Se levantó por costumbre y recordó de pronto que era su cumpleaños. Sonrió por inercia, aunque recordó que ella no estaría con él.
Prendió el televisor, una noticia de un avión que había caído proveniente desde Nueva York. Pobre gente, pensó. Fue hasta abajo y su familia lo recibió con una torta y un feliz cumpleaños. Lo ayudaron a sentarse, pues solo tenía una mano, y ya la tenía ocupada con un plato.
En medio de la celebración, llegaron los chicos haciendo escándalo como siempre. Le parecía raro que ella no hubiera llamado aún.
De pronto, el teléfono sonó. Se levantó, ilusionado en escucharla.
-¿Sí?
-¿Christopher? –la voz de un hombre lo descompuso –Soy el padre de Dulce.
-Hola –dijo emocionado. Pero un sollozo en el hombre lo sorprendió -¿sucede algo?
-Ella... viajó a Londres –dijo entrecortadamente. Christopher sonrió, pero luego frunció el ceño –y el avión se cayó…
Recordó el accidente, y de pronto, sintió un ardor en el pecho y una extraña sensación. Soltó el teléfono, miró a su familia y todo se puso negro.
Abrió los ojos agitado. Estaba llorando descontrolado, desorientado, y asustado. Entonces miró a su alrededor y se percató que todo había sido un sueño. Estaba sudando frío, sus mejillas estaban frías por las lágrimas frías que habían pasado. Suspiró, aunque su corazón seguía latiendo fuerte y rápido. Por un momento creyó que era real, y el sentimiento que se apoderó de él fue horrible, no, ni siquiera tenía descripción.
Miró la hora, seis de la mañana. Y hoy efectivamente era su cumpleaños. Suspiró y cerró los ojos, necesitaba dormir, esa pesadilla lo había agotado.
Abrió los ojos, temiendo que no hubiese sido solo un sueño. Pero al parecer era la realidad de siempre. Miró la hora, diez y media de la mañana. Lanzó un largo suspiro. No había dormido bien, estaba muy cansado. Fue a darse una ducha, necesitaba un relajo.
Salió con la toalla en la cintura, entró su habitación y se puso algo de ropa. Le había costado ducharse, su muñeca seguía rota. Entonces, entraron en su habitación su hermana, su mamá y Victor, con una enorme torta. Sonrió mientras los oía cantarle feliz cumpleaños. Sopló las velas, no sin antes pedir los deseos. Uno de ellos era Dulce, quería que regresara lo más pronto posible.
Compartió un agradable momento con su familia, cuando tocaron el timbre. Era su padre, que venía con una enorme sonrisa. Saludó a su hijo con un enorme abrazo, le dio un pequeño paquete y saludó cordialmente a Alexandra y a Victor, le hizo un gesto a su hija.
-Gracias papá –dijo sonriendo.
-De nada hijo, ábrelo –le guiñó un ojo. Abrió el paquetito, era una caja, que dentro contenía un hermoso reloj. Sonrió, su padre sabía que siempre había querido uno de esos lujosos y caros relojes. Lo abrazó y se dispuso a ir a dar un paseo con él.
La tarde se le pasaba de lo mejor. Los chicos no habían aparecido aún, y Dulce no lo había llamado. Sentía algo de tristeza, creyó que su novia lo llamaría prácticamente primero que todos.
Aunque no tenía idea que los chicos le tenían una sorpresa planeada.
Eran alrededor de las ocho. Derrick llegó a su casa y le dio un amistoso abrazo.
-Iremos de fiesta amigo, así que ponte hermoso –le dijo en tono gay, Christopher rio divertido.
-¿De fiesta? –preguntó algo desganado. Derrick arqueó una ceja, y luego lo fulminó con la mirada –está bien, me arreglaré enseguida.
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ɦσω τσ ɩσɣɛ
FanfictionChristopher Uckermann, el chico más popular y mujeriego de la secundaria, tiene un secreto que nadie podría imaginar. La ama, como nadie podría amarla nunca. ¿Quién? Ella, Dulce, su mejor amiga. Dulce, todo lo contrario a Christopher, reservada, tr...