Flotaba, perdida en la inmensidad de una bruma negra de la que no podía escapar. Sentía su respiración agitada, intentaba reponerse pero su cuerpo simplemente no la obedecía.
Sentía la brisa y las gotas frías de lluvia en su cara.
La voz de Orochimaru sonaba aturdida y ajustada. Sentía el impulso que este realizaba al saltar de rama en rama.
Estaban por llegar al hospital y la tormenta parecía haberse incrementado.
-¡Orochimaru! -Gritó Jiraiya queriendo hacerse escuchar sobre los truenos- ¡Dámela!
El azabache comprendió al divisar la puerta del hospital y entregó su mujer al contrario.
Jiraiya atravesó la entrada del edificio como un rayo. Llamando la atención de las pocas personas que rondaban a esas horas el hospital.
-¡Ayuda! ¡Por favor ayúdenme!
Las enfermeras de turno casi se desmayan ante aquella escena, la Godaime, la mayor autoridad de Konoha hecha una fuente de sangre en brazos del legendario sabio de los sapos.
Las cosas estaban realmente mal.
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La angustia y el remordimiento se lo estaban comiendo vivo.
¿Pero que carajos había pasado?, él mismo había pasado todo el día anterior con ella complaciendo sus caprichos y llenándola de mimos.
Esa misma mañana se habían despedido sin nada inusual, le resultaba casi imposible creer que ella estuviera allí dentro debatiéndose la vida. Tiene miedo, lo curte un pánico atroz de pies a cabeza, no quiere perder a su rubia, no quiere perder a su bebé.
No puede.
El estrés se incrementa, porque sabe que si algo llega a pasarle a ella él se culparla eternamente.
Se aferró a la madera recordando aquella escena. Su rubia caía lentamente, inconsciente, envenenada, aquel cadáver masacrado a su lado es la prueba de su verdadero poder.
Se mordió el labio para contener un sollozo.
Oh Tsuna, ¿Que es lo que te han hecho, Nena?
***
Seguía absorbida, escuchando voces a los lejos.
-¡Tsunade-Sama! ¡Por favor resista! -Shizune sonaba aturdida
Apenas entendía, se sentía tan cansada, tan perdida. No pensaba en nada, solo en su bebé.
Sintió una presión en su vientre, y luego algo que la dejo atónita.
Un llanto potente.
-¡Es una niña! ¡Es una niña! -Chilló Sakura
Una niña.
Estaba embriagada en su felicidad, y no había nada que quisiera más que admirar a su criatura.
-¡Su pulso está cayendo! -Chilló Shizune con desespero
Gritos, pasos presurosos, llanto infantil, era demasiado, fue demasiado.
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𝕍𝕚𝕤𝕚𝕥𝕒𝕤 𝔼𝕤𝕡𝕠𝕣á𝕕𝕚𝕔𝕒𝕤 - 𝕋𝕤𝕦𝕟𝕒𝕕𝕖 𝕩 𝕆𝕣𝕠𝕔𝕙𝕚𝕞𝕒𝕣𝕦
RandomA veces los amores prohibidos son aquellos que más quiere ver el mundo. Adsurdo para algunos, extraño para muchos otros, pero interesante para cualquiera. Un amor que nace de un simple deseo carnal, porque luego de probarse su apetito solo aumento m...