Hago recados mientras los demás se matan

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Dentro estaba Grayson, quien parecía estar fabricando unos lentes negros. Me metí sin hacer ruido, pero aún así detectó mi entrada. Deduje que se dio cuenta porque volteó a verme, pero esta vez no me dijo ni hizo nada. Me senté a su lado y observé que su cabello ya no era negro, sino platinado. Le pregunté entonces:

- Eh, Grayson. ¿Tu cabello no era negro?

- ¿Hm? Eso se debe a que cuando me usan como fuente de energía, mi cabello suele chamuscarse y quedar lleno de carbón. Pero no, mi cabello siempre fue platinado.

- Ya veo, ¿y qué estás fabricando? ¿por qué no estás en combate?

- Estoy arreglando los lentes de Deerick, y no estoy en combate porque no es mi momento de salir aún.

- ¿Y eso a qué se debe?

- Se supone que soy la última línea defensiva que tiene la escuela. Además, seguía trabajando con los lentes de Deerick.

- Oh ya. ¿Cómo funcionan?

- ¿Por qué no vas y se lo preguntas tú mismo? Así me da tiempo de prepararme antes de combatir y me haces un favor enorme al dárselos por mí.

- Ah, lo siento si te harté con mis preguntas.

Se me quedó viendo durante un instante, y me dijo:

- ¿Hartar? ¿Cómo detecto eso? 

Mi mala memoria había olvidado que no podía sentir nada, así que sólo le dije que lo olvidara y que le llevaría los lentes a Deerick.

Me dio los lentes, aunque más que eso parecía un visor por lo largo y grueso que eran. Salí corriendo del laboratorio y llegué hasta el cuarto donde esperaba encontrar a Deerick. Toqué la puerta fuertemente, pero nadie me contestó. Iba a continuar tocando hasta que recordé que Deerick era sordo. Giré la perilla y me encontré a Deerick sentado, con los audífonos puestos y leyendo muy tranquilamente.

- ¡EH! DEERICK!

Le hice todo tipo de señas, pero pareció no notarme. Estaba a punto de lanzarle algo, cuando se sobresaltó de la nada y volteó a verme.

- ¿Alcíone? ¿Qué haces aquí y porqué tanta intensidad?

- Te traje tus lentes, te los envía Grayson.

- ... Olvidas que soy....

- Ah, es verdad- Golpeteé con mis pies el suelo intentando imitar las palabras, recordando que él podía sentir las vibraciones.

- ¿QUE ME QUIERES QUÉ? Digo, hay demasiadas razones por las cuales me negaría, además de que nos acabamos de conocer, ¿no vas algo rápido?

- ¿Qué?

- ¿Qué?

No sé quién era más estúpido: Deerick por intentar escucharme o yo por intentar hablarle. Me di cuenta que tenía un cuaderno a la mano, así que mejor le escribí una nota y se la di para que lo leyera.

- Ahhhh, era esto. Jaja, te había entendido que...

- Ehh sisi no te preocupes, toma- Antes de quererme enterar, le di los lentes y se los puso. En cuanto lo hizo, unas luces de colores neón se proyectaron en la superficie de afuera, y me dijo:

- Eh, ya que estás, ¿puedes decir algo?

- ¿Eh? ¿Como qué?

- No lo sé, tu solo habla y ya.

- ¿Pero qué digo?

- Perfecto, funcionan bien- Tomó su MP3 y marchó por la puerta, pero antes de irse, se giró hacia mí:

- Ah, sí, Rockridge te estaba buscando como loco por la escuela, creo que había dicho algo de la biblioteca. Parecía alarmado, deberías buscarlo.

- Oh gracias- A mi mente vino que Deerick no estaba combatiendo ni para nada se notaba preocupado- Oye, ¿escuchaste la alarma?

- ¿Alarma? ¿Cuál- Se sobresaltó de nuevo- ¡DEMONIOS! ¡ME DEBEN DE NECESITAR ALLÁ ARRIBA!

Salió corriendo con una velocidad increíble, dejándome solo en el pasillo. Me dirigí entonces a la biblioteca, y al entrar me topé con Rockridge, quien parecía realmente agobiado.

- Alcíone, gracias al cielo. Lo estuve buscando en todo el campus.

- ¿Sucede algo?

- Oh, suceden muchas, demasiadas cosas, acompáñeme.

Entramos y nos fuimos directo a la estantería de colores, pero al mirarla detenidamente me di cuenta desde ahí que algo estaba mal. 

La estantería con decoración espacial no estaba. 

Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora