Un arma de otro mundo

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Creo que con la mañana siguiente se cumplieron 4 días desde mi muerte en el parque aquel. Ni una semana siquiera, y habían pasado ya demasiadas cosas. 

Empezando por un amigo que resultó ser elemental, terminó en que ahora tenía que aprender a usar los poderes de un sujeto que por quedarse durmiendo acabó fusionado conmigo, sólo para impedir que un químico maniático con cicatrices negras viniera a matar a todos.

Esto es un verdadero asco.

Apenas abrí la puerta, me encontré con el rostro de siempre, pero con una mirada más relajada que el día anterior. Al menos esta vez estaba vestido un poco menos formal, aunque seguía pareciendo un ratón de biblioteca. Sus nuevos lentes no ayudaban.

- ¿Desde cuándo usas lentes?- le pregunté directamente.

- ¿Te gustan? Sólo los uso cuando tengo que hacer cosas en la computadora. 

- No, te hacen ver como mi abuelo. ¿Cuántos años dices que tienes?

- ¿Eso es un insulto? Los ancianos se supone son venerados por su sabiduría.

"Qué insufrible"

- ¿Fumaste de esa cosa anoche o algo? Te ves algo distinto. Hoy estás más... relajado.

Se sonrojó de inmediato y me tapó la boca con la mano.- Te dije que era un secreto, ¿quieres bajar la voz? Y no me obligues a buscar a la fuerza en tu memoria acerca de lo que pensaste ayer.

- Vaya, vaya, ¿primero el objeto y ahora metiéndote con el nuevo? Eres un baúl lleno de sorpresas, Phsy- Aria pasó por nuestro lado, con el uniforme puesto y el habitual abanico- No diré nada sólo porque traes el uniforme. ¡Y espero que me invites un día de estos a usarlo!- Se alejó riéndose, mientras Épsilo se tapaba la cara intentando ocultar su vergüenza. 

- ¿Ese es tu uniforme? Pensé que era la ropa robada de algún armario del asilo. 

- Deja mi ropa en paz, ahora larguémonos de aquí.

- ¿Para qué traes el uniforme de todas maneras? No se diferencia mucho de lo que usas normalmente. 

- Tenían razón en lo de potenciar los elementos, es como traer un arma encubierta de ropa formal. Además me gusta cómo queda, ¿porqué no traes tú el tuyo? Podría servirte para tu entrenamiento, por no mencionar que se supone que estamos en una escuela.

- No es lo que definirías como algo encubierto, además me haría parecerme más a él... y eso no ayuda en nada.

- Como quieras- Me tomó del brazo y nuevamente nos transportó al elevador. Aunque ya lo había hecho antes no dejaba de asombrarme el hecho de que pudiera hacer eso.

- ¿Era necesario? Podíamos caminar y ya.

- Entre menos tenga que oír involuntariamente tus pensamientos es mejor. No lo tomes a mal, pero es algo estresante cuando estoy rodeado de personas. Y tu mente no es precisamente una biblioteca en silencio.

- ¿Me estás llamando ruidoso? 

- Sólo entra ahí y ya. Te esperaré aquí en cuanto termines.

- Bien- Me voltee para meterme en el elevador, y una vez sentado, me coloqué en la misma posición. El viaje fue más tardado esta vez, y por poco me quedaba dormido de no ser por una fuerte cachetada.

- ¡AU! ¿QUÉ  OCURRE?

- Casi te regresas, que bueno que estaba despierto- Galactic se sobaba la mano mientras hablaba- ¿Listo para empezar?

- No tengo opciones, ¿qué toca hoy?

- Te enseñaré a usar un arma- sus ojos estaban brillando.

- ¿Arma? ¿Te refieres al uniforme? Porque si es así me temo que no traje-

- Estoy hablando de un arma real- sonaba emocionado- digamos que cada elemental tiene su manera propia de luchar, y aprovechando eso creamos nuestras propias armas.

Armas propias de cada elemental... Silvan había sacado un escudo de madera de su collar como defensa varias veces y sirvió de mucho, Aria usaba siempre su abanico para reconocer su alrededor y Marina llevaba un tridente que usaba como soporte. 

¿Pero yo? Yo sólo había usado ramitas y piedras para defenderme a distancia. Sé pelear frente a frente, el bullying te enseña algunas cosas. ¿Pero un arma?

- ¿Y cuál es?

- ¿No la ves? La traigo puesta.

Busqué a través de sus prendas pero no veía más allá de las pulseras, su ropa, el cinturón y el collar. Era algo muy común entre los demás, ¿dónde estaba lo espontáneo?

- Oye, que tengo buen cuerpo pero tampoco es para que mires tanto, ¿las ves o no?

- ¿Buen cuerpo? Ya quisieras. Y no, no encuentro nada.

- Exacto. Mi... nuestras armas eran conocidas como los 7 Halos.- Hizo un ademán y 7 círculos amarillos brillantes surgieron de su cuerpo. Dos de sus muñecas, dos de sus pies, uno del cinturón, uno de su cuello y uno más encima de su cabeza. 

- ¿Cómo pensabas que viera el de la cabeza?

- Ahí había una pequeña trampa, pero aquí los tienes.- Rodó los anillos por el suelo y se adhirieron a los mismos lugares donde habían estado antes, sólo que esta vez en mi cuerpo.

- ¿Qué tal? Somos de los pocos que no necesitan esconder su arma porque pasan desapercibidas.

- Me siento como esos perros con collarín. Pero al menos son cómodos.

- Si apagaran las luces podrías hacer una coreografía de "estrellita dónde estás". 

- Ya lo intentaré algún día. ¿Cómo es que se ataca con esto de todas maneras?

- Ohohoho- hizo una risa maquiavélica que parecía  Santa Claus en una tienda con rebajas- Verás querido, esos anillos están hechos de los mismísimos anillos de Saturno, y hacen más que brillar y ser cómodos.

- ¿Y qué con eso? No entiendo como es que esto sirve de arma.

- Lo sé, pero para eso no necesito explicarte, debes de vivirlo tú. ¿Recuerdas que te dije lo de la coreografía?

- Sí, y era sarcasmo lo de hacerla algún día.

- Que pena, porque esa coreografía tiene las posiciones básicas de nuestro ataque. Así que a bailar, estrellita.

"Esto va a acabar mal"





Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora