que Azog gruño furioso al ver a los enanos salir de Erebor. Pero ahora, las sonrisas de alivio se plasmaron en el ejército de Dain por ver al fin al que consideraban como su rey.

Puente Entre los MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora