Capítulo 38

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Cayendo en un vacío por ti.

AURELIA

Parpadeé dos veces antes de despertar por completo. Me dolía la cabeza y los rayos de sol apuntando mis ojos no ayudaba en nada.

No había nadie a mi lado; Connor se había ido y no me había dado cuenta cuándo lo hizo. 

Estiré mis brazos y me giré hacia un costado para mirar cómo se movían las cortinas. Había un poco de viento. Solo un poco.

Suspire y decidí levantarme para tomar una ducha caliente, necesitaba relajarme.

—Oh mierda. —Mascullé en cuanto me vi en el espejo.

Tenía un hilo de sangre corriendo por mi clavícula. Qué mierda pasó ayer. O... ¿lo he hecho yo mientras dormía?

Mierda. No, no, no, no. Habían vuelto las malditas pesadillas. Creí que estaba bien; mentira eso no es cierto, nunca termino de estar bien. Siempre tiene que pasar algo cuando estoy siendo feliz, vuelven los pensamientos feos, haciéndome recordar lo mal que estoy y lo que he pasado.

Revise los cajones del baño de Connor. De tantas peleas que él tenía, debía tener un botiquín por ahí. Visualicé una caja marón y supuse que era uno. Estire mi brazo y tome la pequeña cajita, me parecía muy pequeña para un botiquín, pero quien sabe.

Abrí la cajita y me encontré con una pluma y una fotografía, era una señora sonriente de pelo castaño, muy hermosa, con un niño en su regazo, rubio casi albino, con sus mofletes rojos y sus ojos verdes esmeralda.

Me quede allí mirando la fotografía y supuse que aquella mujer sería su madre y el niño, Connor.

Por dios, que estoy haciendo, irrumpo en su privacidad.

Me pongo nerviosa y guardo la foto y la cajita en su lugar. Nerviosa y con los sentimientos a flor de piel, me apoyo a ambos lados de la bacha. Suspiro. Me vuelvo completamente fría y me lavo la cara.

Odiaba sentirme así todo el tiempo, tener ataques de ansiedad todos los días, cuando antes los tenía una vez por mes. Estaba empeorando, lo sabía perfectamente, pero no podía pedir ayuda. No era parte de mi pedir ayuda, porque sentía que no eran importantes mis problemas para el resto. Me ahogaba en mi miseria. Cuando tienes la cabeza en la mierda pasa eso, pierdes todo lo bonito y te quedas con lo terrible, pierdes la fe y los sentimientos, la emoción por las cosas. Tienes la cabeza cagada en pensamientos que podrían llevarte a hacer cosas terribles, solo por el hecho de que sientes que todo es tu culpa, que no mereces amor y todas esas mierdas que piensas.

Había ido a un viaje de ida, esos que te hacen desviarte de la realidad. Mierda.

Suspiro nuevamente. Pero esta vez con dificultad y con temblores en las manos. Tenía un nudo en la garganta, ese maldito nudo que te hacía doler cuando tragabas, cuando pasaba en público lo único que podía hacer era disimular y tragar mis lagrimas. Sí, era horrible, pero no podías hacer nada, más cuando tenías poca autoestima.

Mire mi reflejo antes de querer salir de ahí.

Escuche un ruido de afuera y supuse que era Connor quien había entrado. Así que salí con mucha alegría, o con ansias para abrazarlo.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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