⧼ MAREMAGNUM ⧽⸻ capítulo catorce: hermana mía ⸻
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LA NOCHE HABÍA CAÍDO a plomo para el momento en el que Azriel y Dione tomaron caminos diferentes.
Después de pasar una hora juntos, sumidos en charlas carentes de temas relevantes y alguna que otra broma para levantar los ánimos, ambos se habían separado elaborando una corta despedida que, sin falta, los dejó a ambos con ganas de más. Incluso después de cerrar la puerta, Azriel había permanecido frente a ella durante unos segundos de más, maravillándose del rostro que sus ojos habían trazado, captando los vestigios de su aroma floral.
Al otro lado, una vez el ilyrio se marchó, Dione se encontró tropezando por enésima vez en el día con las puntas de sus propias alas antes de caer, afortunadamente, de cara contra el colchón de plumas de su suite. Con el rostro enterrado contra las sábanas, la fémina emitió un gruñido que se sofocó directo en la tela, el pelo repleto de rizos se esparció desordenadamente sobre la almohada.
Momentos después, sus pies ligeros se desprendieron de las sandalias flexibles, moviéndose directos hacia el baño a la par que la túnica violeta caía arremolinada en el suelo.
Desnuda, Dione se aproximó hacia la gigantesca bañera de cuarzo azulado que le habían brindado y abrió el grifo del agua caliente. Pronto, el lugar se llenó de vapor.
Sentada en el borde con los ojos puestos en la espuma que cubría el agua, un suspiro brotó de sus labios rosados cuando alcanzó la mano e hizo contacto con el líquido tibio.
Tomando una profunda respiración que después exhaló de manera temblorosa, introdujo los pies primero hasta que alcanzaron la altura de los tobillos, donde permaneció un rato hasta que luego decidió descender un poco más subiendo el nivel del agua hasta sus rodillas flexionadas.
-Es solo agua, es solo agua... -Comenzó a recitar, bajando cada vez unos centímetros de más sin perder agarre en el borde-. Solo agua, solo... agua.
Con la última palabra, un nuevo suspiro volvió a nacer, esta vez impulsado por el placer del calor que envolvió su torso y parte de los hombros. Una vez completamente dentro, Dione tanteó moviéndose hasta que alcanzó una cesta de mimbre cerca de la bañera, y, sin mirar, agarró el primer bote que tuvo entre manos: unas sales de baño minerales de color rosado con olor a azúcar.
Casi pareciendo un pirata de altamar, arrancó con los dientes el corcho de la botella de cristal, negándose en redondo (según se podía apreciar dado el fuerte agarre), a separar su diestra del punto en el que la tenía anclada.
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Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫
FanficSiglos han pasado tras el último contacto entre humanos y fae después de la gran guerra y el mundo se divide en tres partes. El sur pertenece a los humanos, con sus castillos y sus frágiles poblados. Al oeste dormita Hybern, un sitio de leyendas qu...