Capítulo 28

502 47 4
                                    

Una semana luego, en que todo iba bien para ambos. Luego de haber ido al cine con los chicos, y haberse reído como nunca luego de jugarle una broma a Dulce, asustándola, para que luego le diera un puñetazo en la cara a Christopher por equivocación, las cosas seguían demasiado bien para ambos. Era como lo que siempre habían soñado, para ella una relación con alguien que valiera la pena, y para él, la relación con ella, su princesa.

-Se te ve feliz, Ucker -dijo Christian mientras caminaban por el centro comercial. Se acercaba el cumpleaños de Dulce, cumplía por fin dieciocho años, y Christopher buscaba algo especial.

-Más que nunca, amigo -dijo Christopher mientras ambos sonreían.

-Siempre te dije que debías arriesgarte -comentó Christian -después de todo, las cosas salieron bien.

-Gracias amigo, siempre estuviste cuando te necesite -le dijo Christopher dándole un abrazo a su mejor amigo.

-Claro que si rulos, recuerda que eres mi esposo -ambos rieron por la broma de Christian.

-Claro Boo Bear -sonrieron.

-Y bueno ¿sientes esa necesidad de acostarte con las chicas que lo hacías? -preguntó Christian.

-No, estoy demasiado feliz como para arruinarlo -dijo Christopher. -Entremos aquí -indicó una tienda de regalos. -además, no pienso demasiado en sexo.

-Solo porque sabes que no te resultará tan fácil con ella -se burló Christian

-En realidad no me interesa si es pronto o no, solo quiero hacerla feliz -dijo Christopher mientras miraba los peluches -agh, nada me gusta.

-¿Cuándo es el baile de graduación? -preguntó Christian mientras observaba unas tarjetas.

-En tres semanas, y en dos es la ceremonia -comentó Christopher mientras miraba unos llaveros.

-¿Irás con ella supongo? -preguntó Christian

-Claro que sí, pretendo que esta vez todo resulte como yo quiero -dijo Christopher firmemente.

-¿Y si le regalas un vestido? -preguntó Christian

-Demoraré días en elegirlo, y con mi personalidad, terminaré llevándole un vestido que ni siquiera le tapará el trasero -ambos se rieron.

-Regalale un collar, una pulsera, algo así -dijo Christian algo exhausto después de un rato.

-Mhm quizás tengas razón -dijo Christopher -agh, odio que esté de cumpleaños tan cerca de la graduación ¿sabes? Luego tendré que darle un regalo de graduación -ambos rieron.

-Para su graduación, llévale flores, asunto resuelto -dijo Christian -yo haré eso con Angie.

-Buena idea boo bear -dijo Christopher

Las siguientes dos semanas pasaron volando. En ese preciso instante, los chicos estaban poniéndose la horrible túnica color celeste y el gorro de graduación. Era su graduación, y para ellos, vestidos de esa forma, jamás lo olvidarían.

Christopher se miró otra vez al espejo y negó frustrado. ¿Quién había elegido el estúpido color? Sus rulos estaban aplastados con el gorro, suspiró resignado, mientras iba a buscar a Dulce

Tocó el timbre, y ella salió vestida igual que él.

-Hola linda -dijo él dándole un corto beso -te ves hermosa. -ella bufó

-Uckermann, nos vemos ridículos -dijo ella riéndose, el acompañó su risa, tenía razón, no se veían bien. Se abrazaron, para luego subir al auto de la madre de Christopher. La mamá de Dulce llegaría un poco más tarde, cosa que ni siquiera le sorprendió a Dulce.

-Me dieron nervios -confesó Dulce mientras se dirigían a sus asientos. Ambos eran de apellidos con S, Christopher Uckermann y Dulce Espinosa. Se sentaron juntos, mientras Christopher sostenía la mano de Dulce.

-No tengas miedo -susurró Christopher en su oído -estamos juntos, así que todo saldrá bien. -ella le dio un corto beso y asintió. Comenzaron a llamar por apellidos, por ejemplo, todos los apellidos con A juntos, así. Al momento de llegar a la S, luego de que todos sus amigos subieran, Christopher y Dulce caminaron uno junto al otro, recibieron diplomas en medio de los aplausos. Dulce no visualizó a su madre, y pese a que no le sorprendía, sintió un nudo en la garganta. Christopher al bajar, la tomó de la cintura mientras la felicitaba, ella lo felicitó a él por la graduación. Se abrazaron y se dieron un corto beso. Christopher notó que a Dulce le preocupaba algo. Pero no mencionó nada.

Cuando todo terminó, le tomó la mano y fue con sus amigos, entre todos se abrazaron. Pese a eso, Dulce seguía distraída y dolida. Su madre no había llegado, su padre ni siquiera se acordó de llamarla. Suspiró, evitando que las lágrimas salieran de sus ojos.

-Mamá espera por mí -dijo Christopher. Ella asintió y le dijo que fuera, pero él le tomó la mano y la hizo acompañarla.

-¡Felicitaciones chicos! -dijo el padrastro dándole la mano a Christopher y besando la mejilla de Dulce. Ella le sonrió forzadamente.

-¡Felicitaciones bebé! Estoy tan emocionada, estás tan grande -dijo la mamá de Christopher mientras lo abrazaba y una que otra lágrima caía por su mejilla. Ella se sintió tan sola en ese preciso instante. Luego la mamá de Christopher la felicitó y la abrazó. -¿fuiste donde tu madre? -ella negó.

-No la veo -musitó ella. Christopher miró preocupado a su madre, quien con una mirada le indicó que cuidará a su chica.

-Busquemos a tu madre, debe estar por aquí -dijo Christopher tomándole con fuerza la mano. Ella casi ni tomó atención a lo que su casi novio decía. No encontraron a la madre de Dulce, ella estaba absolutamente decepcionada. Christopher la abrazaba o le decía cosas inspirándole ánimo, pero no.

-¿Vamos a cenar chicos? -propuso el padrastro de Christopher.

-No gracias -dijo ella amablemente -quiero ir a casa a descansar.

-Amor ¿estás segura? -preguntó Christopher. Ella asintió

-Te vamos a dejar entonces -dijo Alexandra

-Claro, gracias -musitó ella.

Cuando llegaron a su casa, Dulce dio las gracias, le dio un corto y frío beso a Christopher y entró a su casa. No había nadie. Revisó su celular, ninguna llamada. Las lágrimas ahora cayeron sin que quisiera detenerlas, nunca se había sentido tan sola. Sollozó fuertemente, corrió a su habitación, dio un portazo y con eso cayó una caja donde ella guardaba cosas importantes. Todo el contenido cayó en el piso. Lo primero que sus ojos vieron fue aquel objeto brillante, de metal. Una ola de recuerdos, una ola de dolor inundó su cuerpo y su mente. Los días de llanto, de dolor, todo estaba reflejado en el pequeño objeto. Se acercó con inseguridad y lentitud. Lo tomó entre sus dedos, mientras no dejaba de llorar. ¿Quería volver a lo mismo? No, no quería, pero no tenía otra opción, o al menos eso creyó.

Dejó el objeto sobre el velador, mientras se ponía su pijama. Un short y una polera. Se sentó en su cama, subió el volumen de la música, mientras no dejaba de llorar. Tomó el objeto, cerró los ojos y sintió el agudo dolor en las piernas, por momentos, no recordaba el porqué de su llanto, frente al agudo dolor que sentía en sus muslos. Dos cortes, quería olvidar que sus padres no la querían. Tres cortes, quería dejar de sentirse un estorbo. Cuatro cortes, deseó jamás haber nacido.

ɦσω τσ ɩσɣɛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora