⧼ MAREMAGNUM ⧽⸻ capítulo doce: aliento ⸻
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HABÍA UNA NANA en el viento.
Tarareos lejanos de una voz ambigua entre lo femenino y lo masculino que endulzaron sus oídos con la más tierna melodía y la hicieron suspirar de la más profunda comodidad.La voz se hizo más clara, tan impresionantemente nítida que ella por un momento vaciló. Qué curioso, pensó dormida en su bruma onírica, esta canción me es tan familiar.
Como el que se moja el dedo para pasar la página, Dione intentó poner sus sentidos sobre el papel de esa extraña realidad, pasarlo, seguir leyendo. Pero por suerte, o por desgracia, ni siquiera llegó a rozar la esquina cuando todo se balanceó.
Exhalando una respiración que rompió desde su diafragma, la fémina de ojos bicolores abrió sus orbes a la luz.
Un sol candente le quemó los ojos pasando a través de hojas mecidas por el viento, sostenidas por ramitas de pequeños cuerpos que se extendían hasta crear la copa de un árbol en su totalidad. Parpadeando furiosamente tratando de aliviar su ceguera, Dione se sentó. Y al hacerlo, el lugar donde quiera que estuviese, se meció de un lado para otro volcándola de costado contra una superficie dura.
Un leve gruñido brotó de los labios rosados de ella, que más que agitada parecía molesta. Al abrir los ojos correctamente, el resto de sentidos parecieron acudir a la par. Con el tacto devuelto sintió la brisa, el susurro de un viento que le acarició las mejillas con la ternura del terciopelo; el oído le brindó sonidos animales, pájaros y ardillas y conejos que correteaban por lo que parecía ser una ribera florecida en tonos azulados y verdes.
Porque sí, ella estaba en un río. Más concretamente, en una embarcación pequeña y frágil que flotaba en medio del canal acuoso.
-Ah, ¿ya estás despierta?
Pegando un respingo que la hizo trastabillar y volver a caerse al suelo de la embarcación, Dione dobló las rodillas hacia sí misma al sonido de una voz ajena.
En la proa del barco había una figura alta y esbelta, Dione lo podía decir por el sol que pasaba a través de la túnica blanca de la mujer y mostraba extremidades largas y elegantes.
Los pies descalzos los tenía manchados de tierra, como hubiese estado corriendo por el bosque durante horas, empapándose del rocío de la mañana, los hierbajos y el barro. Más arriba, sobre la ropa, un chal de aspecto frágil rodeaba los hombros pálidos, hecho de un material que Dione no pudo nombrar, hilado con un mimo casi tangible que incitaba a abrazarse en el como si de un buen abrigo se tratase.
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Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫
FanfictionSiglos han pasado tras el último contacto entre humanos y fae después de la gran guerra y el mundo se divide en tres partes. El sur pertenece a los humanos, con sus castillos y sus frágiles poblados. Al oeste dormita Hybern, un sitio de leyendas qu...