i. uno

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⧼ 𝐋𝐀 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐀𝐂𝐇𝐀 ⧽

⸻ capítulo uno: el tesoro del más pobre ⸻

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capítulo uno: el tesoro del más pobre

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LOS COPOS DE NIEVE PESABAN sobre mi cabeza cuando decidí descender del árbol en el que llevaba oculta desde media mañana.

Cuidadosa en mi descenso me enganché a las ramas fuertemente procurando no tocar ninguna podrida a riesgo de precipitarme hacia el vacío blanco debajo de mí. Temblorosas, mis piernas golpearon el suelo con un ruido seco, manteniéndome en pie a duras penas con las rodillas dobladas. Las horas sobre aquella rama retorcida comenzaban a pasarme factura, debilitando mis cansados huesos bajo capas de interminables nevadas.

Alzando la cabeza desde mi nueva posición, eché un vistazo a mi alrededor antes de encaminarme hacia la ruta que mis dagas, momentos atrás, habían seguido silbando en el aire.

Aquel día, el bosque estaba en calma absoluta.

Esa vez no hubieron vientos helados mordiéndome la piel como en otras ocasiones, además, la visibilidad era buena, un hecho que me hizo suspirar de alivio. No obstante, al pensar en el otro extremo del bosque mi rostro se agrió en una mueca. Feyre no había tenido tanta suerte.

Por decisión propia, mi hermana más joven había escogido la zona oeste como lugar de caza, lo que significaba que los vientos estarían dirigidos hacia ella aquel día. La pobrecita lo estaría pasando fatal, me percaté chasqueando la lengua.

Solo con mucha suerte -aunque prácticamente sería un milagro- lograría traer algo a casa. Lo dudaba.

El pensamiento de mi hermana menor me hizo fruncir el ceño a la par que mis desgastadas botas avanzaban a través del terreno helado y llano. Ese invierno había sido particularmente cruel con las Tierras Humanas, uno de los peores que se pudiesen recordar.

A mi alrededor, los diferentes árboles, despojados de corteza alguna, se sacudieron levemente cuando apoyé mi peso en sus troncos para así moverme más rápido y alcanzar mi premio. Estando en territorio de lobos la posibilidad de que algún depredador me lo arrebatase antes de siquiera haberlo sostenido era muy probable.

No obstante, la idea de los lobos resultaba seductora en comparación a lo que había más allá.

El hambre me había llevado lejos de mis zonas habituales de caza, no por elección propia por supuesto, sino por necesidad. Ante la escasez de alimento debido al invierno, los animales se habían escondido, trasladándose hacia la profundidad del bosque en busca de refugio, incluso si eso implicaba exponerse a otros depredadores más salvajes. Sin remedio, ya hacía semanas desde la primera vez que me había aventurado tan lejos de la aldea, demasiado cerca de la frontera inmortal entre Prythian y las Tierras Mortales.

Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora