xi. once

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⧼𝐋𝐀 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐀𝐂𝐇𝐀⧽

⸻ capítulo once: vida robada, vida devuelta ⸻

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capítulo once: vida robada, vida devuelta

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LA DIOSA ESCARLATA sostenía un orbe en las manos.

El objeto en sí apenas era más grande que una manzana madura, por lo que perfectamente cabía en sus manos gráciles, repletas con índices largos que acariciaron las superficie iridiscente antes de mostrarlo por completo al público mortal que tan ansioso observaba.

Morrigan dio un paso al frente.

-Este es el Veritas -dijo ella con una voz que era joven y vieja al mismo tiempo-. El regalo de mi primer antepasado a nuestra línea de sangre. Se ha usado muy pocas veces en la historia de Prythian, pues muy pocas veces soltamos la verdad en el mundo.

Levantó el globo para sacarlo del nido de terciopelo.

-La verdad es letal. La verdad es libertad. La verdad puede romper y arreglar y unir. El Veritas contiene la verdad del mundo. Yo soy la Morrigan -dijo, y los ojos le brillaron-. Sabes que digo la verdad.

Puso el Veritas sobre la alfombra en mitad del salón. Las dos reinas se inclinaron hacia delante, luchando por echar un vistazo.

Al otro lado de la habitación, la hermana mayor de las allí presentes mantuvo un estoico ceño fruncido cuando el místico orbe comenzó a brillar. A su lado, Nesta Archeron, recelosa, deslizó su mano en la de Elain, que con sumo cuidado mantenía un agarre prieto en el anillo de hierro que tan orgullosamente portaba en la mano izquierda. Las tres hermanas eran una muestra variada de emociones, cada una posando en sus rostros un semblante diferente ante la clara muestra de magia que tenía lugar en su hogar. No obstante, todas compartieron el mismo sentimiento de desconfianza.

Desviándose de Morrigan por un solo segundo, los ojos del cantante de sombras del alto lord de la noche buscaron por enésima vez la cabellera ocre de Dione Archeron. Contraria a su ser habitual, la mayor de la familia no había rebatido a ninguno de los comentarios de las reinas, pues desde el inicio se había mantenido callada, oculta como sus hermanas, no queriendo destacar. Algo parecido al remordimiento se comía a Azriel cada vez que la miraba.

Un mes. Un mes completo había transcurrido desde que el guerrero ilyrio había tenido la ocasión de contemplar a su compañera en una situación del todo desafortunada que había desembocado en la completa falta de conversación entre los dos. Pese a que ella lo había desestimado restándole importancia al asunto, Azriel tenía claro que aquello era mentira. Había visto sus orejas coloreadas de la rabia y la vergüenza, sus sombras le habían informado del rápido palpito de su corazón impulsado por la ira, todo su cuerpo desprendía un aura de enfado imposible de disimular. Pero ella lo ignoró.

Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora