A PESAR DE la tragedia y el dolor, las Cortes de Prythian celebraban la derrota enemiga con canciones y festejos.Multitud de criaturas se habían lanzado a las calles, pintando cada rincón de luces, espectáculos, fuegos y colores; saltaban y danzaban al ritmo de cada canción, brindaban en honor a los héroes de la guerra, y no importaba de quien se tratase, caídos, grandes señores, curanderos o animal, todos fueron nombrados incluso si sus nombres eran desconocidos.
En un estanque de la ciudad, sobre una roca, una ninfa cantaba para el deleite de quienes la oían. De todo aquel que captase una nota, curiosamente, ninguno quedaba libre de mover sus pies al son de la balada, que decía:
"... el mundo pesa en sus manos,
el hijo que el Caldero parió.Dícese de la oscura torre,
que a dos vio nacer sin cuestión.Una, bruja temida,
la otra un corcél de esplendor.Y la otra nos causa risa,
pues su desdicha es puro dolor¡Já! ¡Su desdicha es puro dolor!"
A pesar del dudoso y un tanto macabro significado de la canción, todos reían y repetían cada palabra con voces semidelirantes. Giraban y giraban, y bajo las enaguas los pies se movían, y sobre sus cabezas las luciérnagas revoloteaban.
La ninfa soltó una carcajada, alzó la lira que traía en la mano y tocó cuatro notas seguidas que iniciaron otra nueva canción. Todos gritaron emocionados, pero entre aquel mar de gente, había alguien que no se movía.
Ella ya lo había visto. Incluso antes de que se revelase en medio de la multitud.
Un hombre alto y esbelto, vestido con largos ropajes oscuros que asemejaban la textura de un velo de novia y brillaban bajo la luz. Mangas largas hasta el suelo y, sobre el cuerpo, una túnica de cuello alto que parecía una cascada en descenso cortada únicamente por la visión de la delgada cinta verde que llevaba atada a la cintura. Su pelo era una media melena que llevaba atada a la parte trasera de la nuca, marrón como el roble y tan oscuro que podría confundirse por el negro. Únicamente dos mechones le enmarcaban el rostro ovalado.
Para cualquiera que tuviera dos dedos de frente la visión de aquel ser habría sido motivo de miradas. Y aunque no pasaba desapercibido, tomando en cuenta sus ropajes y buen porte, nadie se detenía a observar fijamente amedrentados por los ojos afilados que pintaban aquellas facciones.
La ninfa había desaparecido de la roca con un truco de magia que la había hecho desvanecerse en miles de flores.
Sobre un puente, ambos desconocidos habían ido a parar.
—Te recordaba más vanidoso.
—Y yo recordaba tus canciones menos mezquinas.
La voz de la mujer era suave como miel hilada con un toque de limón. A su lado, él no se inmutó cuando ella se giró, arqueando la espalda y extendiendo los brazos a lo largo de la barandilla hasta echar el cuello hacia atrás exponiendo la garganta hacia el cielo. Sus cabellos rubios estaban repletos de mechas azules que iban y venían y que, según el movimiento de la luz, cambiaban de color. Era verdaderamente hermosa.
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Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫
Fiksi PenggemarSiglos han pasado tras el último contacto entre humanos y fae después de la gran guerra y el mundo se divide en tres partes. El sur pertenece a los humanos, con sus castillos y sus frágiles poblados. Al oeste dormita Hybern, un sitio de leyendas qu...