Capítulo 11

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AURELIA

Sabía que me estaba metiendo en un problema, lo supe porque la cagué aquella vez, la había cagado fuerte, pero fue por una buena causa, ¿no?

A ver, dejemos las cosas claras... solo lo hice porque él es un idiota de pies a cabeza y eso nunca iba a cambiar, y por el simple hecho de que le rompió el corazón a una mujer fuerte e independiente que no se dejaba doblegar por nadie.

Sonrío como una psicópata mientras sigo corriendo por mi miserable vida.

UNA HORA ANTES.

Estaba juntando mis cosas cuando una sonriente Alex aparece dando saltos por la puerta; algo loco muy loco se le había cruzado por la cabeza rubia.

Le doy una mirada de arriba a abajo, ella siempre se vestía genial; llevaba puestos unos vaqueros que le tapavan los pies, éstos eran angostos en los muslos y anchos en los pies, llevaba un top lila que tenía unas tiras en los costados de sus costillas. Vuelvo a mi tarea, terminar de guardar mis libros en el pequeño mueble, y sacudo mis manos y la vuelvo a mirar, la espera de que diga lo que tenga que decir.

-Habla. -Exijo.

-Me conoces tan bien. -Suspira, bajando los brazos.

-No es cuestión de conocerte, Lex, cualquiera que te viera así diría que ocultas algo. -Levanto una ceja.

La rubia rueda sus ojos café y se tira en mi cama, robando mi peluche de pulpo que uso de decoración. Suspiro y, a zancadas, me acerco a ella para arrebatarle el peluche de las manos, me da una mirada absurda que no es importante como para explicar.

-Habla, exijo que digas lo que llevas guardado allí. -Le toco la frente con el dedo.

-Oí... que... ehm... en la casa de Beth hay una fiesta y pensé que querías ir.

Juro que le hubiera lanzado lo primero que estuviera a mi alcance, se había trabado para decir nada. Me le quedo mirando, inmersa en mis pensamientos, hasta que hace un gesto con sus cejas.

-No, gracias. Prefiero quedarme aquí, leyendo... o algo. -Respondo al fin.

-Pero... -Empieza a jugar con sus dedos. Oh no, algo había hecho.

-¿Qué? ¿Qué hiciste Alex? -cruzo los brazos en mi pecho, mientras la fulmino por mis ojos- Habla. -Exijo.

Lo sé, estaba siendo muy ruda con ella a pesar de que no tenía la culpa de mis problemas, pero, simplemente tenía ganas de desahogarme con alguien, ya sea con enojo.

-Es que ya dije que iríamos. -Me da una sonrisa que no supe interpretar.

-¡Por dios, Alex! ¿Es qué no podías preguntarme antes? -Me paso las manos por la cara, pensando en no estallar de ira-. Olvídalo, de todos modos, no voy a ir. Pasatelo bien.

-Pero...

-¡Por dios, Alex! No quiero ir, punto. -Suelto un gran suspiro para luego dejarme caer en la cama.

Había un gran silencio en la habitación que hasta creí que se había ido. Levanté la cabeza y vi que estaba en la puerta mirándome, entonces dijo lo último para luego irse:

-Nos vemos luego. -Cerró la puerta suavemente.

Estiro mis brazos y me empujo con ellos para quedar sentada en la cama. «Debería llevar eso a dónde sea que lo necesiten más» me digo a mí misma al ver la mochila llena de pertenencias mías que no necesito.

Me levanto por completo y voy en busca de una bolsa, porque todo eso no iba a entrar en una mochila como aquella. Me recojo el pelo sin ganas y meto la ropa, cuadernos, pulseras y etcétera, en la bolsa; le hago un nudo y la cargo como si estuviera arrastrando un cadáver. No tenía ganas de cargarla en mi hombro. Bajo la escaleras y camino hasta el lugar donde me había dicho Lili. Me había estado hablando de un refugio donde habían niños que no tenían absolutamente nada y que si podía, y quería, podía dar mis cosas que ya no usaba, decidí hacer eso. Supuestamente tendría que dejar esto aquí -en el pavimento- y alguien tendría que venir a buscarlo.

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora