Christopher se despertó en medio de la noche con una terrible pesadilla. Limpió las lágrimas que habían salido durante el sueño. Bajó a tomar un poco de agua, eran alrededor de las cuatro de la mañana. Hacía frío, y por eso le extraño ver una silueta frente a su casa. Luego de unas cuantas miradas, reconoció a quien pertenecía la figura. Maldijo por lo bajo. No quería cometer alguna estupidez, pero la oportunidad estaba ahí, frente a él. Pablo, la calle solitaria, Dulce durmiendo y nadie que pudiera interponerse.
Era ahora o nunca.
Tomó un enorme cuchillo de la cocina, se puso pantalones de deportes y un holgado poleron con capucha. Escondió el arma bajo su ropa, y se puso la capucha para salir. Tomó un respiro y se acercó al hombre.
-A estas horas de la mañana es algo extraño encontrar a alguien decente aquí –bromeó Christopher intentando fingir tener un buen ánimo.
-Lo mismo para ti muchacho –murmuró el hombre arqueando las cejas –cualquiera que te viera con esa capucha creería que eres un mafioso –ambos rieron. Christopher sonrió tanto como pudo.
-¿Vas de fiesta? –preguntó intentando fingir indiferencia.
-¿Yo, a estas alturas? No, ya no tengo veinte años –dijo riéndose -¿y tú? Lo dudo, creo que pondrías más énfasis en tu aspecto.
-Salí, no podía dormir y necesita aire fresco –dijo Christopher como si nada –además, Dulce tampoco me dejaba dormir. Habla mucho entre sueños, sobre todo cuando tiene pesadillas –dejó esa bomba en el aire. Pesadillas. Claro, hablaba de las que ella tenía desde lo que ese imbécil le había hecho.
-Oh… -nada más salió de su boca. Christopher frunció el ceño.
-No sé, quizás haré que visite otro sicólogo aquí en Londres. En Nueva York no funcionó demasiado. Digo, con lo de las pesadillas –Pablo se tensó. Christopher le lanzó una inocente mirada.
-¿Demasiado estrés universitario? –pregunta Pablo con toda la inocencia del mundo. Christopher suspiró intentando controlarse. Pareciera que el cuchillo le gritara que lo asesinara.
-No sé, no creo que sea eso. Los problemas empezaron antes de que saliera de Londres. –soltó Christopher. Pablo sonrió un poco.
-Dulce es algo extraña, nunca noté nada en ella –miró a Christopher directamente a los ojos.
-Es bastante raro, debido a que ella estaba en la misma casa que tú –entrecerró los ojos intentando intimidarlo –además… creo que le tomaste cierto cariño ¿no Pablo?
-Supongo –Christopher bufó –es una chica tranquila.
-Ya lo creo. No te dio demasiados plemas. En vez de denunciarte, decidió huir y dejarte el camino libre ¿no?
-No sé de qué hablas. ¿Denunciarme?
-No quiero una mentira más. Desde ahora, jugaremos MI juego – Pablo rio. –Y las reglas las pongo yo. Ahora dime Pablo. ¿Acostumbrabas a fijarte en chicas jóvenes?
-Christopher, Christopher… si juegas con fuego, puedes quemarte. Creo que tus padres te han enseñado eso. ¿A que sí? – Pablo sonrió desafiante. Christopher dio un largo suspiro.
-Hazme las cosas fáciles, ¿quieres? – Pablo arqueó una ceja. Ni el mismo Christopher podía entender como estaba tan tranquilo. –Respóndeme la maldita pregunta.
-Debo admitir que las más jóvenes me ponen –sonrió. Christopher bufó –yo me enteré de que a ti te gustan mayores. El diario de la pequeña Dulce lo decía claro. –el rizado sintió un dolor extraño en el pecho. Recordar esa parte de la historia no le era demasiado agradable.
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ɦσω τσ ɩσɣɛ
FanfictionChristopher Uckermann, el chico más popular y mujeriego de la secundaria, tiene un secreto que nadie podría imaginar. La ama, como nadie podría amarla nunca. ¿Quién? Ella, Dulce, su mejor amiga. Dulce, todo lo contrario a Christopher, reservada, tr...