Caminaba por una especie de valle. Todo era extremadamente verde. Miró al suelo y vio sus pies descalzos, sintiendo cada roce del césped en su piel. Suspiró y dejó que la brisa la envolviera de pies a cabeza, sacudiendo su cabello, y cosquilleándole cada centímetro de su piel. El sol se imponía en todo su esplendor. Todo lucía tan perfecto, deseaba quedarse para siempre allí. Se sentó en el césped, dejando que su hermoso y delicado vestido reposara con ella. Dirigió su vista al cielo, inspiró el aire puro y se lanzó de espaldas, acostándose y cerrando los ojos. No tenía la menor idea que hacía ahí, pero le gustaba el lugar.
-Dulce -una voz muy familiar la sobresaltó. Abrió los ojos aunque no veía demasiado con el sol. Puso su mano cubriendo la fuerte luz del astro. Ojos verdes y cabello rizado. Sonrió como una niña pequeña, se puso de pie y se lanzó sobre él. Sus labios se encontraron en ese instante.
-¿Dónde estabas? –preguntó ella riéndose. Christopher sonrió pero no respondió -¿y adónde estamos ahora?
El muchacho le regaló otra dulce sonrisa, y la rodeó con sus brazos.
-Quisiera estar aquí para siempre… -susurró ella.
-Debo irme –murmuró él soltándola y levantándose.
-¿Dónde vas Christopher? –preguntó desconcertada –Christopher… -susurró viéndolo desvanecerse entre la luz solar y el bosque.
Despertó agitada. Miró a su alrededor, estaba en la habitación de Christopher. Respiró y sintió el alivio correr por sus venas. Pero de pronto, todo ese alivio se fue al recordar lo que había pasado con Pablo y Christopher. Se levantó de golpe, pero un mareo la dejó de nuevo en la cama.
-Dios… -susurró. Las náuseas se apoderaron de ella. Se tumbó en la cama y respiró profundamente.
Luego de un rato, logró levantarse y caminó hasta el pasillo. Antes de bajar las escaleras, sintió ruido abajo. Voces.
-Quizás debemos llevarla otra vez al hospital. –la voz de un muchacho. Quizás Alfonso.
-No sé, el doctor dijo que el shock a veces había durado semanas. Hoy cumplirá dos días así. –esa voz era inconfundible. Su mejor amiga, Angie.
-Además, puede que la mejor opción para ella en este momento sea esta. ¿De qué sirve que esté despierta con todo lo que está pasando? –preguntó Derrick. Sí, su voz también le era familiar.
-En algún momento sabrá que Christopher… ya saben –musitó Christian sonando algo molesto.
-¿Qué Christopher qué? –ella bajó justo en ese momento exigiéndoles que hablaran. Todos callaron. Solo Angie atinó a pararse e ir a comprobar si su amiga seguía del todo bien –Estoy bien, Angie –dijo fríamente -¿Qué pasa con Christopher? ¿Está bien?
-Christopher… -todos se miraron cuando Derrick quiso hablar. Pero la voz no le salía.
-Christopher está en coma, Dulce -dijo Christian finalmente. Todos lo miraron en silencio. Dulce sintió el pecho apretado. ¿Realmente era cierto? Sintió que se desvanecía otra vez, pero luchó contra eso. No, necesitaba estar consciente, necesitaba ver a Christopher.
Tomó su bolso y corrió. Los chicos se pararon para seguirla, Christian la detuvo de inmediato.
-No sirve de nada que vayas Dulce, Christopher no tiene visitas en este momento –murmuró Christian. Dulce lo miró directo a los ojos. El color azul de sus ojos estaba acompañado de un color rojo alrededor de ellos. Christian había estado llorando.
-Chris… -susurró -¿qué tan malo es?
Christian la observó por un momento y tomó una gran bocanada de aire. Miró a Dulce. La adorable y bonita novia de su amigo. Sus ojos marrones llenos de lágrimas esperaban por la respuesta. Lo peor, es que él no podía darle una respuesta que le devolviera en cierta forma la esperanza. Los pronósticos eran terribles. Era un milagro que hubieran reanimado al muchacho cuando llegó sin signos vitales al hospital, era milagroso que estuviese vivo.
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ɦσω τσ ɩσɣɛ
FanfictionChristopher Uckermann, el chico más popular y mujeriego de la secundaria, tiene un secreto que nadie podría imaginar. La ama, como nadie podría amarla nunca. ¿Quién? Ella, Dulce, su mejor amiga. Dulce, todo lo contrario a Christopher, reservada, tr...