Capítulo 22

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Nos rompimos una vez más.
Ya perdí la cuenta.

AURELIA

Me siento mareada, y ya sé la causa del por qué. Estoy completamente ebria. Estuve bebiendo una botella entera de Whisky, la causa fue de esta noche... creo. Pero ahora, estoy tambaleando en frente de la puerta de Connor. No tengo idea de como ni por qué llegué aquí, pero estoy aquí.

Me acerco para tocar, pero es como si la puerta se alejara de mí y todo se empezara a girar, o alejar. Pestañeo, sacudiendo la cabeza, y me acerco nuevamente.

—¡Knock, knock! —golpeo dos veces. Aunque primero le erro.

Espero, mientras trato de mantenerme firme, a que la puerta se abra. Creo que no está en su habitación. «Debí avisar»

Tú y él no tienen una buena relación que digamos, como para que le avises.

Me abrazo a mí misma, frotando mis brazos, y cambio de posiciones. Este chico es increíble, en cuanto abra la puerta me escuchará.

La puerta se abre, dejándome a la vista a un Connor sonriente, aunque borra su sonrisa cuando me ve.

—¿Qué haces aquí? —me mira de arriba abajo.

—Tú... tú me escucharás, tengo muchas cosas que decirte... —pestañeo, fuerte. La imagen de Connor se está tornando borrosa— pero primero... —Termino vomitando, en su puerta.

Wow, no sabía que el vomito podía salir de colores. Me incorporo, con ayuda de Connor, y saco un mechón de mi boca.

—Eso... eso es asqueroso. —Señalo el vómito— No sabía que podía salir en distintos colores.

CONNOR.

Estaba hablando por teléfono, como dije, estaba, cuando tocaron a mi puerta. Lo de hoy fue exasperante, no esperaba que lía viniera a mi habitación y encontrara a Charlie. Ella ya se había ido a su habitación, pero venía a pasar las noches aquí, de vez en cuando.

En fin, a lo de antes. Corto la llamada y me levanto de la cama, aún recordando las palabras de Charlie. Antes de abrir la puerta, me pongo una remera. Sonriente, abro la puerta, pero mi sonrisa se borra por completo cuando la veo.

«¿Pero que demonios?»

Extrañaba que tocara la puerta.

Pues yo no.

Esas palabras no te las crees ni tú.

—¿Qué haces aquí? —pregunto con un gusto amargo en la boca.

Me doy un golpe mentalmente al darme cuenta del tono en el que le hablé.

Hay que admitir que se ve más hermosa con el cabello corto.

Basta conciencia.

Se tambalea, antes de hablar. Dime qué no está ebria, porque si me entero que estuvo bebiendo, sin control, en un bar o alguna parte, con personas que no conoce, y que se aprovecharon de ella, mataré a cada uno de los que estaban allí.

—Tú me escucharás, tengo muchas cosas que decirte...

Y termina vomitando todo, cuando digo todo, me refiero a que también a mí. Cierro mis ojos, implorando paciencia, y me agacho para recogerle el cabello mientras termina de vomitar. Al incorporarse, me observa, «por favor, no me observes así» señala al suelo, dónde está el vómito.

—Eso... eso es asqueroso. —«No me digas» la ayudo a incorporarse— No sabía que podía salir en distintos colores.

Extrañaba sus raros comentarios. En realidad, extrañaba todo de ella. Pero cómo no, tuve que arruinar todo, como siempre. Se tambalea, pero la sostengo de la cintura antes de que se caiga. «Mierda» cierro los ojos, apretando los párpados con fuerza, implorando no perder el control.

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora