Mi mujer 🍒

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35 minutos.

Eso tardo en regresar luego de hablar con Jiraiya. Se apareció por la ventana y la rubia soltó un suspiro cuando vio su rostro amoratado.

-¿Estás bien?

-Si, salió mejor de lo que pensé -Admitió tomándola de la cintura

-¿Que te dijo Jiraiya cuando fuiste a verlo?

-No hablamos mucho, sabe que no debo exponerme -Explicó- Le dije lo básico: Si, el bebé de Tsunade es mío. Si, tengo algo serio con ella. Si, entiendo que me arrancarás la cabeza si le hago algo malo. ¡Por el amor de Dios, Jiraiya, deja de gritar ahora! ¡Las orejas me sangran!

Tsunade soltó una risita.

-Me alegra que todo halla salido bien

-Le importas -Exclamó el azabache mirando por encima de la cabellera rubia

-Y él a mí

-Lo sé...

Algo que él jamás diría en voz alta era el acuerdo mudo que existía entre ellos tres. Tanto la rubia, como el albino y el propio azabache tenían claro una cosa, eran tres pilares fundamentales, se dependían unos de otros, de alguna forma siempre había sido así, preocuparse por sus compañeros y asimilarlo cada quién una de sus maneras.

Pero había algo más, un trato entre caballeros, algo que Jiraiya le había recordado esa tarde, después de uno iba el otro, pero ambos centrarían sus energías en ella, en su sonrisa, en su mirada, la rubia seria a quién cuidar si alguno llegara a faltar.

Orochimaru captó perfectamente que en caso de fallar, Jiraiya no solo lo haría pagar, también buscaría enmendar su error.

Ella sonrió con dulzura, sacando al pálido de su ensoñamiento, tomó la gran mano de su pareja y la coloco sobre su vientre.

Una sonrisa se dibujó en sus labios, el bebé pateaba animadamente.

-Estás despierto -Saludó

-Antojo -Masculló ella

-¿Que quieres?

-Dangos y témpura

El pálido hizo una mueca. Era cierto que la alimentación no figuraba realmente en su rutina, por lo tanto no conosia mucho de gastronomía, pero si algo tenía claro era que aquella no era una combinación apetitosa.

-¿Estás segura? -Inquirió dando un paso hacia atrás

-Si -Ella asintió

-Ire por ello -Exclamó transformándose

-Puedo pedírselo a Shizune -Propusó- Creo que has salido mucho por hoy

-No, está bien -Aceptó sonriente- Debo hacer algo antes de que mi mujer crea que soy un inútil

Orochimaru sonrió y salto por la ventana.

Mi mujer

Se le erizaron los cabellos ante la declaración del azabache. Vale, que era algo obvio y lo recordaba con constancia al bajar la vista y toparse con su abultado vientre, pero escucharlo de sus labios resultaba... Cautivante.

𝕍𝕚𝕤𝕚𝕥𝕒𝕤 𝔼𝕤𝕡𝕠𝕣á𝕕𝕚𝕔𝕒𝕤 - 𝕋𝕤𝕦𝕟𝕒𝕕𝕖 𝕩 𝕆𝕣𝕠𝕔𝕙𝕚𝕞𝕒𝕣𝕦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora