Capítulo 4

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CONNOR.

Ya había pasado una semana, una semana en la que había ayudado a Aurelia a estudiar para que pueda terminar sus últimas materias que le quedaban de su antigua escuela. Ya el año que viene tendría que empezar la universidad, aún no estaba segura de cual carrera quería ella, pero bueno, aunque cualquiera le vendría bien. Es decir, es Aurelia después de todo, consigue lo que quiere cuando lo quiere.

Ahora solo le quedaban dos materias y ya estaba libre de todo esfuerzo.

-Vamos lía, concéntrate en lo que tienes que escribir. -Tenía que escribir un guión para una tarea. Sí, más o menos crear una película. Era como un "entrenamiento" para un futuro.

-Pero es que no soy una escritora Connor. Hazlo tú si es tan fácil.

-Yo jamás dije que sería fácil, dije que te concentres en eso. -Señalo a la hoja en blanco con la cabeza.

Sonrío al ver la cara de concentración que siempre ponía cuando algo era bastante difícil o simplemente pesado. Se le hacía una pequeña arruga en la frente y sus ojos se achicaban, ocultando así sus ojos café, también salía encoger sus labios. Se lleva el lápiz a la boca, distraídamente, y lo empieza a morder mientras le da sucesivas vueltas. Tenía el cabello suelto y, de vez en cuando, se escondía algunos mechones rebeldes detrás de la oreja.

-Podrías hacer un guión de terror. A ti te gusta lo terrorífico y esas cosas, prueba con eso. -Hablo, distraído por su perfil.

Ella gira su cabeza hacia mí y me clava sus ojos, como dos estacas, el mis ojos. Tenía el entrecejo hundido pero luego sonríe y asiente.

-Sí, no lo había pensado antes. Gracias. -Se me acerca y me besa la mejilla.

«No» me repito mentalmente «está haciendo un trabajo, está haciendo un trabajo», me sigo repitiendo. No podía distraerla y hacer que repruebe por mi culpa. Tenía que aguantar.

-¿Te pasa algo? -pone su mano arriba de mi rodilla, que estaba moviendo sin darme cuenta.

Mierda lía, no me la pones fácil.

-¿Eh? -abro mis ojos para encontrarme con unos iris café.

-Estás como... nervioso o ansioso. ¿Seguro que estás bien?

La observo a los ojos un momento, largo para ser preciso, detallando cara centímetro de su cara. Ella me miraba con preocupación, yo con deseo. Me acerco un poco, tanteando terreno, y, como no me rechaza, la tomo de la barbilla y dejo mis labios en sus labios suaves. La tomo de los muslos y la subo arriba de mis piernas, sus manos suben a mi cuello y empieza a jugar con sus dedos en mi nuca. Se separa y me observa con detenimiento.

-¿Seguro que estás bien? -susurra.

-Sí, novata, no te preocupes. -Meneo la cabeza.

Empiezo a hacer círculos en la piel desnuda de su pierna, mientras miro su pecho, el pequeño collar con su inicial brilla con el reflejo de la luz. Tenía un pequeño lunar escondido en su pecho, me encantaba saber de su existencia, no creo que todos sepan de ese pequeño punto, esa marca. Siempre, desde chico, me refería a los lunares como sueños o marcas del pasado, siempre decía que cada lunar era un pasado bueno o malo, no había punto medio, también que algún eran la cantidad de sueños que tenía para el futuro.

-No deberías estar así, deberías estudiar, novata. -Susurro- No quiero ser una distracción para ti. -Deslizo mis ojos hacia su cara.

-Connor, eso puede esperar, puedo estudiar mañana si quiero. ¿Eso es lo que piensas? ¿Que eres una distracción? Dime qué ocurre, porque tú no actúas así, como culpable o nervioso.

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora