Capítulo 24

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Día 192 desde el comienzo del virus.

Desde que supe de la existencia de los infectados mutados, solo había visto unos 2 pero ninguno de esos dos fueron un problema grande pero no podía decir lo mismo del tercer mutado que me encontré, el solo hecho de que pudiese volar y tengas garras tan letales, no era algo de lo cual escaparía fácilmente como las veces anteriores. No podía enfrentarme a esa cosa con un par de hachas, iba a necesitar armas de fuego para hacerle algo pero el problema era que no había llevado ninguna arma, pensé que ir en busca de la pistola que tenía Sam pero si volvía a ese lugar, seguramente no llegaría ni a tocar la pistola antes de que esa cosa me matase de un abrir y cerrar de ojos. Solo tenía dos opciones, ir a buscar a los demás e intentar escapar lo antes posible o ir directo a ayudar a los sobrevivientes que había en la azotea. La primera opción era más arriesgada, ya que no sabía con exactitud dónde estaban y sería muy de novato el estar dando vueltas a lo loco. La segunda opción me pareció la más acertada ya que solo tenía que subir las escaleras e ir solo para arriba, era la opción más rápida y segura aunque sabía que en el camino me iba a cruzar con bastantes infectados pero prefería eso que dejar que el infectado mutado se percate de mi presencia.

Fui lo más rápido posible hacia las escaleras principales y como lo había imaginado, fui la única que logro llegar, no tenía idea si los demás estaban aún con vida pero no podía esperarlos, tenía que subir lo antes posible.

– Lo siento chicos, pero tengo que seguir...

Me dije eso a mí mismo y empecé a subir las escaleras. No había llegado ni al primer piso que salieron dos infectados corriendo hacia mi aunque fue muy fácil matarlo, eso era solo el comienzo de la subida.

Seguí subiendo lo más rápido posible, y entre más subía más infectados aparecían, de vez en cuando veía como algunos se caían de las escaleras directo al suelo con una caída libre, muriendo en el acto. Llego un momento en el que la cantidad de infectados que aparecían eran demasiado para mí, sabia cual eran mis limites así que no me quedo de otra que encerrarme en una habitación.

Solo podía encerrarme y pensar en algo para poder escapar pero en la habitación que entre no se podía ver ni una pequeña luz, está totalmente a oscuras mientras que los infectados intentaban derribar la puerta. Me fui adentrado cada vez más en la habitación sin poder ver nada, estaba literalmente ciega, por suerte nunca le temí a la oscuridad pero el estar en una habitación así sin saber que hay dentro, me ponía los pelos de punta, además que los infectados no paraban de golpear la puerta, estuvieron intentando abrirla como unos 10 minutos hasta que de repente ya no se escuchaba ningún ruido proveniente de afuera, por un momento pensé que se habían ido sin más pero cuando escuche que la puerta fue derribada de un solo golpe supe que había llegado algo mucho peor. Solo los infectados mutados tienen la fuerza suficiente como para derribar una puerta de un solo golpe así que supe de inmediato de quien se trataba, lo más seguro es que habrá visto a todos esos infectados intentando abrir la puerta y decidió quedarse la presa solo para él, los demás infectados habrán huido apenas lo vieron.

Ya no tenía escapatoria, correr no era una opción, apenas esa cosa sintiera un mínimo ruido, atacaría por instinto. No me queda de otra que quedarme quieta donde sea que estaba. El no ver nada solo complico más las cosas ya que por error podía chocarme y tirar alguna cosa y eso sería mi sentencia de muerte, lo único que podía ver era una pequeña luz que provenía de la entrada. Si quería tener una posibilidad de salir viva, no tenía que mover ni un pelo.

Después de ese ruido que se escuchó en la entrada, lo único que podía oír era la respiración de esa cosa, era tan fuerte que parecía que estaba justo a mi lado, por suerte él también estaba cegado por la oscuridad pero eso no le impedía seguir buscando dentro de la habitación. En su camino se iba chocando con muchas cosas por lo que decidí que cuando hubiera un ruido fuerte, me iría moviendo hacia la luz de la entrada, el ruido de mis pasos serian opacados por todo el ruido que esa cosa causaba en su camino. Entre más avanzaba, más cerca estaba de esa cosa hasta el punto que sentí su respiración literalmente a mi lado, tenía un olor nauseabundo que casi me hizo vomitar. Cuando estábamos lado a lado me quede congelada sin respirar pero el infectado también se quedó quieto, como si supiese que había algo cerca pero después de unos segundos siguió con su camino y yo con el mío. Una vez que llegue a la puerta sentí como si hubiese salido del infierno pero ni siquiera tuve unos segundos de tranquilidad que un infectado vino corriendo hacia mí, logre matarlo de un solo aunque no puede evitar sus gritos, sabía perfectamente que el mutado lo había escuchado pero no me dio tiempo ni para intentar huir que escuche su grito acercándose a una velocidad absurda hasta que su figura asquerosa salió por la puerta. Venia corriendo con la intención de impactar conmigo, si llegaba a golpearme a esa velocidad lo más seguro es que me rompiera algunos huesos y el impacto me haría caer desde el tercer piso. Sabiendo eso supe que si no lo detenía iba a morir si o si así que le lance una hacha que le dio en el medio de toda la cabeza aunque eso no lo detuvo y los dos caímos en picada. Cuando su cuerpo impacto con el mío, me aferre a él para minimizar el daño de la caída, sabía que por más que hiciera eso, la caída iba a ser fatal pero lo tenía que intentar igual. No sé si soy el ser humano con más suerte del mundo porque caímos arriba de una pirámide de cuerpos de infectados, supuse que eran todos los infectados que estaban cayendo cuando iba subiendo y los que intentaban abrir la puerta se tiraron cuando vieron al infectado mutado. Gracias a esos cuerpos no morí por la caída pero igual sufrí varios daños en todo el cuerpo, apenas me puse de pie note que me había roto un par de costillas y me disloque el hombro derecho. Apenas me podía mover pero tenía que llegar a la azotea ya no solo por rescatar a esas personas sino también para que me ayudasen a mí así que empecé a volver a subir. Cada paso que daba era un dolor tremendo, cada escalón que subía era una tortura pero era eso o morir. Entre más cerca estaba de la azotea, mas sentía que me quedaba poco para desmayarme hasta que después de unos 10 minutos llegue a la puerta de la azotea y antes de desmayarme, golpee la puerta y dije:

– Ya pueden salir, es seguro...

Y mis ojos empezaron a cerrarse lentamente mientras que escuchaba unas voces y el sonido de la puerta abriendo hasta que no pude oír nada más.    

LA VIDA EN UN APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora