Gaia Landor, la montaña rusa humana

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Apenas la tuvimos enfrente, estaba por desmayarse. Venía llena de aceite y grasa de motor, y llevaba unos lentes muy toscos con forma de engranaje, al estilo steampunk. Su cabello era anaranjado, de mediana longitud y un tanto quebradizo, amarrado con dos coletas. Llevaba también un cubrebocas que no le llegaba a cubrir la nariz, y estaba conectado con cables a su cabeza. Su ropa estaba demasiado sucia, y además no puedo recordar bien los colores, pero supongo que no es algo importante.

El profesor se acercó y la recargó en su bastón, a la vez que le preguntó:

- ¿A qué se debe la prisa? Sabe bien que la velocidad no es su fuerte, señorita Landor.

La pobre chica no paraba de intentar hablar, pero le faltaba demasiado aire. Después de un rato de suspiros y de fuertes inhalaciones, finalmente la chica habló.

- Ah, lo siento. Ugh, lo que pasa es que en el laboratorio estamos ocupando la electricidad para un nuevo proyecto, pero al sujeto que usábamos como fuente de energía salió corriendo a no sé donde, por lo que salí a buscarlo. ¿No lo ha visto, de casualidad?

El profesor puso una cara de preocupación- Sí, el jovencito Lectro está jugando con el joven Flemming en el campo de fútbol, ¿qué están usando como suplemento de energía?

- Estamos usando a Grayson.

La chica me volteó a ver, y le preguntó al profesor:

- ¿Quién es él? Si se puede preguntar.

Creo que no lo había dicho antes, pero cuando hablaba la chica, su cubrebocas se encendía y emitía unas luces en él, probablemente eran ondas de sonido. Digo esto porque la chica en sí no movía la boca, salvo cuando estaba cansada y no podía inhalar aire.

El profesor reaccionó de su sueño, y me presentó:

- Ah, él es Alcíone. Nos acompañará en el resto del curso.

La chica se levantó los lentes, dejando ver sus ojos miel y sus largas pestañas.

- Mucho gusto Alcíone. Yo soy Gaia Landor..... em... trabajo en el laboratorio escolar, así que si necesitas algo de ahí sólo avísame, ¿de acuerdo?

- O-oh sí, muchas gracias.

Gaia sonrió levemente, pero en ese instante se vió como algo dentro de la escuela sacaba humo. Se volteó enseguida y se acomodó los lentes, no sin antes maldecir en voz baja.

- Maldita sea, no duró mucho. Argh, estúpido Raymond- Se volteó de nuevo hacia nosotros-¡Bien! No hay tiempo que perder, ¡vámonos ya!

Dio un fuerte pisotón con sus botas de metal, y levantando sus manos hacia arriba, nos elevó por los aires a los tres. Luego hizo un corte al aire, rebanando el pedazo de tierra que había levantado. Enseguida movió sus manos hacia adelante, y nos dijo:

- No hay cinturones de seguridad y mucho menos seguro médico, así que..... traten de no caer y reventarse el cráneo. Gracias y disfruten el trayecto.

Dicho eso empujó hacia el frente y salimos disparados hacia la escuela. No tengo idea de cómo no morí, pero sin duda era el único que iba gritando como histérico en cuanto esa cosa arrancó.Una vez atravesamos media escuela por arriba, quedamos de frente con una especie de cúpula gris, que es de donde venía el humo. Gaia volteó rápido y gritó:

- ¡Ok! ¡Cuando les diga saltan y tratan de rodar!

- ¿¡QUÉ!?

Apenas grité dio la señal y redujo a moronas aquella piedra de tierra. Saltamos y caímos justo por el agujero donde provenía el humo. Una vez atravesando la cortina humeante pude ver a pocos centímetros el piso, por lo que intenté rodar. Sin embargo, Gaia y Rockridge fueron los únicos que lograron caer sin problemas, mientras yo me daba de frente contra el piso metálico.

No pregunten cómo, pero de alguna forma estaba intacto. Con mucho dolor, sí, pero sin sufrir heridas mayores. Además, aquellos dos ni siquiera se preocuparon por mí, sino que se dirigieron a algo que tenía a unos pasos de mí.

Subí la mirada y pude ver como desconectaban unos cables de un chico alto y fornido, que estaba sentado en una silla metálica. El chico estaba lleno de carbón en la cara, y su camiseta estaba llena de grasa y de aceite, tal como la de Gaia. El chico permanecía inmóvil, mientras Gaia y el profesor limpiaban el carbón de su cara y las mesas que tenía alrededor.

Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora