Raymond Lectro, acosador destellante y obsesivo

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Entonces, sentí una chispa que pasaba al lado de mí muy rápido, casi imperceptible. Vi al profesor levantar su brazo izquierdo en posición de pedir aventón a los coches, y de la nada los truenos y las nubes oscuras desaparecieron, y con ellas se materializó aquella chispa, formando a un chico con el cabello despeinado, güero y puntiagudo. Llevaba unas flores rojas en la mano, las cuales casi deja caer cuando se estrelló de lleno con el brazo del profesor.

Una vez el chico se cayó al suelo, Rockridge se enderezó y le dijo:

- Jovencito, ¿qué hace usted aquí? ¿No debería estar en un entrenamiento justo ahora?

Pensaba que el chico había quedado inconsciente, pero se levantó muy rápido y volvió a intentar pasar entre nosotros, pero volvió a pasar lo del brazo. Esta vez, el chico si respondió:

- Eh venga viejo, sólo le traigo las flores y me voy. ¿Qué tiene eso de malo?

El profesor hizo el mismo gesto de hartazgo, diciéndole:

- ¿Qué acaso los valores que se enseñan aquí son invisibles? El respeto a la privacidad es importante. No sólo de Aria, de las chicas que están aquí en general.

De fondo, se escucharon a las ninfas y a Aria hablar.

- Venga ya Aria, dile que sí al chico, ¡Es un buen partido! ¡Y encima es deportista!

- ¡Exacto! Además, eres a la única del curso que le hace caso, ¿No lo ves? Tiene a toda una generación tras de él ¡Pero él sólo te quiere a ti!

El chico aquel pareció escuchar eso, y le gritó a Aria:

- ¡Justo eso! ¡Sólo te quiero a ti!

La voz de Aria sonó, a la vez que el cielo se obscurecía de nuevo y un viento fuerte comenzaba a soplar. Ella también cambió, y sus ojos brillaron tan intenso que parecían neones.

- ¡¿CUÁNDO VAN A ENTENDER QUE NO LO QUIERO A ÉL!? ¡MALDITA SEA, YA DÉJENME EN PAZ!

En ese instante, el chico cambió de forma también, y el cielo comenzó a chisporrotear. Él sacaba chispas de su cuerpo, a la vez que su sonrisa se hacía más grande y sus ojos brillaban.

- ¿Ya viste cómo te pongo? ¡Si es que somos el uno para el otro!

Aria enfurecía cada vez más, haciendo que el aire fuera más fuerte e imposible de aguantar de pie. Entonces, el profesor tomó su bastón y con gran facilidad lanzó una avalancha completa encima de cada uno. El cielo y el viento volvieron a la normalidad, dejando a los chicos enterrados bajo las rocas. Aria se levantó llena de tierra, y con agresividad empujó a las demás chicas, abriéndose paso hacia el vestidor.

El chico también salió de las rocas, sólo que un poco más débil. El profesor se giró hacia él, y le dijo con mucha amabilidad:

- ¿Entiende ya el concepto de privacidad?

Yo estaba paralizado ante aquellas muestras de poder, pero el profesor me impidió escabullir de allí.

- ¿Conoces ya a Alcíone, Raymond?

- N-no, creo que no.....

Se levantó y me tendió la mano. Cuando la toqué, sentí una pequeña descarga de electricidad hacia mi mano, como si hubiera tocado algo metálico con un suéter de lana.

-Me llamo Raymond Lectro, pero puedes decirme Ray.- Se quedó pasmado durante un instante y recobró su vitalidad de la nada, diciéndome muy rápido y casi sin respirar.

Ysoyelelementaldelaelectricidadperotambiénmeconocencomoeltruenoincansableungustoenconocerteamoaariaperonomehacecasoamoaariaperonomehacecasoamoaariayosequetambiénlegusto.

Acabó de decir eso y se despidió, corriendo a toda velocidad hacia el campo donde estaba Ashton.

Nuevamente quedé en shock, pero el profesor se limitó a reír y darme una palmadita en el hombro.

-Ah, vaya que son un caso. Lamento que tuvieras que presenciar todo esto, aunque sugiero que te vayas acostumbrando.- Volvió a reír y me dijo- Ven, aún faltan algunos compañeros más

El profesor y yo caminamos por un estrecho paso de piedras, rodeado de arbustos y rosales. En los campos que teníamos a los costados se veían a varias hadas, ninfas y otros espíritus rondar por el césped o comiendo. Viendo hacia el frente tenía la cafetería al aire libre, con la escuela detrás.

Era una escuela bastante grande, de unos 5 pisos más o menos. Tenía un color amarillo claro brillante, pero no lastimaba a la vista. Su techo era curvo y blanco, como el de las piscinas olímpicas. Contaba también con una numerosa cantidad de ventanas de todos los tamaños, además de puertas corredizas de cristal. Admiraba la vista, cuando una chica vino corriendo hacia nosotros.

Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora