Capítulo 1

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Nuevo año, nuevas posibilidades de convertirme en una alcohólica.

AURELIA

Los días estuvieron pasando; así que no me levantaba, de la cama, para absolutamente nada. He recogido el teléfono y he marcado a su número, pero cuando sonaba el segundo pitido colgaba. Ya perdí la cuenta de cuántas veces marqué y colgué.

Ahora, estoy marcando otra vez. También hay que recordar que son casi las tres de la mañana, estoy encerrada en el baño, tengo una manta alrededor de mis hombros y una botella, media vacía, al lado mío, de vodka o whisky. «No recuerdo, lo compré inconscientemente»

El tercer pitido suena en mi oído. Ya al quinto, tengo que dejar un mensaje de voz si no responde. Aquí vamos...

—Hola... eh... soy yo... —toqueteo, con mi dedo índice, mi barbilla; pensado en qué decir—. Seguro tengas más de veinte llamadas perdidas mías... eh... ah... solo quiero saber algo de ti, seguro que tú de mí no... pero...

Y no pude seguir hablando, ya que la contestadora me cortó.

—Estúpida línea. Estúpido Connor, que no contestas mis llamadas.

Dejo el teléfono a mi lado y luego abrazo mis rodillas, escondiendo mi cara entre ellas. Todo es culpa mía, si no me hubiera metido con él, nada de esto estaría pasando. Yo no estaría ebria en el baño, lamentado por todo, y Connor no se habría ido a... a dios sabe dónde. He intentado convencer a Parker de que me diga dónde está, o a Luke. El último es muy duro y no quiere ni observarme. Así que es imposible hablar con él.

Su ausencia me está afectando, y no quiero que ocurra eso, tomé una decisión, él tomó la suya. Lo estoy empezando a extrañar. »¡Ash!» ya ni siquiera puedo decidir qué es lo que quiero. Mis pensamientos son tan confusos, y más ahora, estando ebria.

Debería intentarlo otra vez, tal vez esta sí conteste. Con manos temblorosas, recojo el teléfono y vuelvo a marcar a su número. Un pitido, luego dos y...

—Connor —mi voz empieza a quebrarse y odiaba eso—, sé que no quieres hablar conmigo... pero por favor, solo coge el maldito teléfono... solo quiero oír tu voz y saber que estás bien.

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—Lía, cariño. —Una dulce y melodiosa voz me despierta. Me quedé dormida en el baño— Arriba.

—¿Qué hora es? —cuestiono, con voz adormilada.

—Son las cuatro de la tarde.

Abro los ojos de golpe y me levanto, también de golpe, aunque casi me caigo de cara. Gracias a Alex, mi cara está intacta.

—¿¡Las cuatro de la...!? ¡Carajo! —Masajeo mi sien— No debí beber tanto.

—La próxima recuerda esas palabras y no lo volverás a hacer. —Ruedo los ojos. Otro punzante dolor me atraviesa la cabeza— Ahora, en la habitación hay una bebida y una pastilla para tu resaca.

—Gracias.

Camino, arrastrando mi cuerpo, hasta la habitación y con la manta en mi cabeza y hombros. Me siento en la cama y luego llevo la pastilla a mi boca, a la vez que el vaso con la bebida extraña a mis labios. Arrugo mi cara y trago los dos. Agh, es horrible la bebida... Cierro los ojos al recordar aquella vez, que estaba con la regla, cuando Connor me dió una bebida horrible.

—No, no y no. Tienes que beber todo. —Abro mis ojos. Alex deja el vaso en mis manos.

—Pero es horrible.

—La próxima lo piensas dos veces antes de beber tequila puro.

«Ah, era tequila»

—¡Me dejé llevar por el impulso!

—Ay, niña, niña. -Me acaricia la cabeza. La miro con rareza.

—No me digas niña, ni mucho menos, acaricies mi cabeza de esa manera.

—Está bien, tranquila... niña. —Una risilla se escapa de sus labios.

Cierro los ojos y respiro hondo. Ella, al ver mis intenciones, abre los ojos y empieza a correr por toda la habitación; conmigo detrás de ella, persiguiendo la. Salta de cama en cama, —también yo— luego abre la puerta y sale disparada de la habitación. Gruño y empiezo a perseguirla por el pasillo, hasta las escaleras. Estoy tan cerca de alcanzarla, cuando está por subir las escaleras, me apresuro un poco más.

Todo mi cuerpo se desestabiliza, al chocar con alguien, y caigo al suelo. Más bien, caigo en el escalón, hasta rodar al final. «Ay» es lo único que logro decir, aunque por dentro me esté retorciendo por el dolor.

Varios dolores internos.

Al levantar la cabeza, veo que choqué contra el cuerpo de Luke. Este chico es duro como roca. Me observa como si fuera lo más repugnante que vió en su vida «idiota», tiene un cigarrillo en su oreja.

—¿Estás bien? —Alex reprime una carcajada, a la vez que se me acerca y me ayuda a levantarme.

—Sí. —Carraspeo— ¿Estás bien lía? Sí, estoy bien, Luke, gracias por preguntar. La verdad, no me sorprende que preguntes mi estado.

—No tengo que preguntar sobre "tu estado" —hace un énfasis con los dedos— Tú sola te caíste, y eso te pasa por no ver hacia dónde estabas yendo.

—¿Perdona?

—Lo que oíste. La próxima fíjate por dónde vas.

Suspiro, implorando paciencia, y lo ignoro por completo. Alex me ayuda a levantarme; un dolor en el culo me hace caminar de forma rara. De mi perspectiva, es raro, en la de otros, gracioso.

Ambas volvemos a la habitación. Al llegar, le doy un golpe, con mis dedos, en la cabeza.

—¡Auch! ¡Eso es abuso! —se soba el golpe. Exagerada.

—Jódete. —Le saco la lengua.

—Jódete tú. —Me saca el dedo corazón.

Sonrío y me tumbo en la cama. Es como si fuera un imán y yo un metal. Estoy cansada, y me acabo de despertar hace menos de una hora. Solo quiero dormir...

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Me levanto, agitada y con la respiración entrecortada, y quedo sentada en la cama. Llevo mi mano al pecho y trato de controlar la respiración, me suda todo el cuerpo. Tengo temblores en todo mi cuerpo y mi pecho no deja de subir y bajar con desesperación.

Extiendo mi mano hacia la mesita de luz y agarro el vaso con agua, lo llevo a mi boca y le doy un gran sorbo. Con el dorso de mi manga, limpio mi boca.

Vuelvo a extender mi mano, para dejar el vaso en su lugar, pero mi mano resbala y el vaso cae al suelo. Por suerte hay una alfombra peluda y no puedo romperse. Me levanto y me agacho para juntar el desastre. El vaso inútil se aleja de mis dedos, metiendose debajo de la mesita de luz.

Extiendo mis dedos, hacia el vaso de porquería, saco de todo menos el estúpido vaso. Mis dedos lo rozan, extiendo más mi mano y la saco. Una cosa completamente diferente está en mis manos, una fotografía Polaroid; en ella estoy yo con Connor, escondiendo nuestras caras con las sudaderas de él.

Me dejo caer en el suelo, de rodillas, y me quedo observando la imagen. Llevo mis dedos al borde de la fotografía, apunto de romperla por la mitad, pero no lo hago, solo la dejo en el cajón

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora