Soy un... ¿qué soy?

11 3 0
                                    

Después de tanto rollo te preguntarás: ¿Ahora qué sigue? 

Tras ese choque, caí en un sueño de nuevo, aunque esta vez no había nada. Estaba soñando en negro, y no podía sentir nada.  Supuse que estaba muerto y comencé a pensar en qué iba a hacer, o bien a dónde ir, o tal vez cómo salir de esa nada. Estaba muy agobiado, cuando de pronto escuché una voz familiar: 

- Vaya, vaya. Pero mira a quién tenemos aquí. Venga ya hombre, levántate de ahí.

Intentaba ver dónde estaba, pero no podía abrir los ojos. O más bien los tenía abiertos y no veía.

- D-dónde..... ¿Dónde estoy?

- Parece ser que ni siquiera tú estás consciente de la situación ¿Me equivoco?

- Ah.... ¿Qué demonios-

- ¿No te lo había advertido? Ibas a morir pronto..... y henos aquí, hablando.

- ¿S-Silvan?

- ¿Y quién más que yo, inteligente? Venga ya, abre los ojos.

Unos segundos después, mis ojos finalmente vieron el panorama frente a mí. Y tenía razón: seguía en el mismo lugar. Sólo que esta vez  rodeado de un montón de cenizas y de pedazos de roca. Volteé a mi alrededor y no vi nada que siguiera vivo, salvo unas cuantas plantas que rodeaban a Silvan, quien estaba a mi derecha.

- ¿Y bien? ¿Cómo te sientes?

- Algo... confundido, y muy cansado. ¿Eh? ¿Qué es esto?- Miré hacia mi pecho y tenía un collar colgando de mi cuello. Tenía una forma muy parecida al Saturno que tenía mi telescopio, pero el collar estaba hecho de... una piedra rara. Una piedra de azul obscuro, con muchos brillos dentro de ella. Es casi como si fuera un universo dentro.

Él no dejaba de mirarme y me empecé a sentir incómodo. No sé qué rayos iba a hacer ahora o que se suponía que tenía que hacer. Pero justo para aclarar mis dudas, llegó la policía del estado y una unidad completa empezó a rodear el parque, arrinconándonos contra el barranco.

Silvan pareció tomárselo con calma, tomó una ramita del suelo y comenzó a masticarla. Como lo haría un vaquero en el medio oeste, sólo que él se veía ridículo. Yo no sabía cómo reaccionar, así que permanecí de pie y respiré hondo unas cuantas veces.

La policía comenzó a salir de los coches con armas, lanzallamas, escudos y metralletas. Estaba sorprendido ante tal cantidad de armas. Digo, sólo éramos dos adolescentes contra una unidad entera de policías entrenados para estas situaciones. Como me puse nervioso, se paró delante de mí y me dijo:

- Demonios, no esperaba que tu primera pelea fuera así, pero supongo que no puedo controlar el futuro. Esta va a ser una oportunidad perfecta para que descubras qué poderes tienes y cómo usarlos.

Tocó su gema, y de ella sacó un escudo de madera, que parecía más ornamental que un escudo real. Más que nada porque estaba rodeado de flores y de arbustos con espinas. Sin embargo, no dije nada porque a esas alturas aquel escudo y él en sí eran las únicas protecciones con las que contaba.

El oficial al mando salió de la patrulla, sacó un megáfono y nos exclamó con enojo:

- ¡Escuchen infelices, tienen 10 segundos para entregarse o este ejército disparará sin piedad alguna y sin hacer pausas a sus débiles e inútiles cuerpos! ¿ME ESCUCHARON? ¡COMIENZA LA CUENTA REGRESIVA! 10-

- Si-Silvan, creo que deberíamos hacer algo...

- 9-

- ¿Silvan?

- 8, 7, 6...

- ¡SILVAN! Hazme caso por favor, esos hombres van a disparar y vamos a quedar terriblemente perforados si no nos damos prisa.

- 5, 4, 3, 2.....

Estaba muy nervioso y comencé a moverme de un lado para otro, escondiéndome atrás de Silvan todo el tiempo. Al tipo no pareció importarle, y se limitó a esperar.

- ¡¡1!!

Hizo una cara de maquinación y se limitó a decir:

- Procura que no te den en la gema, de ahí en fuera estarás bien.

Se ordenó disparar, y Silvan saltó poniendo el escudo frente a su cabeza, como si fuera a cubrirse con ese escudo inútil. Sin embargo, se hizo cada vez más grande, tapándonos por completo a los dos. Él cayó de pie, y sin inmutarse, hizo un ademán hacia arriba con su mano de plantas, haciendo crecer debajo de él un tronco enorme y alto, saliendo por completo por encima del escudo que había hecho.

Yo me quedé en el suelo sin saber que hacer, y mientras él hacía crecer raíces desde el suelo y tiraba a los policías sin esfuerzo, yo trataba de amedrentar a los que estaban a mi alcance con piedras y ramitas.

Justo cuando parecía que no había más ruido, una nueva unidad venía cargada con tanques y ametralladoras gigantes. Me agarró del brazo y de nuevo transformó su brazo en una liana muy larga, la cual usó para agarrarse de los troncos de árboles que iba creando con su escudo. Yo traté de no soltarme de él, porque estábamos cruzando por justo el borde del precipicio. Por más rápido que fuéramos, la policía continuaba pisándonos los talones, por lo que le dije:

- ¿Tienes un plan al menos?

- En definitiva no, pero necesito que cooperes en esto.

- ¿Yo? ¿Y qué se supone que haga?

- Usar tus poderes, ¿no es obvio?

- ¿Poderes? ¡Acabo de despertar de la muerte! ¡No tengo una maldita idea de qué poder tengo! ¡O siquiera de quién soy ahora!

- ¿Crees que yo tenía claros mis poderes? ¡NO! ¡Tuve que pelearme con gente así para adivinarlos!

- ¡ESO NO SE COMPARA CON SER PERSEGUIDOS POR UN ARSENAL COMPLETO!

Y cuando Silvan iba a decir algo, escuché a lo lejos como las metralletas comenzaban a disparar, y los tanques acercándose cada vez más. De pronto, justo cuando Silvan iba a columpiarse de nuevo, una bala atravesó la liana, por lo que caímos de una altura un tanto alta. Rodamos varias veces, hasta que me di cuenta que se transformó en una esfera rodante de ramas y hojas, en la cual estaba dentro.

- ¿QUÉ CREES QUE HACES?

- ¡NO TE QUEJES! ¡INTENTO SALVARTE LA VIDA!

- ¡ESTÁS AL BORDE DEL PRECIPICIO!

- ¡YA LO SÉ!

Unos instantes después de que dijera eso nos estrellamos contra una roca, y Silvan cayó inconsciente al suelo. Yo, aunque estaba en perfecto estado, volteé y me vi rodeado de muchas armas y tanques; todos apuntando a mi cabeza.

Esta vez no había un oficial, sino una almirante. De policías comunitarios pasamos a soldados de alto rango ¿Tanto necesitaban matarnos? Lo único que pude hacer fue cruzar mis manos e intentar protegerme.

De pronto, se hizo un silencio. Pensé que ahora sí ya había muerto, pero estaba equivocado.

Al abrir los ojos, tenía una especie de galaxia en mis manos, y por encima de ella vi a los soldados con una cara de sorpresa, incluyendo a la almirante. Muy comprensible, porque yo estaba igual.

Pensé en lo que había dicho Silvan, e intenté girar la galaxia para amenazar a los soldados, cuando de la nada, la galaxia giró demasiado rápido y comenzaron a abrirse otras galaxias atrás de ellos. Las balas que habían disparado ahora salían con más potencia de las que habían salido antes. Cerré los ojos en cuanto vi aquello.

Pasó un rato hasta que los abrí, y ante mí yacían los cuerpos de un ejército entero, bañados en sangre y con terror en sus caras. Al observar el escenario aquel, me asusté tanto que caí de espaldas sobre Silvan, que seguía inconsciente. Las galaxias desaparecieron y sentí de pronto un bajón de energía muy fuerte.


Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora