Capítulo 5

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Todo se fue a la mierda.

AURELIA

Lili... perdón, rockstar y yo (rayo negro), nos quedamos en el auto de Noah luego de dejar a las chicas en el lugar planeado, ahora solo teníamos que ir a la oficina de Adam y destruirla completamente. Manzana envenenada y reina blanca ya tenían sus cosas -pintura, papeles, etcétera- y estaban destruyendo el precioso y costoso auto del señor sabelotodo.

No veo lo que hacen, pero estoy segura de que ya empezaron. La diversión apenas comienza. Froto mis manos y sigo observando hacia delante.

-A veces me sorprende lo malvada y loca que puedes ser.

-A veces suelo ser aún más loca y malvada.

-Recuérdame nunca hacerte enojar. -Me mira con temor.

-Lo haré.

El silencio se volvió a apoderar de todo el auto. En ciertos momentos, me gusta el silencio, pero hay veces que suele ser incómodo y molesto. Éste era tranquilo y oscuro. ¿Por qué oscuro? Por lo que haremos luego de salir e ir a su oficina.

Sería una lástima que Adam entrará a su oficina y la vea toda deshecha al igual que su lindo autito.

-Manos a la obra, rockstar.

-Andando, rayo negro, tenemos una oficina que arruinar. -La observo por unos minutos, ella solo se pone un pasamontañas y unos lentes oscuros- ¿Qué? Cuando dijiste venganza me la tomé muy en serio.

-Está bien. Pero nadie nos verá.

-Chica, hay cámaras por casi todo el lugar, y ¿crees que no habrá en su oficina?

Sí, buen punto.

-¿Tienes otra?

-Claro que sí.

Sonrío cuando me entrega uno igual que el suyo. Me la pongo y luego salimos del auto para ir al maletero y sacar las cosas que usaremos. No sé por qué, pero una imagen del guasón saliendo del hospital, luego de explotarlo, se me vino a la cabeza.

Ambas bajamos del auto y empezamos a caminar, silenciosa y sigilosamente, hacia el edificio donde está la oficina del señorito de traje. Idiota, tendrá su merecido por lastimar a semejante diosa.

¿Otra amiga nueva? Quién lo diría.

Aja, digo lo mismo.

Me siento como una psicópata, me gusta.

Rockstar forcejea la cerradura de su oficina, mientras yo miro para todos lados -incluido el techo donde están las cámaras-.

-Listo. Paso uno, entrar a su oficina, hecho. -Susurra la morena.

Ambas entramos y cierro la puerta a la vez, obviamente en sumo silencio. Ella empieza a jugar con el destornillador mientras que observa todo el lugar. Quién lo diría, el imbécil tiene una oficina de ensueño.

Su escritorio está a una distancia corta de la ventana. Tiene una Mac, abierta, encima de ésta, con papeles perfectamente acomodados a su costado, al igual que una fila de tres bolis -también perfectamente acomodados- al otro costado. El suelo es de madera, así que tenemos que tener cuidado cuando pisamos ya que rechinan. Detrás del escritorio hay una estantería llena de libros de colores aburridos, «seguro son de trabajo».

Tiene un largo sillón blanco pegado en la pared que está al lado de la puerta, también tiene otro, pero negro, al otro extremo de la oficina. Las paredes son de un color grisáceo, al igual que el escritorio, el techo es completamente blanco con pequeñas luces amarillas.

Besos Lejanos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora