Despertó con un pequeño pitido de su reloj como estaba programado. Temía despertar a Christopher, así que lo apagó de golpe. El rizado solo se removió un poco y dio un suspiro, para volver a su tranquila y armónica respiración. Ella respiró aliviada, no tenía otra forma de hacerlo, le quedaba ser cobarde solamente. Muy cobarde. Se vistió rápidamente, y sacó un sobre de su bolso, solo decía Christopher. Estaba tratando de aguantar y no llorar, o lanzarse a los protectores brazos de su novio y llorar, pedirle que la secuestrara, lejos de ahí, o cualquier cosa, menos dejarlo.
Dejó el sobre, y miró a Christopher. Estaba con la manta hasta la cintura, dejando su pecho descubierto. Sus rulos caían rebeldes por su frente, sus labios estaban entreabiertos, y sus mejillas levemente sonrojadas. Respiraba tranquilo, totalmente ajeno a lo que pasaba a su alrededor, viviendo sus sueños, sin tener absoluta conciencia de lo que descubriría en un par de horas. Ella se inclinó y besó la frente de Christopher, cerrando los ojos. Luego besó sus labios, él se movió pero no despertó. Entonces salió sigilosamente. Cerró la puerta de la casa de Christopher, la miró y las lágrimas no tardaron en salir. Corrió al garaje de su casa, lo abrió con cuidado, esperando el taxi que pronto llegaría para llevarla al aeropuerto. Todo estaba listo. Sacó su maleta, mientras miraba Londres con pena e impotencia.
El taxi llegó rápidamente, puso el equipaje en el maletero, y subió.
-Al aeropuerto, por favor.
Christopher despertó perezosamente, e inmediatamente estiró el brazo para asegurarse que su novia seguía allí. Pero no estaba. Abrió los ojos y pestañeó fuertemente. Suspiró, quizás tenía cosas que hacer.
Fue a ducharse, miró la hora y encontró obvio que Dulce no estaría durmiendo hasta las dos de la tarde. Le dolía la cabeza, maldita resaca. El agua tibia lo relajó, fue a vestirse y a buscar alguna píldora para el maldito dolor de cabeza.
-Hola mamá –dijo besándole la mejilla a su madre -¿viste a Dulce?
-Al parecer se fue temprano, no la vi –dijo Alexandra despreocupada –está el almuerzo, flojo. Así que podrás tener tu dosis de almuerzayuno. –ambos rieron. Victor llegó con una sonrisa, mientras se sentaba a la mesa.
-Tienes un rostro de resaca que hasta un niño pequeño se percataría de cuanto tomaste –rieron.
-Se me pasó la mano, bailando, ya sabes –musito Christopher.
-Bebiendo diría yo, no culpes al baile –dijo su madre con una gentil sonrisa. Christopher se rio sacudiéndose el cabello con la mano.
-Fue el ambiente –dijo Christopher. Victor y Alexandra rieron, negando con la cabeza. Christopher les dio una sonrisa divertida. Alexandra puso los platos en la mesa, y comenzaron a comer. Entonces, sonó el teléfono de Christopher. Se disculpó un momento, y contestó. -¿Hola?
-Christopher –Christian sonaba serio, y tono era seco.
-¿Qué pasa Chris? –preguntó mientras se metía un poco de puré en la boca.
-¿Dónde estás? –preguntó ahora con la voz más relajada.
-En mi casa… -dijo Christopher frunciendo el ceño. Algo no andaba bien.
-¿Estás con Dulce? –preguntó.
-No, estoy con mi madre y con Victor almorzando Christian, Dulce se fue temprano creo, no la vi irse –dijo Christopher relajado.
-Yo… estaré en tu casa en veinte minutos –Christian cortó el teléfono. Christopher frunció el ceño extrañado, mientras masticaba la comida. Alexandra y Victor estaban charlando sobre algún tema que no logró captar desde el principio, así que le quedó dando vueltas por la mente la extraña llamada de Christian.
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ɦσω τσ ɩσɣɛ
FanfictionChristopher Uckermann, el chico más popular y mujeriego de la secundaria, tiene un secreto que nadie podría imaginar. La ama, como nadie podría amarla nunca. ¿Quién? Ella, Dulce, su mejor amiga. Dulce, todo lo contrario a Christopher, reservada, tr...