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"Oro en cantidades inconmensurables y cámaras bañadas en luz dorada...pero es un tesoro que se adquiere a un terrible costó"

La gente de la ciudad del lago iba de un lado a otro, buscando provisiones, ayudándose unos a otros con la esperanza de sobrevivir. De entre las aguas Bain y Bardo salían en busca de su familia.

- ¿Estas bien? - cuestiono Bardo a la vez que ayudaba a su hijo a salir completamente del agua

Bain asintió como respuesta. Al estar incorporados, ambos comenzaron a buscar y ayudar de paso a los que lo necesitaban. En uno de esos momentos, Bardo a lo lejos observo como Alfrid y una mujer discutían.

- ¡Eres una rata despreciable! Antes  muerta que seguir a alguien como tú - dijo ella dándose la vuelta para irse pero Alfrid se lo impidió al sostenerla del brazo

- Tal vez se puede arreglar - Alfrid alzo la mano, dispuesto totalmente a golpear a la mujer que lo miraba con temor, pero alguien, de la misma manera, se lo impidió

- Yo no me pondría en contra de tu gente Alfrid, ahora no - dijo Bardo a sus espaldas haciéndolo girar para luego ser derribado por Bain

Tilda y Sigrid escucharon a lo lejos y se aproximaron al lugar para encontrarse con su padre y hermanos con vida y a salvó.

- ¡Aquí estás! - dijo Tilda feliz

- Ven aquí - dijo Bardo extendiendo sus brazos para recibir a Tilda, Sigrid y Bain abrazandolos fuertemente

El reencuentro familiar fue emotivo, algunos ciudadanos los veían con felicidad mientras que otros los ignoraban. Pero la atención se centraría en ellos cuando un hombre habló.

- Fue Bardo, el mato al dragón. Yo ví cuando paso todo. Él derribo a la bestia, la mató con una flecha negra -

Todos al saber esto elogiaron y agradecieron a Bardo aunque esté último en realidad parecía pasar por alto los comentarios, además de que estaba distraído buscando a alguien con la mirada.

- ¡Sí!, ¡Honren todos al cazador de dragones!, ¡Honren todos al rey Bardo! - expresó Alfrid alzando el brazo de Bardo que, en el último comentario, instantáneamente zafó de su agarré - Yo lo he dicho muchas veces amigos, esté es un hombre de noble vasta y un verdadero líder

- No me llames así - ordenó Bardo extrañando a Alfrid - No soy gobernador de esta ciudad ¿Dónde está él?, ¿Dónde está el gobernador?

- Muy lejos por el Anduil, con todo nuestro oro, no lo dudo. Tu sabes eso - dijo la misma mujer de antes en dirección de Alfrid - Lo ayudaste a vaciar las arcas

- No. Yo traté de impedirlo - se refugio detrás de Bardo al ver que la multitud comenzaba a abuchearlo - Suplique, imploré. Le dije gobernado, no

La gente no le creía en lo absoluto, seguían insultandolo y se acercaban cada vez más a él molestos.

- Recuerden a los niños - dijo y tomo del brazo a Tilda - ¡¿Que nadie toma en cuenta a los niños?!

Tilda molesta, piso el pie de Alfrid zafandose del agarre de este y provocandole dolor.
La gente entonces aprovechó ese momento para tomarlo por las extremidades y tratar de hacerle daño lo que provocó que Alfrid gritará sin parar. Nadie estaría dispuesto a soltarlo, debían darle su merecido, pero aún con ello mente Bardo se interpuso.

- ¡Ya basta, liberenlo, sueltenlo! - la gente lo soltó dejándolo caer - ¡Miren a su alrededor!, ¡¿No han tenido suficiente muerte?!

Alfrid intento levantarse pero Bardo, nuevamente, lo arrojó al suelo.

Puente Entre los MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora