Capítulo 22

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Luego de la pelea, Jack y Dulce tomaron bastantes tragos, rieron y bailaron. Se besaban con pasión en medio de la gente que bailaba al ritmo contagioso de la música. Jack la acorraló contra la pared, la comenzó a besar con desenfreno y pasión, sus manos recorrían todo el frágil cuerpo de una Dulce algo pasada de copas. Abrió la puerta del primer cuarto, sabía lo que tenía que hacer. Tumbó a Dulce en la cama y cerró la puerta, sin seguro. La besó mientras sus manos recorrían todo su cuerpo y comenzó a desnudarla. Sus manos pasaban por cada centímetro de su cuerpo, mientras ella gemía y lo besaba con más pasión. Ella estaba lo suficientemente borracha o drogada, pues Jack habría aprovechado de poner unas pastillas de éxtasis en su bebida.

Entonces la puerta se abrió, de acuerdo a lo planeado. Christopher miró con dolor y frustración la escena. Ella solo en ropa interior, riéndose y muy excitada, Jack sin polera y con sus manos en las piernas de ellas.

-¡Lo sentimos! –dijo Paula con “vergüenza”

-Podrían cerrar… -sugirió Jack. Christopher estaba estático, su cuerpo no le respondía.

-Christopher, eres lindo, igual que Jack –dijo una confusa Dulce. Christopher arqueó una ceja, Jack insistió en que cerraran la puerta, pero Christopher detuvo a Paula.

-Lo siento amigo, tu fiesta se acabó –dijo Christopher con frialdad tomándole la mano fuerte a Dulce y poniéndole su ropa mientras ella se reía desesperada.

-¡Yo traje a mi novia imbécil! –dijo Jack dándole un empujón.

-¡La emborrachaste estúpido! No te permitiré que le hagas algo así borracha –dijo Christopher desafiante.

-Christopher, déjalos en paz –dijo Paula tomándole el brazo.

-¡Déjame, Paula! –dijo Christopher con frialdad. Su mejor amiga ya vestida, se tambaleaba. La afirmó fuertemente, pero Jack lo hizo soltarla cuando le propinó un golpe en el labio. Christopher se tambaleó pero con toda su fuerza le devolvió el golpe, dejándolo en el suelo. Sacó su iPhone y rápidamente marcó el número de Christian.

-Necesito que me busques en casa de Lola, ahora –dijo Christopher bruscamente. No dijo nada y cortó. Su amiga reía, pero también sollozaba de vez en cuando. Christopher sospechaba que había algo fuera de lo normal. Ella sudaba más de lo normal, sus pupilas estaban dilatadas y sus cambios de humor no eran de una borrachera normal. ¿Qué le habrá hecho este imbécil? Se preguntó. Christian llegó de inmediato, subí a Dulce al auto. Me puse junto a ella en el asiento de atrás.

-¿Qué mierda pasó? –preguntó Christian algo alterado. A su lado, Alfonso en silencio y con la mirada sombría.

-Jack la hizo emborracharse, y estaban casi teniendo sexo. Pero mírala, está totalmente ida –dije mientras la miraba, ella sonreía con dificultad mientras miraba sus dedos –tengo un mal presentimiento. –Musitó Christopher –la última vez que la vi borracha no estaba así, creo que el hijo de puta le hecho algo en su trago.

-¿Tú crees? –preguntó Christian

-Sus pupilas están dilatadas, estuvo riéndose y luego llorando, ahora está temblando pero a la vez está sudando ¿no será mejor que la llevemos a un hospital? –preguntó Christopher muy preocupado.

-Creo que sería mejor. –dijo Christian seriamente.

-¡Te lo advertí Uckermann! –Gruñó Alfonso enfadado –Sabía que habría éxtasis, LCD y miles de mierdas en esa repugnante fiesta. –dijo

-¡No me lo refriegues en la cara Herrera! –Dijo Christopher –fui por ella, deberías haberlo entendido, imagínate si no hubiera estado, ese imbécil se hubiese aprovechado de ella.

-¡Cálmense los dos! –gritó Christian exasperado mientras manejaba hasta el hospital. Dulce se abrazó al cuerpo de Christopher mientras temblaba. Christopher la apegó más a su cuerpo, comenzaba a desesperarse. Ella sudaba y sollozaba en su pecho diciendo cosas sin sentido. Jack las pagaría muy caras.

-Preciosa respira –susurraba Christopher.

-Viene por mí, me quiere llevar –decía ella mientras temblaba, todo su frágil cuerpo temblaba.

-No, estás conmigo, segura. –dijo Christopher con firmeza.

-Cásate conmigo príncipe –dijo ella ahora riéndose. –no quiero que me lleve.

Christopher suspiró largamente mientras le tomaba la mano temblorosa. Por fin llegaron al hospital, la ayudaron a bajarla, pero ella de pronto se puso totalmente pálida. Christopher se asustó, ella se agachó y comenzó a vomitar fuera del hospital. Christopher le tomó el cabello mientras la afirmaba para que no cayera. Cuando pudo pararse otra vez, Christopher la tomó de la muñeca y sintió como su corazón latía demasiado fuerte. Se estaba asustando. La tomó en sus brazos, y la entró en la sala de urgencias. Cuando la miró, ella tenía los ojos cerrados y los labios pálidos.

-¡Dulce! –Gritó –mierda, mierda –musitó. Christian lo ayudó a llevarla luego. La dejaron en una camilla, Christopher estaba como loco. Desesperado.

-¡Christopher, relájate! –dijo Christian.

-¡Ese hijo de puta me las pagará! –dijo Christopher temblando del enfado.

-Christopher, tu labio está sangrando demasiado –Christopher se tocó y se percató de su labio sangrando. Alfonso sacó de su bolsillo una bolsita de pañuelos desechables y le dio uno. Christopher lo sostuvo contra la comisura de su labio.

-Christopher, estás temblando, relájate por favor –dijo Christian mientras le palmeaba el hombro.

-Dios mío, dime que estará bien ¿sí? –dijo Christopher

-Lo estará Christopher, solo tiene una reacción algo exagerada, posiblemente éxtasis o algo así –dijo Christian. Christopher dejó que las lágrimas cayeran por su rostro. Apoyó la cabeza contra la pared.

-Nosotros… discutimos en la fiesta –dijo Christopher mientras miraba a sus amigos.

-¿Por qué? –preguntó Alfonso

-Me acusó de aprovecharme de ella cuando nos emborrachamos –dijo mirando a Christian. Alfonso no entendió, así que le contaron la historia. Asintió, mientras les contaba lo que habían peleado.

-Christopher, creo que llegará un momento en que tendrás que pensar en ti –dijo Alfonso –te hace daño darlo todo por ella sin recibir a cambio.

-Si recibo Alfonso, recibo su cariño, su amor, su entrega, como amiga, pero lo hace –dijo Christopher. Alfonso y Christian intercambiaron una mirada.

Entonces, el médico que había ingresado a Dulce, salió a su encuentro.

ɦσω τσ ɩσɣɛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora