La primera semana de Christopher en Nueva York había salido bastante bien. En realidad, Dulce era la razón. No podía creer cuan afortunado era al haberse encontrado con ella. Fue como si el destino quisiese su rencuentro, todo había sido puesto en una dirección para que ellos estuviesen juntos.
Pero Christopher al observar a Dulce, se daba cuenta que tenía mucho que hacer para lograr que volviera a ser la misma Dulce de siempre. La observó minuciosamente, cada vez que un chico pasaba junto a ella, Dulce se movía lo suficiente para que ni siquiera pudieran rozarse el cuerpo de casualidad. Miraba, llena de miedo, a la gente que veía alrededor y aún sus pasos eran inseguros en cuanto a Christopher. El chico sabía que había un larguísimo camino que recorrer para superar todos los temores de Dulce, pero el más grande sería cuando el maldito bastardo pagara lo que le había hecho. Pero por ahora, quedaba solo aprender con ella, aprender día a día, ayudándola a recuperarse, esperando lo que fuese necesario para tenerla entre sus brazos, aprender a amarla como merecía, aprender como amar.
-Esta tarde no tengo que estudiar –comentó Christopher mientras rodeaba a Dulce con su brazo y caminaban abrazados. -¿te apetece venir a mi apartamento y rentamos algunas películas o algo así?
Ella le sonrió como respuesta afirmativa. Caminaron lentamente sin decir mucho por la calle, mientras Christopher tarareaba una canción. Después de tantos meses de tortura, ella comenzaba a sentirse protegida otra vez, como si los brazos de Christopher fuesen un chaleco antibalas contra aquellas balas de maldad que la atormentaban día a día. Se abrazó más a él, lo que logró que Christopher curvara sus labios en una sonrisa. Y aún para él era como un sueño verla allí, sonriéndole, riéndose, abrazada a él.
-Llegamos señorita –dijo cuando abrió la puerta al salir del ascensor –pase, está en su casa. –ella sonrió divertida, y entró, Christopher la siguió. Cerró la puerta tras de él, y lanzó su mochila a un lado. Ella dejó cuidadosamente su bolso a un lado también.
-Lo desordenado no se te quita ¿eh? –dijo ella divertida.
-No –dijo sonriendo orgulloso. La abrazó contra él y le besó la frente –enana, ¿qué quieres hacer?
-No lo sé Ucker –dijo ella sonriéndole coqueta, Christopher solía molestarse por su apodo, pero ahora escucharlo de la voz melodiosa de Dulce le pareció extremadamente sensual. -¿qué se te ocurre?
-Me golpearías si te lo dijera –dijo el en un susurro, ella se rio y le golpeó el hombro. Él sonrió divertido.
-Pervertido –murmuró ella riéndose. Christopher le besó la frente y se dirigió a la cocina.
-¿Tienes hambre? –preguntó el rizado mirándola con su sonrisa de siempre.
-Sí –admitió ella.
-¿Qué quieres que te prepare? –preguntó él mientras miraba su refrigerador.
-¿Cocinas ahora? –preguntó ella
-Algo, pero es solo por ti –contestó él guiñándole un ojo de forma coqueta. Dulce lo miró con ternura.
-Mejor solo llama unas pizzas, para que no perdamos tanto tiempo –dijo ella mientras tomaba su celular. Christopher asintió. Le quitó el teléfono de las manos a Dulce quien lo miró con el ceño fruncido y marcó el número de la pizzería que aparecía en su guía telefónica. Pidió unas pizzas, mientras Dulce había desaparecido de su vista. Cortó, frunció el ceño y fue a buscarla. Ella estaba en su habitación observando curiosa el lugar.
-¿Intentas escapar? –preguntó Christopher. Ella volteó y le sacó la lengua. Christopher rio suavemente. –ven acá preciosa –susurró ofreciéndole la mano para que la tomara. Ella la tomó con una traviesa sonrisa. Entrelazaron sus dedos, y se miraron fijamente. Dulce sentía que Christopher estaba haciendo su mejor esfuerzo por ayudarla, y sentía todo el amor que el muchacho intentaba transmitirle. Solo mirando sus ojos verdes, la forma en que la miraba, podía darse cuenta que realmente él jamás se olvidó de ella. Christopher se inclinó para que sus rostros estuviesen más cerca. Dulce desvió su mirada a los labios del muchacho, y sintió aquella necesidad irremediable de besarlo y jamás parar. Christopher medio sonrió al ver la mirada de la chica en su boca, así que supo que le estaba permitido dar el siguiente paso. Se acercó más a ella y cerró los ojos al sentir los labios de ella tocando los suyos. Soltó la mano de la chica y la puso en su cintura, acercándola más a él. Se inclinó un poco más mientras ella se ponía de puntitas para profundizar más el beso. Christopher sintió que iba a explotar si no seguía avanzando, era de aquellos momentos en que la cordura se le escapa de las manos cuando se perdía en los labios de la chica que amaba. La empujó con cuidado, haciéndola tropezar y caer en la cama. Ella se rio con dulzura, Christopher aprovechó y se puso sobre ella, sin aplastarla, pero volviendo a la tarea de besarla sin siquiera pensar en parar. Ella rodeó su cuello con sus brazos, mientras jugaba con los rulos que caían por la nuca del rizado. Christopher aún algo consciente, bajó muy lentamente su mano, para evitar asustarla, para poco a poco subir la blusa de la muchacha, y acariciar la piel de su estómago. Dulce sintió aquellos nervios otra vez, peor estaba tan consumida y tan ocupada en llevar el ritmo de los labios de Christopher, que se dejó llevar. Las manos de Christopher subieron para quitarle la blusa, pero antes de quitarla por completo la miró a los ojos y le besó la frente, dándole seguridad, esa seguridad que tanto le hacía falta. Ella lo miró nerviosa, pero aun así lo besó otra vez. Christopher depositó un húmedo y sonoro beso en su cuello a lo que ella respondió con un sorpresivo gemido.
Eso animó al rizado a seguir en esa zona de su piel, besándole el cuello con tanta concentración, provocándole tantas sensaciones que extrañaba. Dulce sentía que necesitaba más y más del rizado. Lo obligó a quitarse la camisa para volver a ver su cuerpo, aquel que tanto extrañaba. Una sonrisa traviesa se formó en sus labios al ver que ahora el pecho de Christopher estaba más marcado. Al parecer había estado yendo al gimnasio. El rizado no la dejó descansar y capturó sus labios otra vez, mientras llevaba su mano al broche de su brasier. Ella se levantó para permitirle sacarlo.
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ɦσω τσ ɩσɣɛ
FanfictionChristopher Uckermann, el chico más popular y mujeriego de la secundaria, tiene un secreto que nadie podría imaginar. La ama, como nadie podría amarla nunca. ¿Quién? Ella, Dulce, su mejor amiga. Dulce, todo lo contrario a Christopher, reservada, tr...