Capítulo 32

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A Christopher casi se le salieron los ojos al escucharla. Sintió como su corazón se aceleraba de manera casi inhumana, y la sangre le golpeaba las venas al correr de forma acelerada. Sintió que se desmayaría, pero no, estaba solo nervioso. La miró de pies a cabeza, ella llevaba puesta una camiseta de él solamente, que le llegaba a la mitad del muslo.

-Vamos Christopher, has estado con millones de chicas, no es como si no supieras que hacer... ¡realmente estoy sintiendo que no sé qué hacer! -pensó Christopher mientras la miraba con cautela.

-¿Estás bien? -preguntó ella. El asintió y le sonrió muy nervioso. Se acercó a ella, rodeó su cintura con sus brazos, y la atrajo hacia él, dándole un abrazo y besándole la frente. -estás algo tenso -susurró ella sensualmente en su oído. ¿Cómo es que ella estaba tan tranquila? ¡Vamos! Ella era la primeriza, no él. Tomó una gran bocanada de aire. Entonces la miró a esos ojos marrones que tanto le gustaban y se acercó con cuidado. Ella se puso de puntitas, para alcanzarlo mejor, y juntaron sus labios. Ella sentía que su corazón saldría de su cuerpo por lo fuerte que latía, estaba nerviosa, pero no quería demostrarlo. Sus labios se movían de forma lenta, disfrutando cada movimiento. Christopher la atrajo aún más contra su cuerpo, ya no había espacio entre ellos. Ella puso sus manos a ambos lados del rostro de su novio. Christopher la miró con una sonrisa nerviosa, mientras las manos de la muchacha ahora estaban sacando la polera que llevaba. Ella se mordió el labio, mientras sus mejillas tomaban un color rosado, ante la mirada de Christopher, que iba de pies a cabeza. Su ropa interior era bastante infantil, un conjunto rosado, pero Christopher ni siquiera miraba eso, si no lo hermosa que era su novia. Miró sus piernas, y las cicatrices de sus muslos. Se juró, por enésima vez, que no volvería a pasar por alto algo así. Se acercó a ella y nuevamente la tomó por la cintura, y se besaron otra vez. Caminaron hacia atrás sin dejar de besarse, y se rieron divertidos. Ella besó otra vez los labios de Christopher, mordiéndole el labio inferior sensualmente. Christopher sonrió, y comenzó a besarle la mejilla, bajando hasta llegar a su cuello. Dulce suspiró fuertemente, uno de sus puntos débiles era el cuello. El besó suavemente la piel.

-No me vayas a dejar un chupón Christopher -dijo ella algo agitada.

-¿Por qué no? -preguntó él divertido. Entonces la ignoró y le dejó una leve marca, haciéndola soltar un gemido.

-Terco -susurró. Entonces Christopher mientras buscaba sus labios otra vez, llevó sus manos al broche de su brasier. Con toda su experiencia, no le tardó absolutamente nada sacarlo. La miró embobado, haciéndola sonrojar. La acorraló contra la pared, bajando sus manos lentamente por la piel de sus pechos, su abdomen, y sus muslos. Christopher se quitó la polera en un movimiento, mientras ella lo miraba mordiéndose el labio.

-Cada vez que te muerdes el labio así, me vuelves loco -le susurró él sensualmente en el oído. Le mordió suavemente la oreja, haciéndola gemir. Las manos de la muchacha recorrieron el pecho desnudo de Christopher. Se besaron otra vez, sus pechos desnudos estaban juntos, cosa que comenzaba a desesperar a Christopher, quien a pesar de todo, estaba realmente nervioso y tenso, casi se sentía torpe tocándola, como si nunca hubiese hecho antes. La hizo caminar hasta la cama, donde se recostaron con suavidad sin dejar de mirarse a los ojos. Christopher pasó sus manos por la curva de su cintura, bajando lentamente hasta sus muslos, recorriendo su piel con la punta de sus dedos. Le besó el cuello otra vez. -te amo tanto preciosa -le susurró mientras comenzaba a quitar la última prenda de su cuerpo. Ella ahora solo se dejaba llevar por las sensaciones, por la pasión, y por el amor que sentía por Christopher. Nunca se había sentido así, el cuerpo le temblaba y se sentía terriblemente acalorada. Él buscó sus labios otra vez, mientras ella le quitaba el bóxer que llevaba. Lo deseaba más que nunca, nunca había deseado a alguien tanto como a él. ¿Cómo nunca se había dado cuenta que amaba a Christopher Uckermann más que a nadie en el mundo? Christopher buscó rápidamente un preservativo, la amaba mucho, pero no quería que por un descuido, sus sueños se fueran a la basura. Lo puso rápidamente, y volvió a besarla, mientras sus manos en los muslos de ella, separaba suavemente sus piernas. Ella le besó la punta de la nariz con una traviesa y nerviosa sonrisa. Christopher deslizó su mano por sus piernas, acariciando las cicatrices de sus piernas.

-Recuerda que jamás te dejaré sola... -dijo él suavemente contra sus labios -nunca, nunca.

-Ahora lo tengo más que claro. -dijo ella mientras enredaba sus dedos en los rulos de Christopher y lo atraía hacia ella para besarlo. Entonces él le besó la frente luego, y con un movimiento la hizo su chica, su mujer. De pronto él se percató de que algunas lágrimas corrían por sus mejillas.

-¿Amor? ¿Te he hecho daño? -preguntó asustado.

-No -dijo ella. Entonces lo besó con toda la pasión del mundo. Sí le admitía que estaba doliendo horrorosamente, el no querría seguir, pero Angie le había asegurado que solo era el dolor al principio, y pese a todo, se sentía maravillosamente bien, amaba tanto a Christopher que todo el resto de cosas no importaba. Y como su mejor amiga le había dicho, el dolor desaparecía y lo reemplazaba una nueva sensación, mejor que todas la que alguna vez había sentido. Cerró los ojos mientras respiraba agitada, miró a su novio, sus grandes ojos verdes. No podía pensar en alguien mejor que él. No podía concebir algún chico más perfecto. -Christopher... -susurró agitada. Él sonrió ampliamente y atrapó sus labios otra vez. Entonces sus cuerpos se tensaron, ella sintió un calor quemarle el interior, pero era agradable, más que eso, era perfecto. Un par de segundos luego logró recobrar el aliento. Christopher la besó y se alejó un poco de ella.

-¿Estás bien? -preguntó él luego de un rato abrazándola contra él.

-Claro -dijo ella aún con la respiración algo agitada.

-Te amo tanto princesa -dijo él mirándola a los ojos. Ella se perdió en lo verdoso de sus ojos, quizás era una de las cosas que más le gustaban de Christopher, sus ojos verde azules. Aunque también amaba sus hoyuelos cuando sonreía, y su sonrisa, siempre la hacían sentir bien.

-Yo también te amo -dijo ella acomodándose sobre su pecho. -¿estuve muy mal? -preguntó mordiéndose el labio.

-Claro que no, estuviste perfecta -dijo él.

-Lo dices para hacerme sentir bien -dijo ella frunciendo el ceño.

-No, para nada -dijo Christopher -créeme cuando te digo que has sido la mejor -dijo él. -hay una gran diferencia, todas las chicas con las que he tenido sexo, a ninguna la he querido, ni un cuarto, de todo lo que te quiero a ti. Realmente esta fue como mi primera vez... -dijo Christopher

-Exageras -dijo ella mientras depositaba un beso en el pecho desnudo de él-

-No, realmente esta fue la primera vez que hago el amor. -dijo él besándole la cabeza. -lo otro es sexo sin sentimientos, no tienes idea como cambia cuando lo haces con amor, es algo que le da toda la magia, es... dios, nunca me había sentido tan bien. -admitió Christopher.

-¿Enserio? -preguntó ella acomodándose para mirarlo a los ojos.

-Claro que sí. -dijo él sonriendo. -¿cómo te sentiste?

-Maravillosamente bien -dijo ella mientras le quitaba el cabello de la frente a su novio. Pequeñas gotitas de sudor decoraban la frente de Christopher. No tenía idea el porqué, pero se veía más hermoso que nunca. Lo abrazó con fuerza. Claramente nunca se sentiría mejor con otro que no fuera él. Ella le tomó la mano y entrelazaron sus dedos. -eres mi mejor regalo de cumpleaños mi vida.

-Gracias -dijo él. -te amo princesa, ahora duerme, debes estar cansada.

-Un poco, tú también debes estarlo, además, los moretones se notan más -dijo ella pasando la mano por debajo del ojo de Christopher. Él se sobresaltó -perdón.

-No te preocupes, realmente ahora me acabas de recordar que me habían golpeado. -dijo él riéndose.

Ella volteó, lista para dormir. El la abrazó por la cintura, pegándola a su cuerpo.

-Buenas noches Christopher -dijo ella -te amo, gracias por todo.

-Buenas noches mi hermosa Dulce -susurró él en su oído -te amo muchísimo preciosa. Gracias por hacerme feliz.

Entonces ambos cerraron los ojos para caer en un dulce sueño. Podrían perfectamente agregar esa noche a la lista de las mejores noches de su vida, probablemente tendría el primer lugar.

ɦσω τσ ɩσɣɛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora