⧼ CÁNTICO AL HADO⧽⸻ capítulo veinticuatro: segundas impresiones⸻
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-EL CAMINO SIEMPRE inicia en el primer mundo, el más cercano al fresno, donde la vida no es más que un cúmulo de especies sin forma -le dijo La Madre a Dione, cuando comenzaron a caminar por la pasarela de cristal.
Con pies desnudos y la capa a sus hombros, la diosa avanzaba con una templanza envidiable, explicando con delicadeza cada entresijo de aquel fascinante proceso. Dione no había hablado desde el inicio, prefiriendo en su lugar contemplar los numerosos planetas bajo sus pies, que a medida que avanzaban comenzaban a oscurecer con el roce de la capa estrellada.
-Algunos mundos tienen días muy largos, capaces de durar un año -su dedo índice indicó un planeta bajo ellas, que en lugar de envolverse en el manto nocturno igual que los demás permaneció brillante-. Este de aquí todavía anda en su tercer mes, por lo que la noche no llegará hasta dentro de mucho.
-¿Y cuánto durará? -preguntó Dione quedando justo por encima, mirando el planeta de tierra blanca con atención.
-Apenas unas horas -replicó la diosa-. Las criaturas de este mundo están caracterizadas por vivir de la luz del día, un par de horas de noche es todo lo que necesitarán para que el ecosistema descanse y vuelva a estar radiante para afrontar un año más de luz. Sigamos.
Con sus sandalias repiqueteando el cristal, Dione procuró mantener el ritmo mientras su pluma trataba de copiar casi a la misma velocidad. A estas alturas, el diario entre sus manos era un desastre únicamente entendible para sus ojos. Siempre le habían dicho que su letra era tan cursiva que solo un loco podría entenderla, pero ella lo consideraba un regalo. Una ventaja sobre las personas que se atreviesen a intentar averiguar qué escribía.
Con las manos cruzadas a la espalda, La Madre echó un vistazo a su única primogénita y notó su enfurecedora manera de escribir, veloz como la cola de un lagarto, un borrón de tinta. Sus ojos se posaron en su labio inferior.
-Te va a salir una vejiga si sigues mordiéndote, va a parecer que te-
-Picó una abeja -agregó la más joven dejando de escribir. Movió la pluma hacia el interior del diario y la cerró. Se habían detenido-. Alguien me solía decir eso -susurró, como si el recuerdo no estuviese claro-. No lo recordaba hasta ahora.
La Madre se encogió de hombros, aunque trataba de aparentar estar en calma, la comezón resultaba inevitable.
-Eso es porque eras pequeña entonces, es natural que no lo recuerdes. En tu caso tus recuerdos más tempranos inician con los siete años. Cuando tu madre te enseñó a cocinar.
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Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫
FanfictionSiglos han pasado tras el último contacto entre humanos y fae después de la gran guerra y el mundo se divide en tres partes. El sur pertenece a los humanos, con sus castillos y sus frágiles poblados. Al oeste dormita Hybern, un sitio de leyendas qu...