Al final no vino la chica, vaya decepción. En fin, te sigo contando.
Me encontraba en la última hora de clase, esperando a que las clases finalmente terminasen, pues era el último día (y sinceramente, no me apetecía estar en casa ni en clases, pero al menos mi casa era un poco más pacífica que la escuela).
La última hora era Ética, y de todas las del curso, ésta clase parecía ser la más aburrida y tediosa de todo el curso escolar.
Como es común de mí, mientras el profesor explicaba y mostraba su presentación, me distraje viendo por la ventana y divagando en mi propio mundo. Estaba continuando con la reflexión del universo sin reglas ni prohibiciones cuando el profesor me preguntó mi opinión acerca del tema.
-¿Y bien? Alumno Alcíone, díganos: ¿porqué la naturaleza debe sucumbir ante las normas del ser humano? Conocemos bien sus argumentos, así que por favor no me haga sacarlo de la clase.
(Ah, es verdad, mi apelido es Alcíone, no me acuerdo de mi nombre y nadie al parecer)
- ¡A-Ah! Sí, este- eso es porque em ¿La humana raza debe de...? Ehh, sí, lo que dijeron antes.
- ¡INCORRECTO! ¡Y ENCIMA INCOMPLETO!- me gritoneó el profesor, mientras los demás se reían- ¡LOS SERES HUMANOS DEBEN DE PREVCALECER SOBRE TODO!¡VENGA AL PIZARRÓN O SÁLGASE DE LA CLASE DE INMEDIATO!¡SU PRESCENCIA NO HACE MÁS QUE OBSTRUIR EL CONOCIMIENTO DE SUS COMPAÑEROS!
- Ah claro, permítame usted entonces.- dije, aun perdido en mi mundo.
En cuanto dije eso preferí salirme del salón a seguir soportando la humillación pública que aquella clase significaba. Apenas salí, el profesor me cerró la puerta en la espalda y no la abrió durante los siguientes 30 minutos, pero aún así no dejaba de sentir las miradas de burla de todos mis compañeros. (no amigos)
Para mi fortuna, aquel espacio del pasillo era bastante amplio, por lo que pude sentarme en el piso con las piernas totalmente extendidas. Como no podía estar tanto tiempo sin hablar o moverme, saqué de mi bolsillo un pequeño telescopio que mi madre me hizo cuando era pequeño.
Ella me decía que cada vez que el mundo me pareciera pequeño intentara "mirar a otro universo" a través de ese telescopio. Vete tú a saber porqué, pero aquel telescopio me servía demasiado cuando sucedían estas cosas.
Por la mirilla, podías observar imágenes que ibas rotando con un engrane que estaba encima de la lente. Veías constelaciones, estrellas, planetas... como decía mi madre, otro universo. Aquello me relajaba mucho, y era tal vez la única cosa a la que realmente le ponía atención en la vida (ni siquiera a Chris, pero él lo entiende... entendía).
Finalmente sonó el timbre y guardé mi telescopio, porque sabía lo que venía. Me quité enseguida de la puerta y sólo me hice a un lado.
Conté hasta 5 y el espectáculo de la estampida de animales con hormonas por las cimas comenzó. Podía ver, desde la esquina del pasillo, como los corredores se llenaban y se vaciaban en un santiamén. Era casi como magia.
Después de que todos salieran, yo seguía allí, pues esperé hasta que el mismo maestro se largara de una vez del salón. Hecho eso, me volteé para entrar y casi choco con Chris, que de alguna forma logró anticipar mi tropiezo y se hizo a un lado a tiempo.
- ¡Eh! ¡Con cuidado!
-¡Ah! ¡Lo siento!
- Jeje, venga ya hombre, vámonos de una vez de esta pocilga. Ten, tu mochila.
Recibí la mochila y nos fuimos tranquilamente por los pasillos hasta llegar abajo. Por el camino, íbamos hablando de todas las cosas que más odiamos del curso, y de las cosas que probablemente nunca debieron haber sucedido.
Llegamos a la salida, que estaba al lado del auditorio. No era de sorprenderse que estuvieran los neandertales del curso golpeando su cabeza contra una manzana, viendo quién podía romperla primero y riéndose como hienas desenfrenadas.
Sólo quedábamos aquellos chicos y nosotros en la salida, de modo que quedamos frente a frente con la salida abierta, como las puertas del cielo esperando a que nos largáramos del infierno.
- Bueno, amigo mío, se acabó un año de pesadillas y humillaciones, no te olvides de escribirme en vacaciones ¿eh?- dijo Chris, con un tono mandón.
- ¿Te parece como que tengo alguien más a quien?
-¿Familiares lejanos tal vez?
- Como si a mi familia le importara que existo, ¿no tendrás familia que quiera adoptarme?
- Dudo que acepten más gente estúpida.
No sé qué tan fuerte nos reímos (que raros que somos... éramos... era él) pero llamamos la atención de los chicos que estaban rompiendo sus neuronas contra el fruto. Se nos acercó Marcos, el que parecía ser el "líder" de aquella sociedad de primates.
- ¡Eh! ¡Pero si son mis mariquitas preferidos! Awww ¿se estaban dando su beso de despedida?
No tuve ni las ganas ni las pelotas suficientes como para hacerle frente. Marcos era alguien mucho más alto que Chris y que yo, además de ser el fundador del club deportivo de la escuela. Pelear contra él sería como ir contra una pared de ladrillos: sin cerebro, pero dura de tirar.
Pero bueno, mi problema no era el de Chris, a él le sobraba la motivación.
- ¡Eh! ¿Por qué tan interesado? ¿Tanto te gustaría participar en un romance de tres? Ahhhh es verdad, perdóooon que se me olvidaba que ya participaste en uno- Marcos hizo una cara de tristeza- ¿eh, porqué la cara? Ah, cierto, que no salió tan bien porque tu ex-novia se fue con el otro chico en vez que contigo. Una pena, aunque no culpo a tu ex-novia por irse.
Marcos estaba hirviendo de ira y arremetió contra Chris. Por suerte para Chris, la manzana que tiró Marcos me quedaba cerca, así que se la lancé en la cabeza (Gozo de buena puntería, gracias al cielo) y acerté justo en el ojo de Marcos, por lo que a Chris le dió tiempo de esquivarlo.
Ahora claro, eso para fortuna de Chris, porque para mi desgracia arremetió contra mí, tirándome en seguida al piso. Sus amigos los monos salieron del zoológico de atrás del auditorio y se juntaron en un círculo, golpeándome y pateándome mientras estaba inmóvil.
Bien, tengo un recuerdo muy borroso acerca de lo que pasaba. Encima, el día estaba nublado y no veía con claridad dónde acababan el cielo ni la tierra.
Y aquí es donde todo empezó a perder sentido, porque sí que tengo un recuerdo, y uno muy claro:
El de Chris transformando su brazo derecho en una red de ramas que formaron un tronco gigante, con el cual golpeó y tiró de una sola a Marcos y a los demás. Después, se hincó e hizo algo con el suelo, pues sentí que vibraba y luego salía algo del piso. Un rato más tarde dejé de escuchar las voces de aquellos chicos, y sólo ahí la mano de Chris se transformó de nuevo en una mano humana normal.
Al final de eso, sólo escuché a Chris levantarme y quejarse de que pesaba mucho. Supongo que después me llevó a mi casa.
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Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacio
Ficção GeralUn chico con TDAH, una noche estrellada, un amigo falso... y una serie de cosas que ni yo acabo de entender. Ah si, y el maldito destino. Eso es lo que básicamente define todo lo que me pasó, ah claro, y lo que vas a encontrar aquí en la historia...