ix. nueve

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⧼𝐋𝐀 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐀𝐂𝐇𝐀⧽

⸻ capítulo nueve: cosas de familia ⸻

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capítulo nueve: cosas de familia

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MÁS RÁPIDO DE LO QUE nadie pudo anticipar, el invierno halló su camino a la profundidad de las Tierras Mortales.

Tras la última visita de Feyre a sus hermanas, casi un mes completo había transcurrido. Desde entonces Cassian había sido el encargado principal de acudir a la casa, tarea que llevaba a cabo diligentemente una vez por semana en sus esperanzadas visitas por obtener alguna noticia relacionada con las Reinas Mortales. Desafortunadamente, ninguna de las veces el general había retornado con nueva alguna, pues las reinas -aparentemente- no habían mostrado señales de haber recibido la carta o (tal y como pensaba la mayoría) la estaban ignorando deliberadamente.

No obstante, no todo había sido malo para Cassian, pues sus visitas se habían vuelto amenizadas por la compañía de la mayor de las hermanas, con la que había establecido lo que uno llamaría amistad. Algo que Nesta Archeron, definitivamente, odiaría escuchar.

Por el contrario a Dione, la estoica Nesta no era la mayor fan de los inmortales que visitaban su hogar semanalmente. Este hecho en particular había provocado varias disputas entre ambas hermanas, gestando un sentimiento de incomodidad que hasta el ama de llaves podía notar durante sus pocas horas de servicio.

La disposición de Dione a la hora de ayudar a Feyre carcomía los nervios de Nesta. Cientas eran las posibilidades de que algo saliese mal, y sin embargo, Dione todavía seguía poniéndose a favor de la más pequeña, alegando que jamás las pondría en peligro. Decir que Nesta estaba frustrada sería quedarse cortos.

Repantingada en uno de los largos sofás del salón, Dione Archeron levantó la vista de su libro al escuchar el clásico taconeo de los zapatos de charol de su hermana al descender los escalones hacia la planta baja. A su izquierda, Elain, que también andaba sumida en sus cosas con el cuerpo recogido cerca de la lumbre de la chimenea, se tornó suavemente antes de mirarla, ella le correspondió la mirada.

-¿Qué? -le espetó ella echándose la trenza castaña sobre el hombro. Elain profundizó su gesto-. No me mires así, sabes que no soy yo la que empieza las disputas en esta casa.

A coro con su última palabra, Nesta ingresó en el salón común.

Precisos, sus pies se detuvieron a la altura del arco que hacía de entrada. Como un rayo, la mirada gris azulada de ella viajó por el entorno, pasando de la hermana mediana hacia la mayor como una rana dando saltos de charca en charca.

Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora