Marina, la hermosa semi-sirena de metal

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- ¿Alcíone? ¿Estás bien?

???- Vaya por el universo Silvan, sabes que no podemos usar los transportes naturales con los que no son de nuestro elemento.

- ¡Eh! Era la única manera de salir de aquel parque, además, no sé aún de qué elemento sea, pero podemos descartar que sea Planta. ¿Tú qué opinas?

???- Déjame ver un momento su trigema.

Sentí su mano recorriendo mi cuello, y puedo decir que su tacto era tan delicado que apenas podía sentir sus dedos. Tocó mi trigema, y por alguna razón sentí más su tacto cuando lo hizo. La sostuvo ente sus manos por un tiempo, y después la soltó gentilmente.

???- Jamás había visto esta forma en una trigema, tal vez sea bueno preguntarle a Rockridge.

En ese instante abrí los ojos, y me encontré con que estaba en una camilla de hospital, en un cuarto un tanto pequeño, como el de los consultorios dentales. El cuarto era de un amarillo pálido. En frente de mí tenía una ventana grande, pero estaba cubierta con una cortina blanca. A la derecha estaba Silvan, y detrás de él había un librero, un escritorio con una computadora y en la esquina más lejana se encontraba la puerta. Apenas me vió, sonrió, y me dijo:

- Veo que ya despiertas ¿eh? Creo que no te vino bien el elevador- Se pasó la mano por detrás del cabello y sonrió de manera nerviosa- Una disculpa de antemano, pero no tenía de otra.

Volteó a la izquierda y sus ojos saltaron.

- ¡Ah! No te he presentado todavía a Alcíone ¿verdad?

Volteé a la izquierda para ver a quién diablos le hablaba, y quedé sorprendido de buena forma, pues había una chica muy bella, que se sonrojó en cuanto me vió. Aún con esto, se levantó de la silla, aunque Silvan pareció un tanto preocupado.

Se levantó y se puso frente a la camilla, y pude observar porqué Silvan tenía cara de preocupación. Estaba débilmente parada y le temblaban mucho las piernas, pues eran robóticas. Ella notó que sus piernas se veían así, a lo que se sonrojó más y rápidamente las cubrió con agua sacada de no sé dónde.

Hecho esto, suspiró y levantó la cabeza.

- Ah, bien. Mi nombre es Marina- sacó de su gema un tridente azul con algunas aguamarinas incrustadas en él, e hizo la misma posición innecesaria que había hecho Silvan antes, sólo que en ella se veía menos ridícula, aunque un poco rara con medio cuerpo sumergido en agua- y soy la elemental del Agua, descendiente más cercana de Aqua. También conocida como la gota de la sabiduría- Regresó a su posición normal y guardó el tridente en su gema. Luego, Silvan le arrimó una silla de ruedas y se sentó en ella. Entonces, de manera muy tierna y suave, me dijo:

- ¡Gusto en conocerte, Alcíone!

Si preguntan porqué no reaccioné igual que con Silvan, es porque aquella chica transmitía una serenidad enorme, y apenas podía reaccionar con lo bonita que era.

Su cabello era de un azul cian y ondulado, el cual detenía con una diadema de color coral. Sus ojos eran verdes con un bello brillo esmeralda, y sus pestañas eran un tanto grandes. Sus cejas estaban bien definidas, que también eran cian. Tenía unos ojos rasgados, pues venía de Asia, y había muerto en el tsunami del índico, que azotó varias ciudades. Eso no quitaba que fuera hermosa, reitero. No llevaba los labios pintados, pero el rosa que tenían hacía saltar a la vista que no lo necesitaba.

Vestía una camisa larga y gris, y creo que no llevaba nada debajo. Sin embargo, era muy alta debido a las piernas metálicas.

Creo que me quedé viéndola mucho tiempo, porque se dió cuenta y volvió a sonrojarse. Diciéndolo de forma penosa, sugirió que ella fuera a buscar al tal Rockridge. Silvan acordó lo mismo, por lo que volvimos a quedarnos él y yo a solas.

Apenas Marina marchó fuera de la sala, me agarró del brazo y me dió un golpe en la cabeza (leve), y un tanto molesto, me dijo:

- ¿Podrías ser menos evidente?

Sobé mi cabeza, y le dije: - ¿Ser evidente? ¿Con qué?

Volvió a pegarme en la cabeza, esta vez más fuerte.

- ¿Cómo que con qué? ¡Con Marina, claro!

- Ah eso fue... involuntario.

- ¿Involuntario? No seas idiota, ambos sabemos que estabas casi babeando en cuanto la viste.

- Pero, no fue en una mala manera... 

Hizo un gesto de hartazgo y dijo:

- Por lo que sea que haya sido, hay dos razones por las que no debes hacerlo de nuevo, ni con Marina ni con ninguna otra chica del campus.

- ¿Hay más?

Hizo ademán de pegarme otra vez, pero vió que no lo decía con esa intención y se detuvo.

- Sí, hay más. Pero si vuelves a hacer eso con ellas te aseguro que no te irá bien. Las incomodas demasiado y pareces enfermo haciéndolo. Además, hay gente por aquí que tiene más marcada aún su discapacidad, y si te les quedas viendo igual se pueden sentir ofendidas y puedes generar mala relación con ellas.

- ¿Entonces Marina pensó que-?

- Sí, por eso es que se fue. Pero tranquilo, por lo general ella suele ser la que se disculpa, así que no tendrás problemas en pedirle perdón.

- Voy ahora mismo- Intenté levantarme pero me detuvo- ¿Qué sucede?

- Bueno, estás muy débil. Lo mejor sería que descansaras por hoy.

- Pero, aún es de día...

- Precisamente, no vas a aguantar todo el día mareado y con náuseas si estás moviéndote a todos lados, descansa mejor. Mañana te presentaré a los demás, creo que puedes integrarte bien. Aquí aceptamos a todo el mundo, vaya.

Decidí seguir su consejo y cerré los ojos. Al cabo de un rato, caí dormido. Mi primer día como elemental había pasado, y no tenía sentido darle vueltas a las cosas que habían pasado.

Por lo menos, no ese día.

Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora