⧼ INOCENCIA SANGRANTE ⧽⸻ capítulo cuarenta y tres: la cumbre ⸻
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EL SUELO BAJO sus pies se había vuelto un salón de baile para la muerte.
La Tejedora, Bryaxis y el Tallador de Huesos arremetieron contra Hybern con la fuerza de mil soles oscuros. Los soldados cayeron como una fila de cartas, destrozados por la fuerza devastadora de los dioses inmortales que arrasaban sus legiones como si de hormigas bajo un fuego forestal se tratasen.
El poder de obsidiana de Rhysand se desató como una cuerda rota, desbordándose bajo sus pies hacia abajo, hacia el campo de sangre, donde el enemigo enfrentó una ola que los dejó ciegos y les arrebató la vida a la misma vez. El ejército se desvaneció. Una niebla roja y virutas de metal fue todo lo que quedó de ellos.
Azriel arremetió con su luz de cobalto haciendo una brecha todavía más notable en el ejército enemigo. Separándolos. Alejándolos.
Los ilyrios se trasladaron. Aquella había sido la señal.
Bajaron de los cielos, justo cuando una legión se levantaba de Hybern llena de cosas que Dione no pudo reconocer. Monstruosas formas aladas, bestias que les doblaban en altura y peso, todo antinatural y malvado.
Los sifones de los ilyrios se abrieron, bloqueando los escudos en su lugar... y sin más, enviaron una lluvia de flechas con una exactitud mortal hacia abajo. Por un momento, el silbido superó el eco de la lucha.
Pero la legión de Hybern estaba bien preparada. Y cuando respondieron con un ataque propio, una oleada de flechas igual de poderosa, Dione no pudo evitar el jadeo que se le escapó. Las flechas de veneno fae perforaron los escudos de sifón tan fácilmente como la mantequilla. El rey había mejorado su arsenal, y los soldados de Prythian caían como moscas.
Abajo, los guerreros de Thesan, Helion y Kallias combatían con excelente diligencia. Las bestias que Hybern acababa de liberar, entre ellas una manada de perros diabólicos que Dione conocía bien, gruñeron profundamente.
Más allá, Bryaxis era una fuerza implacable. Un borrón de cambiantes garras y colmillos, alas y músculos, transformando y girando dentro de su propia oscuridad. Incluso entonces, no tuvo que esforzarse para recordar los ojos tóxicos que la habían devorado con encomiable celo.
Junto a él, el Tallador de Huesos blandía una cimitarra de color similar al del mango de su propia espada- feroz y letal, el caballero de armadura marfil intimidaba con el solo balanceo de su arma. Asimismo, no muy lejos, La Tejedora trituró. Y a su paso, solo quedó un reguero de cadáveres. Cáscaras vacías.
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Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫
FanfictionSiglos han pasado tras el último contacto entre humanos y fae después de la gran guerra y el mundo se divide en tres partes. El sur pertenece a los humanos, con sus castillos y sus frágiles poblados. Al oeste dormita Hybern, un sitio de leyendas qu...