Névora y yo: enfermeras de segunda mano

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Tras salir por la puerta, me quedé pensando un rato más en cómo arreglar mis problemas con Silvan, hasta que una fuerte sacudida me tiró de la cama. Comenzaba a acostumbrarme a las caídas.

Por la ventana, vi una masa de agua levantándose: era la barrera de Marina. Eso significaba que el ejército de los transigidos estaba en la escuela. 

Aunque ya estuviera mejor de tan revés emocional con Silvan, seguía un poco agobiado por la pelea. Honestamente no estaba listo para luchar: no había estado entrenando tanto por el cansancio de usar los poderes de Galactic, además de haber faltado hoy a las clases con él. 

Pero no había modo de salir al elevador y tampoco sabía cómo sacar a Galactic. Era inútil intentar ayudarlos, sólo serviría como un estorbo. Aun así, probablemente podría servir de utilidad si conseguía y salvaba ropa, comida y demás cosas para un revés de guerra. 

Me levanté del suelo y corrí por los pasillos, cuando casi me estrello con Névora. Digo casi porque cuando estaba a punto de chocar con ella, una fuerza extraña surgió de ella y me lanzó por los aires.

- ¡A-AH! ¡LO- LO SIENTO MUCHO!- Corrió a mi lado e intentó levantarme, cosa que no pudo hacer.

- ¿E-es-estás bie-bien?

- Sí, no te preocupes.- hasta ese momento vi que tenía unos utensilios de medicina regados por el suelo- Te ayudo a recogerlos.

- A-ah sí, lo siento.

Terminando de recoger todo aquello, le pregunté que para qué llevaba todo ese material.

- Bueno... no soy alguien a quien le guste la violencia, así que no participo cuando hay batallas así. Además soy... muy inestable si comienzo a pelear, así que me encargo de curar heridas y de sanar... todo eso.

- ¿Inestable?

- Sí... mi arma es un florete, por lo que no hago mucho daño de cerca, pero si lo elevo un poco... estalla y hace demasiadas cosas peligrosas alrededor. Prefiero mantenerme al margen pero seguir ayudando.

- Ya veo... ¿ a dónde llevas todo esto?

- A la cúpula del laboratorio, hay un conducto subterráneo que comunica la escuela y la enfermería. ¿Ibas para allá? Pensé que aún seguías mal.

- Pensaba recolectar ropa y comida por si algo salía mal, ¿te molesta si te acompaño?

- P-para nada, pero hay que apresurarnos un poco, no parece que todo esté marchando muy bien.

Corrimos por la enfermería hasta llegar a la puerta que se supone era de los materiales de limpieza, pero cuando Névora retiró una escoba, la pared se esfumó y se convirtió en un túnel de tierra lleno de curvas. Atravesamos corriendo todo el túnel hasta llegar a la parte baja de la escuela, justo por debajo de las escaleras que subían hasta el laboratorio.

Aunque no podíamos ver nada por la muralla de agua electrificada, se oía demasiado ruido por toda la escuela. Llamaradas, truenos, deslaves... todo se oía, acompañado de gritos potentes y una música extraña, pero que de cierta forma me llenaba todo el cuerpo de energía.

Ahí nos separamos y le dije que la alcanzaría luego. Fui a visitar todos los cuartos y me llevé 5 conjuntos completos de ropa por cada estudiante. Los metí en un bote de basura que había por la entrada y me dispuse  a ir por la comida, cuando un estallido enorme retumbó por mis oídos.

Cuando abrí los ojos de nuevo, observé que el agua estaba temblando. Tenía que darme prisa o Marina se debilitaría.

Corrí a la cafetería pero no encontré comida común en los estantes. Al abrir el refrigerador, un arsenal de botellas de agua resplandecientes me cegaron la vista y me impidieron abrir los ojos durante un rato. Algo me dijo que eso revitalizaría a cualquiera, por lo que decidí llevarme un paquete completo y subirlo.

A medio camino, la música comenzó a sonar más fuerte y mi energía comenzó a aumentar, haciendo que corriera más rápido hasta el laboratorio. Créeme, correr esa escuela con tantos pisos de altura era algo agotador, más cuando cargas un paquete de agua y un bote de basura con un montón de ropa dentro.

Debí tardar una media hora para subir hasta el laboratorio, donde la puerta estaba abierta. Arrastré con mis pocas fuerzas todo lo que llevaba, y cuando estuve dentro observé que Grayson no estaba. 

Névora me vio y me ayudó a levitar (porque no aguantaba ni el paquete de agua) las cosas por encima de la cúpula, para que posteriormente yo pudiera subir. Pero cuando estuve arriba, el escenario era muy distinto al que había visto aquel día.

Ya no había nubes en el cielo, pues Aria estaba tirada encima de la cúpula, detrás de su columna de piedra. Los truenos de Raymond eran muy débiles y tenia que lanzar muchos, por lo que jadeaba del esfuerzo cada vez que tenía que lanzar otro. Ashton comenzaba a toser mucho y sus llamaradas eran menos potentes, recibiendo muchas quemaduras en la piel. Al ver a Marina se me revolvió el estómago, pues estaba de rodillas, llorando y sosteniendo con sus últimas fuerzas el tridente que sostenía la barrera.

El cielo era intensamente rojo, las pocas nubes, negras, y el sol estaba carcomido por un brillo rubí y algunas partes negras. 

Névora subía con desesperación las botellas de agua, revitalizando muy levemente a Marina y a Ashton. Raymond apenas y podía darle sorbos, mientras que Aria permaneció allí, inerte. Névora se apresuró a su lado y la colocó en una camilla hecha de hielo que creó de la nada, diciéndome que la llevase al laboratorio y la ocultara bien.

Mientras la llevaba, comenzó a abrir los ojos y a palpar con sus manos su alrededor.

- Esto está... maldita sea, fui muy débil...- trató de levantarse, pero se lo impedí.

- O-oye, necesitas recuperarte, vuelve a acostarte.

- N-no, debo- debo proteger... a toda costa...- se desplomó sobre mí tras esas palabras.

La coloqué de nuevo en la camilla, la cual comenzó a brillar y cubrió a Aria con copos de nieve. Oculté la camilla tras una mesa con varios inventos encima, tapándola por completo.

Y cuando volví arriba, supe que nos encontrábamos en serios problemas cuando lo vi en el techo.


Los Renegados de Illumia: El nuevo elemental del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora