Capítulo 49

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-Sácame una foto con el sombrero de Woody –dijo ella emocionada. Christopher caminó con una traviesa sonrisa y sacó su cámara. –soy vaquera –le guiñó un ojo a Christopher y él le sacó la foto. –Mira, también está este con las trencitas de Jessie.

Dulce era igual que una niña de cinco años. Estaban en una de las jugueterías más grandes de Nueva York, y Dulce se había sacado fotos con más de la mitad de las cosas de la tienda. Christopher la seguía sonriendo divertido.

-¡Mira! –dijo señalando un peluche -¡Es MATER! –gritó emocionada tomando el auto de peluche de la película Cars. -¡Foto con Mater!

-Amor, eres igual que una bebé –dijo él mientras le tomaba la foto –sales hermosa.

-Déjame ser feliz. A cambio de no haber ido jamás a Disneyland, déjame disfrutar aquí. –dijo frunciendo el ceño.

-Iremos a Disneyland juntos ¿está bien? –dijo el mientras rodeaba su cintura con sus brazos.

-¿Promesa? –dijo ella frunciendo el ceño desconfiada.

-Promesa princesa –dijo él tomándole la mano. –iremos antes de tener niños, para disfrutarlo solos, luego los llevaremos.

-¿Niños? ¿Bromeas? –dijo ella sorprendida.

-Claro que no –dijo Christopher -¿o acaso planeas dejarme? –dijo frunciendo el ceño.

-Jamás creí que tú quisieras tener bebés –dijo ella divertida mientras tomaba algunos juguetes y recuerdos y se dirigían a la caja.

-Si son tus bebés, claro que sí –dijo él besándole la frente –así tendré la excusa para decirte que quiero intentar tener muchos bebés. Lo intentaremos todas las noches. –dijo Christopher pervertidamente. Ella se rio divertida.

-Cerdo –le golpeó el brazo. Pagó las cosas y tomó la mano de Christopher.

-¿Dónde quieres ir? –preguntó él –tú conoces mejor la ciudad en todo caso.

-Quiero ir al cine ¿quieres? –el asintió y le robó un beso.

Otra semana había volado. Volver a estar juntos era lo que los había sacado de esa profunda tristeza, es más, se pasaban el día juntos, riéndose y disfrutando de su amor. Además, en la universidad se veían todo el día. Christopher estaba en una clase que topaba con Dulce, así que se sentaban juntos y la clase se hacía más fácil.

-¿Qué película? –preguntó él.

-No lo sé… -dijo ella -¿una súper romántica?

-Ay Dulce, si tú quieres, aunque me quedaré dormido probablemente –dijo rodando los ojos. Dulce lo miró frunciendo el ceño.

-Quizás una de terror, para que me abraces. –dijo ella sonriendo coqueta. Christopher sonrió.

-Eso está mejor.

-¡SUEÑA UCKERMANN! Veremos… -ella miró la cartelera y Christopher dio un respingo. –Ay, no me gusta ninguna de amor de las que hay. –frunció el ceño- Uckermann, ganaste esta vez. Veremos la dama de negro, solo porque trabaja Radcliffe –dijo mirándolo de reojo.

-Yo te cuidaré para que no te vaya a tragar la pantalla –dijo el rizado divertido. Ella lo miró con odio. Christopher la abrazó entre risas.

Durante la película, Dulce se asustaba con cualquier cosa que veía en la pantalla. Christopher se reía por lo bajo, pero ella lo abrazaba con fuerza, incluso casi le tiró las palomitas al suelo.

-Christopher –dijo ella en reclamo cuando otra imagen la había asustado –dame tu mano. –el muchacho le dio la mano, de lo que luego estaba arrepentido, pues al salir de la película su mano estaba roja por la presión que ejercía la mano de ella cuando algo le asustaba, y por los rasguños y la marca de las uñas de Dulce.

-¡Eres una salvaje! Mira –dijo mostrándole su mano -¡me atacaste!

-¡Tú me arrastraste a ver la película! –dijo ella frunciendo el ceño.

-Dulce, eres exagerada, ni siquiera daba tanto miedo y no era muy buena, te asustaste hasta cuando las niñitas se lanzan de la ventana y ni siquiera dio miedo –dijo el rodando los ojos.

-Malo –dijo ella soltándole la mano y caminando adelante. Christopher rodó los ojos y fue tras ella. Le agarró la cintura y la jaló hacia él.

-No seas niña Dulce, si no me dolió tanto –dijo el divertido. Ella no dijo nada. Christopher la hizo voltearse, ella no lo miró. –ay pequeña, eres tan infantil –dijo acercándose a ella. Dulce volteó el rostro. -¿me das un beso? –ella lo miró arqueando una ceja y negó con la cabeza –uno pequeñito –dijo Christopher divertido. Ella negó otra vez ya con una sonrisa -¿qué debo hacer para un beso de la pequeña Dulce?

-Nada –dijo ella –no te lo mereces.

-¡Dulce! –reclamó Christopher -¡quiero un beso!

-No te lo daré Uckermann. –dijo ella desafiante. Christopher frunció el ceño y se cruzó de brazos. Christopher y ella se miraron y terminaron riéndose. Él fue hacia ella, la jaló de su chaqueta hasta su cuerpo y la besó con dulzura. Se separaron y se sonrieron.

-Me lo diste –dijo él sonriendo con ternura. Ella se rio y miró los ojos de su novio. Extrañaba tanto perderse en ese verde profundo, esos ojos maravillosos que la habían enamorado tan rápido. -¿Qué tanto me ves pequeña?

-Me encantan tus ojos cariño –dijo ella sonriéndole dulcemente. –podría mirarlos todo el día –ella sonrió, Christopher bajó la mirada un segundo y la levantó otra vez.

-Son tuyos –dijo el sonriendo –soy completamente tuyo, obsérvalos cuanto quieras.

-Sí, eres totalmente mío querido Uckermann. –dijo ella mientras le besaba los labios cortamente –así que todas esas perras que tenías de amigas, deben tenerlo bien grabado en su única pequeña neurona.

-Ellas no importan ahora –dijo él cerca de sus labios. –soy tuyo, puedo gritarlo hasta en la torre Eiffel, porque quiero que todo el mundo lo sepa… -besó sus labios con pasión, dándole todo, demostrándole cuanto la amaba y que era totalmente de ella.

Y aunque no tuviese explicación lógica, todo parecía brillar con ella a su lado.

ɦσω τσ ɩσɣɛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora