Capítulo 18

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Para aquellas personas que perdieron a alguien especial e importante, este capítulo se los dedico a aquellas personas. Sepan que no están solos y que siempre tendrán a alguien con quien estar en esos días amargos.

CONNOR

Verlas juntas me había causado cierta alegría, ver a mi madre y a lía juntas y burlándose de mí hizo que se me hinchara el corazón. Habíamos pasado todo el día juntos y sabía que aquella despedida iba a doler, y mucho. Le di un fuerte abrazo y dejé que se marchara, hasta siempre.

Esa noche la pasé abrazado a lía, me consolaba. Su presencia me tranquilizaba, pero a la vez me atormentaba. Ese día le había dicho cosas horribles, pero ella solo me ayudó a ver a mi madre y a despedirme, comprendí que no la merecía, no. Esa noche fue terrible, dormí poco y nada. Me sentía culpable porque lía se había quedado despierta toda la maldita noche. Me había despertado con un dolor de pecho horrible y con náuseas también.

El teléfono sonó y fue la castaña quien atendió. Yo sólo me quedaba ahí a su lado escuchando, mientras que ella me sobaba la espalda, me sentía como un niño. Su expresión cambió y me miró con tristeza.

—Lo siento tanto... —murmuró ella.

No oí nada luego, se me taparon los oídos y una angustia me inundó el cuerpo. Me levanté de la cama y me apresuré a ir al baño, no aguanté más y vomité en el retrete. Me sentía mareado y con ganas de encerrarme y no salir nunca. Se había ido, una estrella más estaba en el cielo. No paré de vomitar, solo continuaba y continuaba haciéndolo. Unas manos me acariciaron la espalda, me sentía helado y tembloroso, estaba sudando, un sudor frío me recorrió por la espina dorsal.

—Voy a estar contigo hasta que estés mejor, no me iré Connor.

Tras eso, no aguanté más y empecé a llorar con angustia clara. Me limpié la boca y me cubrí con mis brazos. No quería saber nada de nadie. Ella me rodeó con sus brazos y me acurrucó en su pecho. Me sentí seguro, sus caricias me transmitían seguridad.

—No pude... no pude decirle que la quería. —Balbuceo.

—Ella lo sabe, has ido a verla y eso demuestra que la amas, a veces no hace falta demostrar lo que sientes con palabras... solo con actos de amor. Verdaderos actos de amor.

Me quedé aferrada a ella como si me fuera la vida en ello. No quería que me soltara, no quería. Solo necesitaba que se quedara. Habían pasado horas y yo seguía en el suelo abrazado a ella, habían llamado y dijeron que su funeral de hacía por la tarde. La verdad que no quería ir, pero tenía qué. La pequeña mano de lía empezó a hacer círculos en mi cuello.

—Está bien si no quieres ir. —Murmura tan bajo.

—La verdad que no. —Respondo con voz gélida.

Me levanto y camino hasta la mesada del baño, abro el grifo y meto mi cara allí. Esto es lo que pasaba, era "normal" que las personas se fueran de la tierra, era el ciclo de la vida, unos se iban para que otros vengan. Era normal. Pero nadie dijo que el dolor se iba con ellos, no, era espantoso tener que estar sufriendo cuando lo único que querías era pasar los últimos minutos con aquella persona, despedirte y eso fue lo que no hice, no me despedí de la mejor forma y eso me está matando. Me apoyo en la mesada y me miro el reflejo, estaba pálido y tenía ojeras bajo los ojos, mis labios estaban agrietados y me pesaban los párpados.

—Quiero despedirme de ella, pero no en el funeral, si no cuando ya esté enterrada. Quiero estar solo cuando lo haga. No quiero que nadie esté allí, a excepción de ti, claro. —La miro desde el espejo.

—Me encanta que me incluyas, Connor, pero no creo que deba estar allí cuando te estés despidiendo de alguien importante para ti.

Me doy la vuelta y la veo allí, me miraba con tristeza y odiaba que me viesen con pena, no lo soportaba. Me acerqué a ella lentamente.

—Te lo suplico. —No suplicaba, rogaba. Mi voz se había quebrado en la segunda palabra.

—De acuerdo, iré contigo, pero no facilitará las cosas. Solo seré una sobra allí.

—¿De qué hablas? Tú no eres la sobra de nada, has estado con mi madre su último día y le has parecido la persona más linda. Lía, no pienses así de ti, es doloroso para mí.

Una sonrisa torpe se le dibujó en sus labios, se inclinó hacia delante y, de puntillas, me dejó un beso en la mejilla.

La tomé de la mano y salimos del baño, ella solo se calzó sus zapatillas y yo me terminé por poner una sudadera negra y mis botas. La miré entre asustado y decidido. Ella asintió y eso me transmitió seguridad. Ambos salimos del edificio y empezamos a caminar donde se suponía que sería el funeral de mi madre. Ella no me soltó en ningún momento, incluso cuando estalle en llanto cuando estuve frente a su lápida, no me soltó, se aferró a mí como si me fuera a caer.

Me despedí de mi madre, la dejé que volara alto y libre, no debía aferrarme a ella y eso estaba bien, la solté.

Hasta siempre madre.

Acaricié su lápida y dejé un ramo de flores que le había traído. Luego acaricié la tierra fresca que rebalsaba ahí. Su lápida era blanca. «En algún momento nos volveremos a ver» pensé. Luego me levanté y, con todas las fuerzas que tenía, me fui de aquel lugar con un recuerdo suyo, su sonrisa. Me aferré a lía y juntos salimos de allí.

Tereza Margot
Madre, hermana, amiga. (1870-2019)
Perdurará siempre en nuestras memorias tu bondad y carisma. "Recuérdame por la huella que dejé y no por lo que soy"

Lía se quedó conmigo e intentó sacarme una sonrisa, agradecí que estuviera allí conmigo porque no sabría cómo manejar toda la situación, si no fuera por ella tal vez no me habría despedido de ella. La miro frente a mí y me doy cuenta de que conocerla no fue tan malo después de todo. Su sonrisa era tan dulce.

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora