Epílogo

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Se miró al espejo una vez más, comprobando que lucía bien. El vestido parecía ajustarse perfectamente a ella. Retocó una vez más el labial, y bajó las escaleras.

Subió al auto que la conduciría a la iglesia. Estaba algo nerviosa, aunque realmente era tonto estarlo.

Habían pasado dos años desde que Christopher había recuperado la conciencia. Desde entonces, todo parecía ir bien. Eran felices, a pesar de sus peleas, como las de toda pareja, todo era hermoso para ambos. Amaban la vida como estaba yendo en este momento, así que no tenía nada de lo que quejarse.

Miró la iglesia al bajarse del auto, y entró llevando esos enormes tacones. De pronto, encontró la mirada que la hizo sentir en casa. Los ojos verdes de Christopher recorrieron su cuerpo de arriba hacia abajo.

Se acercó a él, y le dio un besito.

-Te demoraste demasiado, agradece que la novia aún no llega –dijo burlón. Miró a su novio, lucía apuesto con su traje formal. Y llevaba una corbata lila combinando con su vestido. Él la abrazó por la cintura, acercándola a ella.

-¿Puedo ir a saludarlo? –Christopher asintió, le tomó la mano y caminó hacia donde estaba el altar. Un muchacho conversaba con otro, estaban de espaldas.

-¿Nervioso? –preguntó ella saludando a su amigo. Christian volteó y se rio bastante tenso. Dulce lo miró, su esmoquin lo hacía lucir aún más apuesto. Sus ojos azules hoy parecían más hermosos y llenos de vida. Christian asintió ante la pregunta.

-No tienes idea cuan nervioso estoy –murmuró.

-Relájate, espantarás a Angie –bromeó Christopher. Christian lo fulminó con la mirada. Su amigo parecía demasiado tenso, y sus bromas no hacían más que ponerlo de los nervios.

-Creo que ha llegado la novia –dijo alguien cercano. La cara de Christian solo mostró un terror tremendo. Christopher y Dulce se ubicaron a los lados correspondientes de los padrinos. La música sonó clásicamente, y todos se callaron y ordenaron de pie para esperar a la novia, que venía acompañada de su padre. Al aparecer, todos murmuraron. Se veía resplandeciente, espectacular y extremadamente feliz. Christian pareció relajarse al mirar lo hermosa que estaba Angie. Sus ojos brillaron al verla. Sonreía, casi como diciéndole con la mirada luces perfecta.

Christopher y Dulce se miraron para sonreírse. El padre entregó a la novia, y se pusieron frente al sacerdote. Escucharon sus palabras, mientras se lanzaban miradas. Christian y Angie estaban en otro mundo, maravillados por su día especial. Dulce sonrió viendo lo enamorados que se veían.

Christian dijo sus votos, mientras miraba a Angie como si mirara el tesoro más preciado en todo el mundo. Su mano temblorosa ponía el anillo en los largos dedos de la muchacha. Luego fue el turno de ella, mientras ponía la argolla en el dedo de Christian, lo miraba a los ojos diciendo los votos.

-Los declaro, marido y mujer –dijo finalmente el sacerdote –Puede besar a la novia –le guiñó un ojo a Christian. Él sonrió, miró a Angie y se acercó, tomándole el rostro. Se besaron lentamente, para luego recibir el aplauso general.

La recepción era justo luego de la fiesta en un lugar vecino donde todos disfrutarían de una genial fiesta. La novia fue a cambiarse de ropa para presentarse. Las felicitaciones les llovían. Angie llegó con un vestido color crema ajustado, hasta un poco más arriba de la rodilla, que aún seguía pareciendo como el vestido de novia, solo que más cómodo. Bebieron, rieron, se tomaron fotos y bailaron. Todo salía a la perfección.

Angie llamó a las chicas solteras para la hora de atrapar el ramo. Dulce fue por insistencia de Christopher, quien miraba divertido la escena junto a Christian.

ɦσω τσ ɩσɣɛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora