x. diez

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⧼𝐋𝐀 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐀𝐂𝐇𝐀⧽

⸻ capítulo diez: el recuerdo de un amante ⸻

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capítulo diez: el recuerdo de un amante

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CON EL SIMPLE ROCE de una tijera el aire de aquella habitación podría haberse cortado.
Regias en sus respectivos puestos, las Reinas Mortales observaron astutamente los rostros de los organizadores de aquella reunión. Primero, los ojos de las más mayores se dispararon hacia el gran lord y la dama a su lado, ambos de belleza surrealista, emitían un aire similar a la nobleza. Tras ellos, armados con cueros, sifones, sombras y espadas, los dos machos ilyrios se mantuvieron quietos como pilares inamovibles, no obstante, tan letales que dar un paso hacia ellos sería un movimiento fatal. Aquel día, Azriel y Cassian no tendrían otro que el rol de guardias de la Corte Nocturna.

Por su parte, las dos reinas más jóvenes centraron sus atención en las hermanas Archeron. Una de ellas, de pelo lacio color cuervo y ojos igual de oscuros, miró a cada una con detalle. Ni una sola mueca en sus facciones mostró pista alguna sobre lo que pensaría de ellas.

La reina restante era la más bella. Era una mujer de rasgos cálidos, pelo rizado color dorado y piel canela espolvoreada con brillitos de oro. Su cuerpo era flexible, curvado y bien moldeado, ahuecado en las partes perfectas donde un tallador reposaría sus manos solo por el mero hecho de fingir que su obra cobraría vida. Como una leona, los ojos ámbar de ella examinaron a cada miembro de la habitación, no obstante, cierta vacilación se mostraba cada vez que llegaba a la mayor de la familia. Haciendo el atrevimiento, la reina habló elaborando un vago saludo.

-Bien hallado -replicó Rhysand sin perderse la forma en la que los guardias afianzaban el agarre en torno a sus armas.

Haciendo un gesto, la reina dorada mandó a los soldados a tomar posición en torno a la enorme sala. Con coordinación perfecta, cada uno de ellos se puso junto a las paredes. Elain y Nesta se movieron para hacer espacio, Dione no se meció un ápice de su sitio, quedando prácticamente codo con codo con uno de los hombres.

Rhys dio un paso adelante. Las reinas contuvieron un poco el aliento, mostrándose desconfiadas ante el macho inmortal, como si este las fuese a atacar en una milésima de segundo. A su alrededor, la escolta real no hizo menos al tensar los músculos.

-Nos alegra que hayáis aceptado nuestra invitación -dijo el alto lord- ¿Dónde está la sexta reina?

Efectivamente, una de ellas faltaba, se dio cuenta Dione. Aquello le puso un mal sentimiento en el estómago.

-Se encuentra indispuesta y no ha podido realizar el viaje -respondió la más mayor, una anciana ataviada con un vestido azul pálido. Luego miró a Feyre-. Eres la emisaria.

Crescendo Inmortal║ 𝐚𝐜𝐨𝐭𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora